Deseos y mimos
Nos dice Carlos Alsina que ha llegado el invierno, que hace frío, que esta mañana había atascos. Y también nos dice que el Gobierno de España pide precaución, moderación y mucha templanza en la conducción. La profunda y noble razón alegada es que debe de haber, a decir de tan ilustrado conjunto de ilustres, peligro de resbalones, de tropezones o, si no, que se lo digan a algunos directores: sufriendo imponderables no achacables, por esta vez, como dice el venablo de Marchena, a la pericia sin parangón de nuestros peculiares notables. Estamos llegando a la recta final del año, al comienzo de las navidades, al empacho y cogorza de la celebración, y algunos alumbramientos constitucionales todavía sin producirse, supongo que esperando mejor época o, simplemente, a que pase el atracón, la braguita colorada, y todo ese soplón. Mañana cantan los niños el gordo, la dicha, la esperanza llenos de alegría: si toca, me marcharé a Cancún a tomarme una sangría (sin billete de vuelta, aviso). Vivimos fechas llenas de dulzura, vacías de rencores y cargadas de buenos propósitos, aunque todos sepamos que desgraciadamente nunca se den esos pronósticos. En el PSOE dicen que en el PP se alegran de que el país vaya mal y de que el Gobierno no acierte todo lo deseado; pero también afirman, campantes y rimbombantes, que cuando arreglan los problemas, los de la gaviota, se encaprichan, se enfadan, les menosprecian, ya no les hablan. Por eso Mariano Rajoy quiere instaurar en los suyos valores, principios, todo eso que, interesadamente, ya no se lleva, porque tampoco se paga. Pero malo será entonces, que en esta guerra de Romanos y Cartagineses (Antonio García Barbeito dixit), aun cargados de excelentes intenciones, termine a ambos contendientes, saliéndoles el endiablado tiro por la cuneta (guiño a otro guiño de don Santiago González).
Rodeado de belleza y juventud, como la que él atesora, duerme plácidamente en el regazo con ruedas dirigibles, capote térmico, y un fino y precioso bordado que mordisquea vistosamente su edredón. Acechan al indefenso cachorro las expresivas miradas de madres amigas, anhelantes de arrullarlo al menos un momento entre sus brazos. Sintiéndose foco de toda atención, de la criatura sale un ruido inocente, minúsculo, como apagado, y las anteriores hembras, tomando como milagro la normalidad de la vida, retozan embriagadas, felices, rebosantes de emoción. Ya una vez en brazos de su protectora, imagen primigenia de su vista, esboza una delicada sonrisa y vuelve a sumirse, tranquilo y reconfortado, en el espeso sopor provocado por la inconmensurable calidez que despliega la ternura materna.
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Rodeado de belleza y juventud, como la que él atesora, duerme plácidamente en el regazo con ruedas dirigibles, capote térmico, y un fino y precioso bordado que mordisquea vistosamente su edredón. Acechan al indefenso cachorro las expresivas miradas de madres amigas, anhelantes de arrullarlo al menos un momento entre sus brazos. Sintiéndose foco de toda atención, de la criatura sale un ruido inocente, minúsculo, como apagado, y las anteriores hembras, tomando como milagro la normalidad de la vida, retozan embriagadas, felices, rebosantes de emoción. Ya una vez en brazos de su protectora, imagen primigenia de su vista, esboza una delicada sonrisa y vuelve a sumirse, tranquilo y reconfortado, en el espeso sopor provocado por la inconmensurable calidez que despliega la ternura materna.
2 Comments:
Querido, para tu mayor regodeo, el guiño del "tiro por la cuneta " lo extrae Santi Gzlez de una cita tan verídica que está recogida --o debe estar, si no la han maquillado- en acta parlamentaria: fue cosa de Chaves en una sesión del Parlamento Andaluz, naturalmente sobre la memoria histórica. Le traicionó la dislalia habitual y le dijo a Teófila Martínez su perla más gloriosa: "le va a salir a usted el tiro por la cuneta". La otra gran perla fue cuando dijo que iba a dar sobre no sé qué cosa tres argumentos y señaló cuatro con los dedos. Es un prodigio de coordinación. Saludos navideños del venablo de Marchena.
Jajajaja, qué barbaridad, don Ignacio. La verdad es que no me explico como aguantó tanto tiempo en su tierra, en su mullida poltrona. Y creo, sinceramente, que sus compañeros de partido le han dado gato por liebre (respecto a la posición que ahora ocupa). Ahora bien, estoy convencido de que un político con este andamiaje vamos a tardar en volver a verlo en alguna otra parte.
Saludos navideños, Ignacio. Me halaga con sus visitas.
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