Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

Correspondencia: fjsgad@gmail.com
Mi foto
Nombre:
Lugar: León, Spain

En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

27 enero 2010

Entrevistas

Siempre es un placer exquisito volver a leer a Enric González, desaparecido hace tiempo, no se sabe muy bien por qué, de su tribuna televisiva diaria. Yo ya me estaba preguntando qué habrían hecho con una de las razones por las que conviene pinchar en la web del periódico socialdemócrata con asiduidad, cuando, el pasado fin de semana, en el suplemento cultural Babelia, nos regalaron esta estupenda entrevista a Dennis Lehane. No tiene desperdicio. En ella, por ejemplo, nos encontramos de bruces con alguna de sus opiniones sobre temas delicados, siempre actuales, y que se separan, sin pena ni gloria, de algunas de las posturas consideradas como políticamente correctas por la doctrina bienpensante y mejorhaciente. Les copio este fragmento, en el que nos ofrece su respetuoso y desinteresado punto de vista sobre por qué ha de haber cadena perpetua para quienes abusan de niños:

"He visto destrucción a gran escala", afirma, "vidas que son irrecuperables sin haber llegado a la adolescencia, y en este asunto de los niños maltratados acabo sintonizando con la derecha más extrema. Entiéndame, no pido la muerte para quienes violan a niños, pero sí la prisión para siempre. Que no les hagan daño, que tengan una vida cómoda, pero que no salgan nunca más a la calle. ¿Sabe lo que ocurre? Que el niño maltratado se convierte en un adulto maltratador y reproduce un círculo vicioso. Creo que si apartáramos de la sociedad a los maltratadores, en un par de generaciones se habría roto el círculo y el problema dejaría de ser tan espantoso como ahora. Hay mucho más de lo que vemos, se lo aseguro"

Y este otro párrafo, en el que lanza una pullita para los defensores del cine (y de la literatura, a lo largo de la entrevista) de subsuelo. Gente toda que, como saben, se caracteriza por gozar de una gran sensibilidad, y empatía, y ser extraordinariamente propensos a enojos e indignaciones varias, como cuando se cuestiona su poco depurado sentido del gusto (o como lo llamen ellos):

"hay dudas incluso con una película de Scorsese. Parece que ahora Hollywood sólo sirve para filmar historias de androides mutantes en el ciberespacio y cosas así, dirigidas a un público, digamos, intelectualmente elemental"

Yo, que soy muy malo, sólo me río.


.


Llevo una temporada, aunque muy corta, leyendo sólo revistas. Hasta mediados de Febrero no tendré tiempo suficiente para ponerme con algún lujo que tengo pendiente, como Los Ensayos de Montaigne o La vida de Samuel Johnson, de Boswell, y estoy poniéndome al día con algún número de la revista Muy Historia atrasado. El último número, sobre el Camino de Santiago, es sencillamente apasionante. Pero ahora mismo, la verdad, sólo quería comentarles una pequeña reseña de otro monográfico, titulado Curiosidades de la Historia, igualmente entretenido e interesante. En él, en una entrevista al escritor Carlos Fisas, un historiador de pequeñas historias fascinantes, que firma Fernando Cohnen, llego a la conclusión, después de algunas respuestas, de que la gente, en el pasado, con independencia del lugar con el que pasaron a la historia, era muy, muy poco higiénica. Les pongo algunos ejemplos, y juzguen ustedes mismos:

"Felipe V no quería cambiarse de ropa y las criadas tenían que zurcirle los calzones que llevaba puestos porque se negaba a quitárselos".

"Cuando se estaba muriendo Fernando VI, metía las nalgas en los estrechos barrotes de la cama para no defecar, pues pensaba que eso le perjudicaría y le mataría".

"Antes de ser coronado como emperador, cuando estaba en ITalia, Napoleón escribió ardorosas cartas de amor a su mujer Josefina de Beauharnais, que en aquel entonces se encontraba en París viviendo a su aire y poniéndole a su marido unos cuernos de tamaño considerable. En una de aquellas cartas, anunció a su amada que en 15 días volvería a París: "Hasta entonces -le escribió Napoleón-, no te laves tu delicioso bosquecito". Que digo yo que hay que joderse con el corso: guarro, el tío.

La gente, la gente... ¡pero cómo es!