Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

Correspondencia: fjsgad@gmail.com
Mi foto
Nombre:
Lugar: León, Spain

En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

09 junio 2010

Que no ven

Los ojos, la mirada, el alma de una mujer. Reconozco que, para el sexo masculino, suponen un incómodo pero necesario conjunto de enigmas por resolver. Una mirada atenta, fija, de esas que se mantienen, puede significar un interés mayúsculo en la persona contemplada. Pero una mirada esquiva, respetuosa, y como incapaz de sostenerse, en una naturaleza tímida o endeble, puede significar exactamente lo mismo. En cualquier caso, conjeturas de hombre de las quinielas a parte, es evidente que algo más que una mera observación se transmite por esas bellas ventanas: inclinación, devoción, obsesión, desprecio, ¿hartazgo, tal vez? Decía el Lebrijano, en una de sus deliciosas coplillas, descubrimiento que debo a Benito Peral, aquello que rezaba: “esa gitana está loca, lo que dice con los ojos, lo desmiente con la boca”. Certero y evocador puntazo de lo contradictoria que resulta la naturaleza humana en general, y la de la mujer en particular. Por supuesto, hay que decir que en este sugerente campo existen infinidad de expertos, aunque sean más falsos que el pecho de una cantante. Hay quien afirma que en cuestión de segundos es capaz de averiguar los deseos, afectos, vicios y virtudes de cualquier señorita. No se sonrojan en afirmarlo. E incluso algún incauto pone su apuesta por escrito. No sabrían realizar un retrato certero de sí mismos, pero no les duelen prendas al clasificar sucinta e inexactamente al personal femenino. Ahora bien, algo tendrá la ignorancia, la incultura y la mala educación que tanto y a tantas atrae como el chocolate hace al incontinente goloso. Supongo que tirando de la fascinante antropología, habría que afirmar que las fascina ese animal que muchos hombres llevan por dentro y no pocos lo hacen por fuera. Es la cultura del músculo, que asola y desuela campos, ciudades, playas y montañas. Dando como doloroso resultado, que haya que dar la razón, no teniéndola, a los antecitados entendidos.

Y pensar que todas estas palabras me han brotado, simplemente, porque leí en un cuento de Maupassant una curiosa expresión que, según el ingenioso autor, se desprendía de los ojos de una dama: “cuando usted quiera…”.

A mí, que me digan el aspecto que ofrece esta mirada. Y después hablamos.


.


La mala, ¡e injusta!, distribución del mundo al descubierto.


.