Qué alivio, qué sofoco, qué cierto
Políticos locales y regionales llevan un tiempo como alicaídos, cabizbajos, algo desvencijados. Y no es precisamente por el clima, siempre tan influyente en los estados de ánimo. Al parecer, tienen menos trabajo: durante una temporada no podrán salir en las fotos de los medios, tijera en mano, todos sonrientes, inaugurando alguna obra tan fastuosa como inútil cuya factura corra a cuenta de los ojos de nuestra cara. Se propone, como alternativa, que en la foto salgan quienes la pagan, en vez de los artífices de la idea. De ese modo, los vecinos estarían encantados. Y los contrariados dirigentes podrían dedicar el tiempo a pensar menos, a pensar mejor, o a pensar en algo que nos saliese más barato. Pensar es siempre gratis, pero no siempre sale gratis. Algunos deberían recordarlo.
Se acerca un maratón de clásicos, ese término tan ampuloso como rimbombante. Blancos y blaugranas se preparan a conciencia para dejar contentas a sus respectivas hinchadas. Ambas plantillas rebosan juventud, coraje, talento, un presupuesto obscenamente inconmensurable. Las dos Españas de Machado se han quedado en dos modos de entender el fútbol, la vida, la filosofía aplicada al deporte (vale, me estoy pasando). Y se enfrentan, además, un míster que colecciona relojes de lujo y otro que aglutina una coqueta selección de jerséis de punto, los dos muy bien considerados. ¿Butifarra o cocido?, ¿señera o madroño?, ¿paseo marítimo o asueto por la Castellana? Las dos ciudades serán un espejo al que se asomarán, probablemente, casi todos los españoles: esperemos que la imagen resultante no defraude.
Nunca creí que fuera a poner a este hombre en el apartado de la frase del día, pero ya saben que corren tiempos difíciles:
“Las personas mejoran, pero no cambian”.
Pipi Estrada, érase una vez un hombre a un comentario pegado.
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Se acerca un maratón de clásicos, ese término tan ampuloso como rimbombante. Blancos y blaugranas se preparan a conciencia para dejar contentas a sus respectivas hinchadas. Ambas plantillas rebosan juventud, coraje, talento, un presupuesto obscenamente inconmensurable. Las dos Españas de Machado se han quedado en dos modos de entender el fútbol, la vida, la filosofía aplicada al deporte (vale, me estoy pasando). Y se enfrentan, además, un míster que colecciona relojes de lujo y otro que aglutina una coqueta selección de jerséis de punto, los dos muy bien considerados. ¿Butifarra o cocido?, ¿señera o madroño?, ¿paseo marítimo o asueto por la Castellana? Las dos ciudades serán un espejo al que se asomarán, probablemente, casi todos los españoles: esperemos que la imagen resultante no defraude.
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Nunca creí que fuera a poner a este hombre en el apartado de la frase del día, pero ya saben que corren tiempos difíciles:
“Las personas mejoran, pero no cambian”.
Pipi Estrada, érase una vez un hombre a un comentario pegado.
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