Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

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En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

03 diciembre 2012

ZP

Este fin de semana el socialismo de pana se ha dado un homenaje. Y es que está muy bien darse homenajes en los tiempos que corren. Por esa misma razón, entiéndanme bien, creo que hay que secundarlos todos. Con verdadero entusiasmo. En el mismo, además del ilustre homenajeado, se encontraba el ex presidente Zapatero. Cómodo, acaso feliz, y como en su propia casa. A mí me alegró mucho que tomase la palabra. De veras. De alguna manera, y por alguna razón un punto extraordinaria, ardía en deseos de averiguar si en el tiempo que lleva de vacaciones había mejorado su siempre excepcional oratoria. Pero quiá (*). Mi gozo en un pozo. Y bastante hondo. Fue coger el micro con sus delicadas manitas, y en la sala se hizo un profundo silencio. Profundo, además de reverencial, venerable, y casi litúrgico. Entiendo que era un momento muy especial. Iba a hablar el ex presidente del gobierno. Nada menos. ¡Y con lo que ello conlleva! Pues todo el mundo espera que el conocimiento y experiencia acumulados en el poder hagan mella hasta en las más duras corazas; y que, por tanto, se exteriorice dicho caudal de sabiduría de un modo provechoso, o cuando menos digno. Pero je de je. Va nuestro gran hombre, nuestro filósofo, nuestra indiscutible referencia en el mundo de la política y, después de tutear a Felipe, pues se encontraba ante un igual, y seguro que a su parecer incluso intelectualmente hablando, dice: el homenaje es justo y necesario. Como sé que adoran a Samaniego, les habrá parecido el parto de los montes. Por supuesto, no se produjo ni un murmullo, ni un conato de susurro, ni un pobre bisbiseo. Considero que un ataque de flatulencias en ese momento, además de poco decoroso, habría resultado absolutamente escandaloso. Sin embargo, no contento con eso, y supongo que por la expectación que él mismo había creado, y de la que debió de impregnarse sobremanera, volvió a decir: es jus-to y ne-ce-sa-rio. Exclamen con espíritu torero: ¡impresionante! ¿Justo y necesario? Sólo le faltó decir que en verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación…Pero qué piquito de oro. Qué elocuencia. Qué carisma no contenida. Como podrán imaginar, un resultado semejante sólo puede obtenerse leyendo el País y escuchando la Ser. En exclusiva. Sin más filtraciones perniciosas. He ahí un hombre hecho a sí mismo que, además, se jacta de leer a Borges. Y del que mi admirado Sosa Wagner, en un ejercicio de memoria verdaderamente encomiable, ha recordado en su juventud como discente leyendo apasionadamente los clásicos. 

Y hay que ver lo que le cundieron esas lecturas. No me digan.


(*) Interjección tomada de Arcadi Espada. Si bien, se puede encontrar igualmente leyendo a Clarín. Aunque, eso sí, sin ortografía sentimental -que diría Albert de Paco-.