Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

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En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

01 enero 2015

¿Año Nuevo?



Paseo de año nuevo a la vera del río. Gélida mañana tras una helada no por asidua en la tierra y en la fecha en que nos encontramos menos contundente. Como está de moda tener perrito, e incluso pasearlo, no fui el único que madrugó para sentir ese frío cortante que trae el eco de las nevadas relativamente copiosas de las montañas cercanas. Una de las cosas buenas que trae consigo el invierno, es la deliciosa contemplación de señoritas con gorrito de lana, bufanda de lana y guantecitos de lana, todo ello a juego, variando, además, según el día de la semana, el estado de ánimo, o incluso la suerte que les está trayendo la vida, la tonalidad de los complementos que convierten a una muchacha cualquiera en un proyecto de monada. La apoteosis del cuadro, por supuesto, llega cuando estas delicadas damas trasladan sus perversiones estilísticas a sus mascotas. No siendo extraño, sino más bien bastante frecuente, hallar perritos con un pequeño jersey, y aderezados con unas pajaritas con forma de campana que no sé si hacen las veces de cencerro o de sonajero, y que, parece ser, hacen las delicias de los distintos transeúntes que, sumidos en una profunda perplejidad, reparan en lo bien que está o marcha el mundo. Cosa y caso distinto es el de los deportistas. Se ven bastantes culones, y como soy un muchacho políticamente correcto he de incluir la correspondiente paridad de género, y bastantes culonas, bajar los excesos de los condumios de estos días. Es muy normal que las personas tengan muy presente durante las celebraciones las virtudes del buen cristiano, es decir, que todo el mundo se dé a una desenfrenada concupiscencia. Gente pía, devota, meapilas por los cuatro costados, que piensan con profundidad filosófica con qué modelito sorprender a la parroquia en la misa del día siguiente, se dan auténticos atracones que no son capaces de bajar en todo el año. Comer hasta la indigestión, beber hasta que los sentidos dejan de tener su natural utilidad, o gastar por el puro placer de gastar es algo tan humano que no hay creencia religiosa o política que tenga la fuerza y fortuna suficientes como para volvernos a todos un poquito más animales. Sin embargo, ahí tienen a barbudos izquierdistas, pijos derechistas y la pléyade de santurrones creyentes entonando de boquilla aquello de abracen lo mío. Nada. Que después del paseo, lo mejor, es entrar en una churrería. Allí no encontrarán simpáticos perritos, ni guapas muchachas. Un uno de Enero cualquiera, lo que se van a encontrar  sin duda son residuos, los despojos humanos de la última noche del año. Y, por supuesto, estadistas. En los desechos no entro. No merece comentario sucumbir a Baco. Pero un estadista de barrio…eso ya es otro asunto. Me pregunto cómo nuestro Mariano, o nuestra vivaracha Sorayita, en vez de contratar a elegantes y pomposos asesores, con su morbosa propensión a cobrar por alumbrar obviedades, no se dan un paseo por las cafeterías de cualquier ciudad. Allí encontrarán a psicólogos, juristas, médicos, profesores, economistas e incluso a ingenieros varios. Aunque, en honor a la verdad, creo que todos ellos entrarían en la categoría genérica de artistas. Pues que otra cosa es una persona que no va, sino que vuelve, que no aprende, sino que sólo enseña, que no necesita hacer acopio de datos a través del estudio y de sesudas lecturas, dado que su particular naturaleza le ha dotado de un conocimiento arcano y mayúsculo, y de una nada exigua modestia, que hace que restriegue lo que para una mente poco entrenada sería su soberbia ignorancia, y que para una persona con amplitud de miras y despojada de prejuicios es, inobjetablemente, venerable sapiencia. En fin. Que el año nuevo comienza como termina el viejo. Que tendemos a prometer no sólo aquello que no podemos cumplir, sino sobre todo aquello que no podemos cumplir. Que no vamos a ser mejores, y que probablemente tampoco lo intentemos, porque total para qué. Y que seguiremos echando pestes de políticos, de periodistas no afines, de lo mal que va el mundo y hasta de la vecina del quinto, porque últimamente tiene una tontería consigo que no sé como la aguanta el marido.

Feliz año, por cierto.