Mis patucos.

Buenos días, lo primero de todo, antes de que empiece a darle a las teclas sin sentido, ¡¡felicidades a todas las Pilis!! A la primera de todas como podéis comprender, es a mi madre, que se ha estirado y se invita a unos pasteles (a los de casa ¡eh!, no os vayáis a presentar aquí todos, que no tengo ni para daros una galleta), pero como somos tantos en mi casa y hoy estoy seguro, vamos, esto es mas que una intuición, de que van a venir mis hermanas, a dar cuenta de los mismos, pues va a ver que compartir, esto lo digo sin inquina cainita, no os vayáis a pensar.

Hoy os quería hablar de mis patucos, si, ya se que dedique un post a mi mismo, con todo lo que abarca mi ego, pero como intuiréis, ahí no me cabía ni un cacho de lo que ocupa mi yo, con lo que os iré desglosando mi persona a lo largo de toda la vida de éste blog, para alimentar el espíritu marujo de alguno, o simplemente, para que os entretengáis un poco.

Todo empezó cuando yo era pequeñito…no, mejor empezamos un poco mas adelante que si no se me hace esto un poco largo, el caso es que voy a terminar la carrera y sigo usando patucos, ¡tal cual!, si, me diréis que ya soy mayorcito ¿no?, y que si no me da vergüenza decirlo ahí sin tapujos ni resquemores, pues no, cada uno tiene sus costumbres ¡a que si!, pues nada, yo también tengo las mías, y esta es bastante inocua. El caso es que la culpa la tiene mi abuela, si, desde pequeño nos ha acostumbrado a todos los nietos a esos calentitos “patuquillos” de lana, y ahora a ver quien se despega de ellos, lo he entrecomillado porque a unos patucos del 47 como que no le pega el diminutivo, pero es así.

El caso es que mi abuela ya se ha hecho bastante mayor, y la mujer no tiene la vista para verbenas, con lo que ha claudicado en su fabricación de patucos, para desgracia de todos sus nietos, yo el primero, y aquí aparece un problema, ha tomado el relevo mi madre, pero ya no es lo mismo, no, no. Me hizo unos patucos de prueba y eran un poco gays, si, ya se que en los tiempos que corren no me debería importar, pero ya que bajo a por el pan en mi barrio en pijama y con mis patucos, pues si, me importa bastante.

Los patucos de mi abuela, eran de macho robusto y fornido, vamos, mas acorde con mi constitución y personalidad varonil donde las haya (entre nosotros aguanto 7 seguidas, esto os lo dejo a vuestra libre interpretación), eran subidillos, con dos colores y sin mariconadillas, eran unos patucos como Diós manda, a ningún hombre le hubiese dado vergüenza ponérselos. Pero los patucos que me hizo mi madre…¡por favor!, pero si hasta les puso un lacito para apretar, y una ligera abertura, insinuando tobillo libidinosamente al personal. Estaréis conmigo de que ya no puedo bajar a por el pan con esa pintas ¿no?, antes con los patucos de macho cabrio pues si, me daban un aspecto imponente, a la par que tierno, pero con esta pinta, lo mismo al volver del pan se me caen las llaves y la liamos, que mi culo es muy goloso.

Me temo lo peor, pero me da, que nada volverá a ser lo mismo. Que levante la mano quien no haya tenido una fantasía con la vecina, si, la típica que sales de la ducha, desnudo, con gotitas de agua corriendo por tu cuerpo, desnudo, sin calzoncillos ni na, desnudo…¡pero con tus patucos!, bueno y luego ya sabéis como sigue ¿no?, tu abrirás la puerta con aire inocente e ingenuo, y allí estará ella mirando a tus…¡patucos! (¿o que pensabais?) y tu la dirás: ¡¡oh!!, no esperaba visitas, pásate y tomate algo, y ella dirá, vale, bonitos patucos…bueno no sigo con mis cosas que me pongo cachondo ¿vale?

Nada que esto lo voy a ir terminando, que hoy es día de guardar, y quería ir hasta la feria del libro antiguo, sita en la plaza de las palomas, a ver si encuentro alguna ganga por allí, el año pasado encontré a muy buen precio un libro en el que venían tres (en el anuncio del DIA, o en el de bricomanía, dirían tres en uno, pero a mi me suena un poco fuerte para utilizarlo en la literatura) de Julio Verne (La vuelta al mundo en 80 días; Miguel Strogoff y De la tierra a la luna) y Las mil y una noches (como sabéis anónimo), de éste último solo he leído, Simbad el marino y Alí Baba y los 40 ladrones, vamos los clásicos mas famosos del compendio, algún día le meteré mano a todo el libro, pero de momento me tendré que conformar con leer alguna historia suelta, algún día que esté para cuentos, un saludo a tod@s.