Yo soy yo y mi circunstancia.
Esta semana estoy un poco mosca, no recibo mi dosis diaria de droga y eso lo nota mi mens sana in corpore sano, ni que decir que en este plan uno no esta para cohetes, casi ni para petardos, a pesar de ser hoy las patronales de minas. Me estoy refiriendo, antes de que os asustéis, a la columna de Paco Umbral, me ha fallado esta semana y cada día sin él es mas doloroso, mi existencia ya no es igual, ¡necesito que vuelva ya! Para subsanar ésta falta me he ido a los archivos de El Mundo para leerme la tira de un par de semanas y bueno, parece ser que lo que es el mono ya se me ha pasado un poco, que alivio.
No se que me pasa últimamente, me estoy volviendo raro, poco social, poco hablador, estoy perdiendo el sarcasmo y la ironía, me doy cuenta. Yo pensé que esto de comérseme la lengua el gato, que buen provecho le haga, era sólo con las mujeres, y con las guapas o de merecer, merecer conversación o sexo, así pues, no me extrañaba cuando la visión de una señorita en apariencia atractiva, inmediatamente me hacía evocar bacanales continuas como Dios nos trajo al mundo, sin taparrabos ni disimulachichis. Pero esta esfera de mi vida, que por cierto se ha ido acentuando paulatinamente estos de años de universidad, la tenía asumida, que se le va a hacer, uno renuncia a su vida social y su locuaz verborrea sin sentido, se oxida, a cambio de ver el mundo de otro modo. Pero algo está cambiando en mi interior, lo noto, y no me estoy refiriendo a que el vello de mi pecho haya cubierto otro pequeño pedacito de mis tetillas, hasta el momento, blancas como la leche, esto es mas serio, lo vengo notando desde hace una temporada, me cuesta hablar con desconocidos. Antes no me costaba en absoluto entablar conversación con cualquiera, pero soy consciente de que cada vez me cuesta mas trabajo, que me estoy cerrando como el órgano sexual de Fangoria y empiezo a tener miedo, no se si de tanto leer, estudiar y f….frecuentar los chats literarios me he vuelto un poco tarado.
Por ejemplo, me cuesta entablar conversación con los quiosqueros, no se si es que éstos han cambiado mucho desde la última vez que yo los frecuentaba, pero las cosas no son iguales a como yo las recordaba. Cuando yo era crío el quiosquero siempre te recibía con una sonrisa, supongo que para caer bien al eventual comprador compulsivo en potencia de ganchitos con aroma de mantequilla aconservacionada, pero ahora te reciben con cara de seto, aunque seas amable ni te miran, ni te responden, ni te dan las gracias por comprar en su mierda de establecimiento…pero lo que mas me irrita, ¡ni se mueven!, y esto si que me tiene preocupado, no se si es que me ven cara de chorizo y me mandan en busca de mi objetivo por toda la tienda, eso si, sin perderme de vista, no siendo que en un descuido me meta una caja de Donuts para los calzoncillos. Claro, diréis que no es para tanto, pues que queréis que os diga, últimamente los únicos establecimientos que pisaba eran librerías y ahí no hay problemas, aunque la/el dependienta/e fuese un beocio parangonable a Dinio, al tener a mano el ordenador no solía tener problemas para encontrar lo que buscaba, pero esto es distinto.
Tengo un sobrino pequeño, en mi calidad de tío y mi caridad de padrino, y sobre todo por no aguantar a la repipi de mi hermana llamándome tacaño, le compró chupa chups en el quiosco, eso si, de 5 céntimos que está la cosa jodida. Pero por alguna razón extraordinaria, noto cierta vergüenza al entrar en un establecimiento de éstos con mi 1.88 de envergadura, mi barba de cuatro días, mi aspecto serio, austero y morigerado y pedir un chupo de fresa, la mayoría de las veces se me quedan mirando y yo pensando a ver si es que va contra las normas hermético-deontológicas de la ciudad, aclaro que es para un niño pequeño, como si hiciera falta, no es así, pero ¿si quisiera darme un empacho de chupos habría algún problema? yo creo que no ¿verdad?, pues es que no entiendo entonces el semblante adocenado del personal. En mi caso tengo que reconocer que a ésta vergüenza-antipatía se le suma otra causa, que es mi miopía, tengo gafas desde hace un par de años, siempre había visto estupendamente, pero un día viendo el partido con los colegas, descubrí que no veía el balón y a los pocos días que no distinguía la cara de las personas de una acera a otra, con lo que fui al médico,
-¿qué le pasa?-me dijo
-no veo de una acera a otra- le dije
-usted no ve bien-me respondió
-ya-(estudiar 5 años medicina para esa observación, la darían el título en la tómbola de su pueblo-pensé-) la volví a responder.
El caso es que me diagnosticó miopía juvenil, que no es que se vaya con la edad sino que se queda con ella, y entre que las gafas me quedan como el culo, que no me hallo con ellas y que todavía estoy en el mercado (interesadas pónganse en contacto con el administrador de éste blog, me ofrezco como cobaya sexual gratis las 15 primeras noches, a partir de ahí se puede empezar a hablar de honorarios) pues no me las pongo y voy por la calle como Rompetechos, sin ver un carajo, con lo que además del ligero rubor por comprar chupos, se le une que no veo donde me señalan los dependientes, y estoy media hora, aunque sea un sitio pequeño, para buscar los dichosos chupos, ante la mirada atónita del quiosquero, cogitando en su interior sobre si estoy tonto, cegato o me estoy quedando con él, con lo que al salir del establecimiento suspiro aliviado porque ya se ha pasado el mal trago, me comprendéis ¿verdad?, joder, si lo paso así de mal para comprar unos inocuos chupos, ¿cómo lo pasaré el primer día que vaya a una farmacia a comprar una caja de condones?, hombre, siempre puedo encontrar algún alma caritativa por la calle que entre a comprármelos él o en última instancia siempre nos quedarán las bolsas del DIA o ¿no?.
Un saludo a tod@s, supongo que después de la lectura del texto comprendáis porqué parafraseé en el título a Ortega y Gasset ¿verdad? Hasta mañana.
No se que me pasa últimamente, me estoy volviendo raro, poco social, poco hablador, estoy perdiendo el sarcasmo y la ironía, me doy cuenta. Yo pensé que esto de comérseme la lengua el gato, que buen provecho le haga, era sólo con las mujeres, y con las guapas o de merecer, merecer conversación o sexo, así pues, no me extrañaba cuando la visión de una señorita en apariencia atractiva, inmediatamente me hacía evocar bacanales continuas como Dios nos trajo al mundo, sin taparrabos ni disimulachichis. Pero esta esfera de mi vida, que por cierto se ha ido acentuando paulatinamente estos de años de universidad, la tenía asumida, que se le va a hacer, uno renuncia a su vida social y su locuaz verborrea sin sentido, se oxida, a cambio de ver el mundo de otro modo. Pero algo está cambiando en mi interior, lo noto, y no me estoy refiriendo a que el vello de mi pecho haya cubierto otro pequeño pedacito de mis tetillas, hasta el momento, blancas como la leche, esto es mas serio, lo vengo notando desde hace una temporada, me cuesta hablar con desconocidos. Antes no me costaba en absoluto entablar conversación con cualquiera, pero soy consciente de que cada vez me cuesta mas trabajo, que me estoy cerrando como el órgano sexual de Fangoria y empiezo a tener miedo, no se si de tanto leer, estudiar y f….frecuentar los chats literarios me he vuelto un poco tarado.
Por ejemplo, me cuesta entablar conversación con los quiosqueros, no se si es que éstos han cambiado mucho desde la última vez que yo los frecuentaba, pero las cosas no son iguales a como yo las recordaba. Cuando yo era crío el quiosquero siempre te recibía con una sonrisa, supongo que para caer bien al eventual comprador compulsivo en potencia de ganchitos con aroma de mantequilla aconservacionada, pero ahora te reciben con cara de seto, aunque seas amable ni te miran, ni te responden, ni te dan las gracias por comprar en su mierda de establecimiento…pero lo que mas me irrita, ¡ni se mueven!, y esto si que me tiene preocupado, no se si es que me ven cara de chorizo y me mandan en busca de mi objetivo por toda la tienda, eso si, sin perderme de vista, no siendo que en un descuido me meta una caja de Donuts para los calzoncillos. Claro, diréis que no es para tanto, pues que queréis que os diga, últimamente los únicos establecimientos que pisaba eran librerías y ahí no hay problemas, aunque la/el dependienta/e fuese un beocio parangonable a Dinio, al tener a mano el ordenador no solía tener problemas para encontrar lo que buscaba, pero esto es distinto.
Tengo un sobrino pequeño, en mi calidad de tío y mi caridad de padrino, y sobre todo por no aguantar a la repipi de mi hermana llamándome tacaño, le compró chupa chups en el quiosco, eso si, de 5 céntimos que está la cosa jodida. Pero por alguna razón extraordinaria, noto cierta vergüenza al entrar en un establecimiento de éstos con mi 1.88 de envergadura, mi barba de cuatro días, mi aspecto serio, austero y morigerado y pedir un chupo de fresa, la mayoría de las veces se me quedan mirando y yo pensando a ver si es que va contra las normas hermético-deontológicas de la ciudad, aclaro que es para un niño pequeño, como si hiciera falta, no es así, pero ¿si quisiera darme un empacho de chupos habría algún problema? yo creo que no ¿verdad?, pues es que no entiendo entonces el semblante adocenado del personal. En mi caso tengo que reconocer que a ésta vergüenza-antipatía se le suma otra causa, que es mi miopía, tengo gafas desde hace un par de años, siempre había visto estupendamente, pero un día viendo el partido con los colegas, descubrí que no veía el balón y a los pocos días que no distinguía la cara de las personas de una acera a otra, con lo que fui al médico,
-¿qué le pasa?-me dijo
-no veo de una acera a otra- le dije
-usted no ve bien-me respondió
-ya-(estudiar 5 años medicina para esa observación, la darían el título en la tómbola de su pueblo-pensé-) la volví a responder.
El caso es que me diagnosticó miopía juvenil, que no es que se vaya con la edad sino que se queda con ella, y entre que las gafas me quedan como el culo, que no me hallo con ellas y que todavía estoy en el mercado (interesadas pónganse en contacto con el administrador de éste blog, me ofrezco como cobaya sexual gratis las 15 primeras noches, a partir de ahí se puede empezar a hablar de honorarios) pues no me las pongo y voy por la calle como Rompetechos, sin ver un carajo, con lo que además del ligero rubor por comprar chupos, se le une que no veo donde me señalan los dependientes, y estoy media hora, aunque sea un sitio pequeño, para buscar los dichosos chupos, ante la mirada atónita del quiosquero, cogitando en su interior sobre si estoy tonto, cegato o me estoy quedando con él, con lo que al salir del establecimiento suspiro aliviado porque ya se ha pasado el mal trago, me comprendéis ¿verdad?, joder, si lo paso así de mal para comprar unos inocuos chupos, ¿cómo lo pasaré el primer día que vaya a una farmacia a comprar una caja de condones?, hombre, siempre puedo encontrar algún alma caritativa por la calle que entre a comprármelos él o en última instancia siempre nos quedarán las bolsas del DIA o ¿no?.
Un saludo a tod@s, supongo que después de la lectura del texto comprendáis porqué parafraseé en el título a Ortega y Gasset ¿verdad? Hasta mañana.
2 Comments:
A mi me está pasando al revés que a ti, cada vez estoy adquiriendo mayor facilidad para entablar conversación con desconocidos, y esto es porque no me queda otra, porque cuando llegué a Pucela no conocía a nadie, más que algún emigrado con el que me encontré, y ahora ya voy conociendo una cuanta gente, y lo que me queda. Hay que perderle el miedo... salvo que el quiosquero te haya confundido con un ratero y te esté apuntando con una 9 mm parabellum.
La verdad es que si te da vergüenza comprar un chupo de fresa... te veo condenado a sacar los condones de las máquinas de los baños de los bares... y en algunas la marca como que no es muy de fiar, sobre todo si suena muy exótica y no la has oído antes.
Un saludo.
PD. Lo de la bolsa del DIA descártalo alma cándida, que si te oyen te prohíben la entrada al blog de sexo de El Mundo.
Buenas Roberto, pues esto es así, uno que salió vergonzoso y se resguarda al calor del alcohol en un bar, como decía aquella canción. Aunque parezca algo pasajero y trivial, no te creas que es facil el tema, y como comience uno a coger manias, esto es un no parar, ya me veo como estos famosetes de la tele, con el estado anímico totalmente pervertido.
Tomare tu consejo en lo referente al condón por mi salud y la de la pobre victima que consiga engañar, bueno esto es muy optimista, a lo mejor la que me engaña es ella a mi, pero el caso es que es verdad que dadas las enfermedades tan en voga de estos tiempos, no esta la cuestión para hacer chufas de ella, por lo que no le daré mas usos a la bolsa del DIA que los ortodoxos, jejeje, un saludo Roberto.
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