Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

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En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

02 diciembre 2006

...ya he vuelto.

Ya estoy de vuelta, como me entretuve aquí poniéndoos el introito, casi llego tarde a la peluquería y ya estaba un poco mosca la peluquera, el caso es que vivo a un minuto de la peluquería y no me debía de haber embobado, pero las cosas son así, en mi corto camino a la peluquería hubo un poco de lo cotidiano en mi vida. Debido a mi miopía, como ya os dije el otro día, no atino nada de nada y claro, en mi misma acera venía un señorín con su paisana de compras, y yo pensé que se trataba de un viejo conocido mío en particular y de todo el barrio en general, Marcelo, buena persona, madridista por genética y de un temperamento celsiano cuando le tocan a su Madrid, aunque si hay que ser fiel a la realidad, decir que todavía se queda uno corto cuando se le coteja con su hija, que a pesar de ser una delicada fémina, tiene ribetes de camionero incorporados a su esencia y, yo he visto como ha sacado del bar a todo un tiarrón por tocarle “su R.Madrid”, como os he dicho, yo pensé que este señorín era Marcelo, pero no, era otro señor y yo con toda confianza le toque y le grité a voces cuando pasaba al lado mío -¡¡Marcelo!! cuanto tiempo- el señor levantó la cabeza y yo me di cuenta de que no era él, no se trataba de Marcelo, a pesar de todo, bien sea por educación bien porque le intimidó mi envergadura, me levantó la mano amigablemente, me sonrió como si me conociera de toda la vida, yo no lo había visto en mi vida, y me dijo hasta luego como si en realidad se tratase del propio Marcelo, yo, como suele pasar en estos casos, me quedé con cara de tonto, vamos, la misma que luzco todos los días pero ahora subrayada por las circunstancias, y continué mi camino a toda prisa hacia la peluquería, eso si, echando un vistazo para la acera no siendo que pisase en el trayecto una caca de perro y le ambientase la peluquería toda la mañana.

Por fin llegué a mi destino, la peluquera ya me miraba mosca, realmente no se que me pasa con ella, dicen las malas lenguas que es simpática, agradable y de una conversación fluida e hilarante, pues será así, pero yo no lo he comprobado personalmente, es mas, conmigo no habla nada, le saque el tema de conversación que le saque no dice ni esta boca es mía, y yo, dadas mis características peculiares interrelacionales, como que lo paso mal. Antes me cortaba el pelo a maquinilla, pero ahora, entre que es invierno, se me mete el frío por la dermis y que con el anterior peinado con maquinilla me quedaba la cabeza como un melón, he cambiado a hacerme el mismo peinado pero a tijera y bueno, un poco mejor si, lo curioso del asunto es que la peluquera tiene algo con su maquinilla, lo presiento, le digas que te cortas el pelo como le digas, ella la maquinilla no la apea, así pues, a pesar de decirla que yo lo que quería era cortarme el pelo a tijera me lo cortó a maquinilla y prácticamente como le salió de las peras, por supuesto yo ni me queje, la deje hacer con sus tijeras sin decir ni ay, cada vez que entro en la pelu es como si experimentase el síndrome de Estocolmo, la pagué, la dije que gracias por todo en vez de al revés, la felicité las fiestas con mas de medio mes de antelación, ella no me devolvió la felicitación, la pedí un calendario no por nada en especial, sino porque el mismo incorpora un teléfono para que en otra ocasión pida la vez tranquilamente desde casa y me dijo que andaba justa de ellos, con lo que abrumado y cariacontecido por lo borde de la contestación, me volví a casa a desayunar.

Un saludo a tod@s, esto va a ser todo por hoy que tengo cosas que hacer, mañana os cuento un post cultural o en su defecto, en caso de que “triunfe” hoy por la noche, ya os cuento con detalle, a no ser que la situación sea inenarrable.