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En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

06 enero 2007

Regalo de Reyes.

Lo se, dije que hasta Febrero no iba a volver por aquí y sólo han pasado unos días y ya estoy otra vez. Pero no, hoy es una excepción, ayer llegué tarde de tocar y hoy estoy cansado, con lo que no tengo el cuerpo para actividades productivas y beneficiosas y me he sentado aquí a recordar.

Mi casa siempre ha sido una casa de tradición y tradiciones, lo que sardónicamente llaman conservadora, en todos los aspectos de la vida. Ir a misa los Domingos, del tema os he hablado en algún post por ahí si mal no recuerdo; no ser pródigos en vicios carnales, esto tiene ribetes ambiguos pero lo explico en un momento antes meterme en materia. Quiero decir con ello que mis hermanas cuantos menos novios mejor, a pesar de que salieron guapas las rapazas y, tuvieron varios pretendientes, se casaron con el primer novio serio o propiamente dicho que tuvieron. Los chicos mas de lo mismo, yo les hice caso y, prometo no haber tocado pecho ajeno en vano, sólo desde una perspectiva científica, faltaría mas, verbigracia, hay pechos manzana (grandes, redondos y esponjosos), pechos pera (de menor tamaño que los anteriores, ordinariamente los llaman picudos, suelen tener un pezoncillo de considerable tamaño en comparación con lo que es la teta en si), pechos cabizbajos (estos no hay quién los levante, de gran peso moral), pechos latentes (sabes que están ahí, mejor dicho, deberían estar ahí, pero no se ven, lo mismo te puedes encontrar una ligera curvatura, apenas perceptible, finalizada en un pezoncillo sonrosado, que un pecho vello (no es falta de ortografía) en el que reposar y abrigar la cabeza cuando el frío apriete. El que no hizo caso a la inveterada tradición fue mi hermano y ahí lo tengo, irradiando felicidad a raudales por los poros faciales. Quizá yo tenía que haber hecho como él, pasar un poco del tema, disfrutar la vida y dejarme de complicaciones, pero así son las cosas.

Vamos con lo que es el fondo del post y del día de hoy, que con la clasificación de pechos se me había ido el santo al cielo, que por otra parte es donde mejor está. Al ser mi casa tan tradicional, una de las cosas que repetíamos rutinariamente, cuando teníamos edad, era la “representación” de los Reyes Magos, ya sabéis, supongo que por esto hayáis pasado todos en vuestras casas. ¿A quién no le traían sus padres regalos diciendo que eran los Reyes? Pero vamos con mi experiencia, que como siempre es peculiar.

Yo soy una persona tremendamente ingenua, a mi me pueden decir que está volando una vaca y, mi pregunta será ¿Dónde, dónde? Así que imaginaros con los Reyes, ya era yo un chavalón madurito, entrado en años y, seguía creyendo fielmente en los Reyes Magos. La ventaja es que quizá sea esta una de las tradiciones mas bonitas que tenemos con nuestros pequeños, el inconveniente, que a determinadas edades conviene no creer en ciertas cosas, como en el ratoncito Pérez, que la vecina del tercero es casta y pura como Santa Teresa o que el gobierno bajará los impuestos el próximo año. Con lo que cuando me enteré en el cole de la cruel realidad, lloré amargamente, eso si, antes le endosé un puñetazo al gordo zampabollos que me lo dijo. Pero la culpa de todo esto la tiene mi padre, que he de reconocer que lo hacía de lujo.

A mi padre en el pueblo se lo entregaban personalmente los Reyes, claro, era uno del pueblo disfrazado de Rey Mago y, mi padre la mayor parte de las veces lo reconocía. Todavía recuerdo cuando me contaba mi abuela cómo mi padre con sólo 6 añitos, cuando le entregaban el regalo, decía, “yo a ti te conozco, eres el tito Fonso” evidentemente el tito Fonso se enfadaba y le decía que no le traería nada o le traería carbón, con lo que mi padre enseguida cambiaba su apreciación y afirmaba rotundamente que se había equivocado, que era el rey Melchor de verdad. Con lo que evidentemente, cuando mi padre creció y tuvo familia, todo éste elenco de tradiciones se las transmitió fielmente a sus hijos.

Todavía recuerdo cuando me trajeron mi primera bicicleta, era una BH de esas que tenía el asiento alargado, amortiguación en el sillín, un claxon que sonaba como el habla de Gonso –el teleñeco- era azul oscura, tenía los manguitos rojos…una joya vamos, la niña de mis ojos. Pues bien, me la dio mi padre la víspera, el día 5 por la noche, todos estábamos en la cocina y llegó mi padre sin decir nada, a los 3 minutos va y dice “escuchar ¿no habéis oído nada?” y yo era el primero en encabezar la expedición a la habitación, pues intuía que se trataba del Rey Gaspar, mi rey, y efectivamente, cuando llegábamos a la habitación allí estaba la flamante bicicleta. Yo exclamaba – pero ¿cómo lo han hecho?- y mi padre –recuerda que son magos- y yo me lo creía, me iba tan feliz a la cama, tal era mi ilusión, que un día hasta afirmé categóricamente a mis padres que me había levantado por la noche y había estado hablando con ellos, y les había dado leche a los camellos, menudo era yo, no les dije que me llevaron a dar una vuelta encima de los gibosos bichos de milagro. Otra historia fue el estreno que le di a mi primera bici al día siguiente, supongo que todos hayáis pasado por una historia parecida, primero una vuelta de reconocimiento con patines, de maravilla, luego la voz de vuestro padre diciendo “ahora sin patines”, y bueno, al principio, en las primeras pedaleadas, ahí le tendréis corriendo detrás de vosotros sujetándoos con la mano el sillín, animando y diciendo que muy bien, que sigas pedaleando, que mires para adelante…en un momento dado escuchareis su voz un poco mas alejada, mirareis extrañados para atrás, veréis que se ha parado hace rato y que pedaleáis sin patines vosotros solos, entonces os entrará el canguele como a mi, y empezareis a realizar movimientos extraños en la bici en forma de zigzag primero, luego en círculos y finalmente os empotrareis contra un poste de luz…

Recuerdo que las veces que no me daban el regalo la víspera y me lo daban al día siguiente no dormía, tenía tantos nervios…porque las benditas de mis hermanas el día anterior me machacaban diciendo que había sido un niño malo y me iban a traer carbón, entonces yo ponía pucheros y me portaba muy bien ese día, me levantaba casi a las 5 de la mañana (lo suyo es que mis padres me lo pusiesen debajo del árbol antes de irse a la cama) y despertaba a toda la casa a grito pelado diciendo que si me lo habían traído, iba alegremente a la habitación de mis hermanas –muchas veces recién llegadas porque habían salido de timba- y les refregaba el regalo por la cara diciéndolas –chincha, si me lo han traído, si he sido bueno y a vosotras no os han traído nada- con lo que en la mayor parte de las ocasiones era expulsado a voces de la habitación. También es gracioso el tema de mis hermanas, ellas muy pispas, ponían el calcetín en la ventana y, efectivamente, al día siguiente los Reyes habían dejado fruta y caramelos en él, aunque una de mis hermanas, sospechaba que las mandarinas depositadas tenían cierto parecido con las que tenía mi madre en el frutero el día anterior.

Pero no creáis que es fácil darle la ilusión al retoño, que va, yo evidentemente no lo notaba cuando era el beneficiario, pedía y pedía. Pero con los años le llegó el turno a mi hermano y comprobé lo complicado que es conseguir en ocasiones el juguete deseado, sintiéndome casi como Arnold en su película, en una ocasión mi padre hizo al dependiente darnos el juguete que tenían en exposición en una vitrina de cristal, no quedaban mas, nos habíamos pateado todo León y nones, pensamos que no lo íbamos a conseguir, pero al final la providencia…

Bueno creo que esto va a ser todo, podría hacerlo mas extenso pero entre unas cosas y otras ya ha llegado la hora de comer, buen día de Reyes, ahora si, a no ser que suceda algo extraordinario digno de mención, me despido hasta Febrero.

3 Comments:

Blogger Erayo Peroyano said...

A mi el trauma de conocer la verdad de este asunto de las monarquías mágicas del lejano oriente, que resultaron ser de un oriente más cercano, concretamente la habitación de mis padres, y de poca magia, concretamente la que pueda hacer la banda magnética de sus tarjetas de crédito al desplazarse por la terminal de cobro de una tienda de juguetes, me llegó demasiado pronto. Lo cual también hizo que les trasladara el trauma prontamente a mis hermanos.
Tras descubrir el pastel, lo que hacíamos eran verdaderas operaciones de comando para metiéndonos debajo de la cama de nuestros padres, abrir un poco los envoltorios para saber lo que nos habían comprado, volviendo a cerrar el papel para que no se notara tal afrenta a la inamovible tradición de abrir los regalos el día de Reyes. Además, aquél descubrimiento resultó muy fructífero, porque así me levantaba durante la noche y me comía lo que habíamos dejado para los "presuntos" reyes magos. No se si mis padres no llegarían a dudar de su existencia por estas actuaciones mías.
De pechos yo no voy a hablar Javi, que ya has hecho una completa tipología, jeje.

Un saludo.

jueves, 11 enero, 2007  
Anonymous Anónimo said...

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domingo, 04 febrero, 2007  
Blogger Javi said...

Buenas Roberto, mil perdones por la tardanza en la contestación, he tardado mas de un mes en hacerlo, es para que me cobres intereses, jejeje. Pues ya veo que teniais un buen operativo logístico tu y tus hermanos montado, menos mal que los reyes son profesionales a prueba de investigadores científicos como vosotros, jajajaja.
Bueno Roberto, aunque suene raro a éstas alturas en las que te respondo, espero que hayas pasado unas buenas vacaciones y se hayan portado contigo muy bien, ya sabes.
Un saludo.

viernes, 16 febrero, 2007  

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