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Política, literatura, sociedad, música

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En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

27 marzo 2007

Charlas pías.

Buenas a todos, hoy no pensaba escribir nada, dado que acabo de llegar a casa y pensaba que mi hermano estaría adherido al ordenador, como acostumbra en sus solitarias noches de adolescente engominado, pero no, me equivoqué. Cuán distintas son sus noches de las mías por entonces, en las que teníamos que arremolinarnos toda la familia si o si ante el aparato de televisión y, ni una queja y, ni un comentario subido de tono y, ni siquiera dejar caer que daban una buena peli en otra cadena. Se veía lo que el señor papi decía, gustase o no y, no sólo eso, además, dado que los televisores por entonces carecían de mando a distancia, nuestro padre lo suplía con nosotros mismos, no está mal ¿no? “hijos a distancia”, ¿que te aburría el documental de monos en celo, incardinado en uno de focas prestidigitadoras? Pues, “Javi, levántate y ponla en la primera”, ¿que la cadena que inicialmente se había puesto, había cambiado la peli de Marisol por una en la que se besasen?…”Pili, cambia de cadena, no dan mas que porquería en la tele” Claro, no os digo nada si en las imágenes aparecían directamente dos jóvenes dándole una alegría al cuerpo, para que queríamos mas, “venga, todos para la cama que mañana es día de escuela” eso sí, él, mi padre, se quedaba viéndola. Ya estaba en vigor nuestra Constitución, pero cualquiera le decía que eso no es justo. Así he salido yo, tanto reprimir, tanto reprimir…pues nada, algún día tenía que estallar el asunto, en fin.

Vamos con lo que es el fondo del post de hoy, que siempre me lío con los introitos. Ayer en una de mis vueltas, raro será el día que salga a pasear y no me pase nada, tuve una pequeña charla con dos buenas cristianas. Parece ser que por fin han despertado, fijaros que cosas, han espabilado el sopor que les tenía aletargados. Por una parte me alegro, aunque no me considero creyente, mucho menos practicante, tenía cierta angustia interna porque se estaban dejando comer la merienda, les estaban pisando el terreno otras religiones y, en muchos casos, hasta alguna secta.

Pues si, tú estás en casa tranquilamente –no sé, paseando en pelotas, mirándote el culo en el espejo a ver si ha cambiado respecto al día anterior, poniendo poses ridículos…en fin, lo típico- y llaman al timbre, miras por la mirilla y ves a dos jóvenes bien vestidas, lo que uno piensa en estos casos antes de abrir, es que se trata de los del Círculo de lectores, con lo que una vez te pones una bata para cubrirte las vergüenzas pilosas, abres y respondes sosegadamente, “no quiero libros gracias, ya tengo muchos”. Entonces ellas te miraran con esa cara de cordero degollado, de adolescente recién sufrido su primer desengaño amoroso, de tu madre después de haber sacado a la mesa todos los ingredientes para cocinar una suculenta paella y darse cuenta instantes después de que no tiene arroz, en fin, y te dirán “escucha la buena nueva, Diós está en todos nosotros”. Entonces uno, que todavía está con el run run de que son del Círculo de lectores, les repite ¿seguro que no venden libros? Ellas os miraran con bonhomía, afabilidad, con una piedad y ternura solo comparable a la que se desprende del panadero recién horneados los bollos que sacará a continuación, y os dirán, “Diós está en todos los sitios, únete y verás la verdad”, pero es ya cuando te sacan el folleto de la Atalaya, cuando despiertas y te das cuenta que no te van a vender nada, tú eres la mercancía, entonces, les cerrarás la puerta con malos modos y te iras a recuperar el pose perdido frente al espejo.

Claro, todo esto muy bonito mientras le pillen a uno en su feudo, ¿pero en la calle?, ¿cuando paseas despistado, con aire distraído, pensando en tus cosas? ¿qué hacer? ¿salir corriendo despavorido?, ¿cruzar de acera como cuando nos encontramos a alguien que se dirige hacia nosotros hablando solo? ¿decirles que eres hijo de Satán y estás en misión secreta en la tierra? . Pues sólo hay dos opciones, una de ellas es pasar del tema y despreciar a los “iluminados”, opción desconsiderada, borde, chulesca, prepotente, maleducada. La otra es pararse a razonar con ellos, como ésta no se la esperan, es muy probable que, como a un servidor, sean ellos los que terminen mandándoos al carajo, matizo, al santísimo carajo.

Como os decía, me he sorprendido últimamente. Las dos últimas veces que me han parado eran de religión católica cristiana, vamos, la nuestra, la de toda la vida. Con lo que uno, aunque no me van a hacer cambiar de opinión a estas alturas con lo que sé y he leído, pues se pone a escucharlas. Casi hasta me hacen gracia, he estudiado en un colegio de monjas, tengo dos tías monjas, tuve uno fraile…creo que ya os conté un día, ¿monsergas a mi a estas alturas? van aviados.

Las primeras veces que me paraban –que me paran a menudo, no se si notan mi profunda crisis de fe- yo me esforzaba por argumentar y tratar de sacarles del engaño en el que viven a diario. Como vi que era inútil y que además son de miras bastante estrechas, pues nada, no pensaba volver a parar, pero claro, uno es joven, lozano y lascivo, muy lascivo –diría yo- me pierde la carne, con lo que la primera de las dos últimas veces que me han parado, les seguí el cuento, no porque me sorprendiesen diciéndome que eran cristianas, que también, sino porque eran dos, una señora de la edad de mi madre –minuto arriba minuto abajo- y su maravillosa hija. ¡¡Ufffff!! ¡¡Menudo bombón!! Hubiese llenado dos calderos con mis babas si en aquel momento me los pasan por debajo de la barbilla. Con lo que efectivamente, me paré, mire a la madre con descaro, a la hija con disimulo y desinterés –ya sabéis, haciéndome el duro un poquito, que sé que las encanta- y oí lo que me tenía que decir, que era lo de siempre. Pero mis oídos oían pero no escuchaban, yo asentía a la señora mientras de reojo miraba a su encanto de hija, 1.67 de altura, constitución delgada, de pecho bien –bien dotada se entiende- pelo liso color castaño, media melena, cara redonda, piel ligeramente tostada, a juego con sus ojitos un poco rasgados color miel clara, como puesta al trasluz , si, ya se lo que estáis pensando, una hembra hecha y derecha, y sabéis ¿qué? creo que le gustaba, ay Diós mío, que pones el pecado y la tentación en mi camino a diario, ¿qué te he hecho yo? Si no fuera porque soy un tío educado, racional, inteligente (al menos relativamente), me hubiera bajado los pantalones allí mismo y la habría poseído fogosamente, bueno, eso mismo creo que lo soñé ese mismo día por la noche. El caso es que no saqué nada en claro, no escuché a la señora, no la encarrilé por el verdadero camino del señor y, lo peor de todo, no la pedí el teléfono de su hija –para hablar de teología y esas cosas, malpensados-.

La charla de ayer, supongo que porque no había féminas agraciadas y delicadas para mi exquisito gusto de por medio, fue un poco mas tensa. Realmente nos pusimos trascendentales ambas partes, la cosa se puso seria y, si me apuráis, casi llegamos a las voces y todo. Yo las dije muy amablemente –al menos así me pareció- que estaban equivocadas, que habían vivido en el engaño toda su vida y que no se podía ser tan ingenuo a estas alturas de la vida. Ellas –eran dos monjas o feligresas amonjonadas- a parte de mirarme como a un vil bicho, me dijeron que vivía atormentado en la duda y en la confusión y que el Señor me ayudaría a salir de esto. Entonces ya fue cuando me tocaron los bemoles y las invité a que leyesen un poco –para contrastar mas que nada- y las insinué que no había mal mas grande que la ignorancia, que está por todas partes y el señor no hace nada por erradicarla. Me contestaron indignadas que leían mucho, yo me sonrojé un poco, me disculpé y les traté de explicar que lo que yo las quería decir es que leyesen cosas que pusiesen en duda su inalterable y enorme fe, para que comparasen distintas fuentes, pero nada, Vade Retro. Al final nos despedimos de buena gana unos de otros y para mi que se les quitaron las ganas de predicar en un rato, pero no sé, ya sabéis que los designios del señor son inescrutables y, las de sus corderas, ni os cuento.

Un saludo a tod@s.

2 Comments:

Blogger Erayo Peroyano said...

No si no saben nada... ahora van a predicar enseñando... la palabra de Dios y a alguna de sus hijas de buen ver, jaja. Y encima te toca a ti, un eremita en toda regla, alejado de los placeres de la carne y completamente ajeno al pecado del deseo impúdico, si es que...

A ti discutiendo no, pero te cogen por banda dos como la jovencita que describías y creo que te vemos llendo todos los domingos a cantar en la iglesia, jeje.

Un saludo.

miércoles, 28 marzo, 2007  
Blogger Javi said...

Buenas Roberto, llevas razón, soy un flojo, igual discutiendo me pongo cabezón y no me atengo a razones, pero como me pongan dos como la que describo, que por cierto, una joya de esas hay que verla, no vale con describirla, ya no hay nada que hacer, tiran mas dos...mozas, que dos vehículos de tracción a las cuatro ruedas con seis cilindros en V.
Un saludo, por mi, mientras salgan a predicar tan bien acompañadas, que prediquen lo que quieran.

miércoles, 28 marzo, 2007  

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