Hay algo contradictorio en el artículo de Pedro G. Cuartango de hoy, muy bueno, como siempre, con la realidad que proclaman nuestros socialistas. La conclusión del columnista es que Zapatero, y su socialismo de autor, priorizan por encima del propio individuo a papa Estado, a una estructura política que define al sujeto. Y yo pienso como Cuartango. Pues sólo de esa manera se explica el intervencionismo desaforado, la obscena injerencia pública que el PSOE practica en cuestiones de índole hasta el momento exclusivamente privadas. Ahora bien, no es eso lo que dice nuestra querida socialdemocracia. La misma se ha hartado de decir que lo primero es la persona. Es el individuo, y no ningún tipo de ente colectivo, lo que está por encima de todas las cosas: familia, Estado, educación…¿Entonces? Pues entonces aquí pasa algo muy, muy curioso. Se está dando, en ciertos ámbitos, una especie de derechización de la izquierda. Es la derecha, lo nacional y nacionalista, la ideología que hasta ahora propugnaba una identificación del individuo con su patria, a la que debía su identidad, su ser, incluso su vida. Para la derecha no había individuo personalmente considerado; era su suma, la que otorgaba identidad al sujeto. Y ahora viene la izquierda. Diciéndonos subliminalmente que el gobierno hace, que el gobierno protege, que el gobierno cohabita con nosotros y por nosotros vela en todo momento. Y que, por ello, el ciudadano debe tener una respuesta justa y proporcionada a sus atenciones, comportándose como lo haría un ciudadano con un alto grado de civismo, dotado de una madurez democrática sin parangón.
La ingeniería política de Zapatero, al final, es simple. Es simple, porque es extremista. Este año, en uno de esos debates parlamentarios en que nuestros políticos hacen muestra de su elevado ingenio, producto, sin duda, de muchas y muy buenas lecturas acumuladas, el presidente del gobierno, interpelado por aquél que acuñó aquello del tsunami bipartidista, dijo: “señor Llamazares, con el respeto y simpatía que le tengo a usted y a su partido, y por este orden (risas de sus correligionarios por la gracieta finísima del de León): que ustedes lleven por nombre esas siglas, no quiere decir que estén a la izquierda de nosotros”. Pues claro que no, por si a alguien le quedaba alguna duda. Zapatero, por su-puesto, es más papista que el Papa. Y a mí, además, no me cabe la menor duda de que haya algo que no sean ellos que pueda estar a la derecha de la derecha.
Ya saben, por aquello del roce y el cariño, que los extremos tienden a quererse.
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