Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

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En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

04 junio 2009

Hay días en que tras la lectura de determinados artículos uno se olvida de los distintos problemas que le acucian y es, simplemente, feliz. Verbigracia, el de hoy del maestro Martín Ferrand. Ha tenido que venir mi madre, con gran premura y diligencia, desde el otro extremo de la casa, a ver qué es lo que le ocurría a su vástago. Las carcajadas fueron sonoras.



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“Para los antiguos griegos, los orígenes de Europa estaban ligados al rapto de la princesa oriental del mismo nombre por parte de Zeus, que adoptó para ello la forma de un hermoso toro. El Dios trasladó a la princesa a Creta, isla situada en el Mediterráneo oriental. Allí, Europa dio a luz a Minos, Sarpedón y Radamento, quienes se convirtieron en las cabezas de las respectivas dinastías de la isla. Minos, el mayor de ellos, era para los griegos un sabio rey que impartía justicia y gobernaba con la ayuda de su divino padre, ya que cada siete años subía al monte Ida donde recibía del propio Zeus instrucciones y leyes. En la época clásica quedo el recuerdo de su proximidad a los dioses y su actividad justiciera al estar en el infierno como colaborador del mismo Hades a la hora de juzgar a las almas de los muertos. Un buen día, al quejarse el rey Minos de no tener un presente digno para ofrecer en sacrificio a Poseidón, “el sacudidor de la tierra”, éste le envió un hermoso toro. Ante la belleza y pujanza del animal, Minos decidió reservarlo como semental de sus vacadas y darle cambiazo con otro ejemplar. Sin embargo, los dioses fueron conscientes de este trueque y castigaron a Minos, inspirando a la mujer de éste, Pasifae, un irrefrenable amor hacia el animal. La reina, irremediablemente atraída por él, acudió al artista Dédalo para poder unirse al toro, introduciéndose en una vaca de madera que aquél fabricó. De esta unión nació el Minotauro, un hombre con cuello y cabeza de toro, que tuvo que ser encerrado en un edificio de planta compleja, al que llamaron laberinto…”. Revista Muy especial (ya desaparecida), nº 70: Mitología de hoy y de siempre.