Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

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En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

29 octubre 2009

Una lección, una costumbre y un hallazgo

Leo en la prensa de esta mañana dos fragmentos preciosos, devengados a raíz de la derrota del Real Madrid en Alcorcón:

“¿Qué deberían aprender los chavales? Pues lo mismo que deberíamos aprender los mayores. Que el trabajo tiene mucho que ver con la dignidad, por ejemplo, y que el trabajo nunca es inútil. Y que la prepotencia, en cambio, no es digna y no lleva a ninguna parte. Los niños acabarán aprendiendo, casi siempre por las malas, que los fuertes suelen ganar y los débiles suelen perder. Convendría que tuvieran muy claro, sin embargo, que en algunas ocasiones no es así, y que la historia no está predeterminada, y que el cinismo disminuye el dolor, pero incapacita para el placer. Otra lección apropiada tiene que ver con la autoestima. Hay que ser valiente, hay que mirar de frente al peligro. Hay que saber que siempre hay alguien más listo o más poderoso, pero no hay nadie superior a nadie. Hay que recordar que las jerarquías son simples convenciones sociales. Hay que tener muy presente que por mal que esté uno no deja de merecer el amor de los suyos. Y que el desprecio que pueda recibir de otros es eso, algo de otros, y no vale la pena perder el tiempo con los asuntos ajenos. Algo más, muy importante: la honradez vale más, muchísimo más, que el dinero.” Enric González, en su columna de hoy.

“El triunfo del Alcorcón engrandece el deporte y encumbra el valor del esfuerzo colectivo por encima de las individualidades, por mucho que éstas acrediten sobradas condiciones técnicas. Lo ocurrido el martes es una metáfora del mérito del trabajo en equipo, de la dedicación y del sacrificio en grupo, condiciones indispensables para alcanzar el éxito en cualquier ámbito de la vida. Por el contrario, la calidad sin esfuerzo y entrega conduce al fracaso. Un conjunto de estrellas internacionales, con fama y dinero, dilapidó en 90 minutos las señas de identidad de un club forjado en el espíritu competitivo y el coraje, frustrando las ilusiones de millones de aficionados que han convertido en mitos a unos jugadores que no supieron estar a la altura de lo que representa el Real Madrid. Lo ocurrido en Alcorcón es la versión deportiva de la fábula: es más grande el modesto que lucha por hacer realidad un sueño que el poderoso que dilapida sus virtudes y talento. El fútbol es un reflejo de la vida, y la contundencia de los hechos demuestra que el trabajo serio y el rigor profesional son condiciones determinantes para el triunfo”. Fragmento de uno de los editoriales del ABC.


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Persuadidos de que una timba aviva el intelecto, relaja viejas tensiones y reúne el rebaño disgregado, se acomodan a la sombra del televisor de plasma, en la esquina oculta y acogedora de siempre, los avezados jugadores con el naipe en ristre. Las cartas y el esférico han sido desde siempre motivo de distensión y no poca confraternización entre camaradas. En la vida en pareja, en cambio, dichos divertimentos han sido causa mayúscula de disgusto y gran despecho. Principiada la partida sus participantes son ajenos al bullicio externo, a miradas intrigantes e incluso a las pocas formas femeninas que deambulan silenciosas en un marasmo de humo, hombres varios y, en general, malos modales. Hoy los caballeros ya no se levantan cuando a la mesa se acerca una dama. Ni descubren su testa, reteniendo pudorosos y serviles su sombrero entre sus manos, cuando es menester hacer acopio de toda su delicadeza. En la sociedad impera una ley consuetudinaria, pero de todos su tenor es conocido: lo normal es la indiferencia.


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Esta belleza de ébano claro, Corinne Bailey Rae, está considerada una de las nuevas reinas del soul. Nacida en Leeds, en el 79, y licenciada en Literatura inglesa -hermosa carrera, por cierto- sufragó sus estudios trabajando por las noches en un local de jazz, donde comenzaría a hacer sus pinitos musicales, y a esculpir su voz: maravilloso instrumento que atesoraba oculto, desapercibido, como esperando el momento oportuno en que la vida le diera permiso para manifestarse