Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

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Lugar: León, Spain

En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

02 febrero 2010

Formalidades

Gran parte de la tarde en un velatorio. Familiar lejano, poco recordado, casi un desconocido. Múltiples saludos a familiares de cuya existencia nada sabía. Sofas cómodos, luz tenue, el periódico local abandonado en el rincón de una mesita. No para de llegar gente. Mi espacio se va haciendo más pequeño mientras mi ignorancia crece. No hablan, murmuran: alborotador silencio, dadas las lóbregas circunstancias. Amigos, vecinos, más familiares. Lo que es la vida, descubren. No somos nada, se quejan. Mi tía se acerca, me mira, y me dice: la vida es cuento. Tiene mucha razón. Un cuento corto, a veces doloroso, pero bonito. No sé dónde leí que la muerte en la vejez es una llegada a puerto. La de un joven, como comprenderán, un naufragio. Mi padre sigue presentándome a más familiares. Llegan mis hermanas. Más saludos, más condolencias. El dolor es verdaderamente curioso: al compartirlo no disminuye. La gente entra y sale, y vuelven a entrar y a salir. Las solemnidades sólo son elegantes y sobrecogedoras en las películas. También ocurre con el amor. En la sala hace calor. Hablan del muerto. Quizá su alma también estaba en la sala, merodeando; escuchando sentimientos sinceros, mentiras piadosas, verdades como puños, falacias inoportunas. Las coronas grandes, hermosas. Un tanatorio se ha convertido en un gran negocio: nunca faltarán los clientes. Se entienden, pues, los lujos, los mimos, las atenciones. Pasados los primeros momentos, la gente comienza a olvidar a lo que allí ha ido. Habladurías de todo tipo. Incluso algún chiste. Supongo que para distender el ambiente, en mi opinión, ya de por sí bastante relajado. Se hace tarde. La gente aún no ha cenado, pobres. Miran el reloj: disimulo, enfado, tal vez sorpresa. Se consuelan, empero, con seguir viviendo. Hoy más que nunca. La muerte es un antiguo trámite. Conmueve que despues de tanto tiempo, quizá demasiado, aún no hayamos aprendido a sobrellevarlo.