Limpieza
Creo que en la vida hay que saber reconocer una derrota a tiempo. Lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible, ¿no? Pues eso. Yo la agenda, creo, ya la tenía bien repletica con las oposiciones y mi grupo de música ligera, normal, de andar por casa: una rumba aquí, una salsita allá, algo de rock… pero esto del jazz, es un mundo enorme, y muy, muy, muy complejo. Porque, obviedades a mí, una cosa es oírlo, y otra, muy distinta, vaya, interpretarlo. Cuando me lo propusieron, acepté con la intención de ayudar armónicamente, hacer alguna introducción, meter algún tumbao en algún tema de Latin jazz… pero claro, también hay que improvisar, y para improvisar, hay que saber muuuuchas escalas, y hay que saber muuuuucho de armonía (cosas pequeñas o no tan pequeñas que, la verdad, no había visto ni en clásico ni en ningún otro tipo de música en toda mi vida). Además, cómo no, se necesita tiempo, dedicación, cosas que, alguien habrá que me comprenda, no sólo no me sobran, sino que, si ello fuera posible, por las ganas me endeudaría bien a gusto y pediría un abultado crédito a la entidad financiera Chronos. El lunes llamo y lo dejo. Lo siento por quien de mi entorno inmediato lo sienta. A veces se cansa uno de sentirse culpable por todo y por todos. Se me han agotado las fuerzas de golpe. Sé que es pensar en caliente, tras un ensayo en que me han cargado con una cantidad de información más que abrumadora. Y oigan, vengo de hacer derecho, y de terminarlo bien y en el tiempo y modo más cristianos, que no es fácil, y de opositar, teniendo como preparador al mejor jurista de todo león, que habla el señorito que no se harán una idea. Vamos que, en cuanto a datos disparados por segundo se refiere, pensaba yo que en esta vida ya no me iban a sorprender. Pero je de je de je: acojonado me hallo. Y discúlpenme el vocabulario, de veras, porque no acostumbro ni en lo más privado a hablar de este modo tan inadecuado, pero es que me hallo ahora mismo totalmente sobrepasado. Mi madre me ha dicho que lo consulte con la almohada. Que ahora en caliente no estoy viendo el asunto con claridad. Pero no, no puede ser. No tengo tiempo de leer prensa, ni libros, y, claro, de revistas ni hablamos. No tengo tiempo de quedar con amigos. Ni con mujeres (pobrecitas). Pero lo peor de todo, es la cabeza. Me da vueltas toda ella. Y llevo una temporada que no sé ni donde tengo la mano derecha. Me cuesta horrores centrarme en el estudio. Y cuando por fin lo consigo, ya he perdido demasiado tiempo. Estoy mentalmente agotado. Y creo, sinceramente, que si no pongo freno por algún sitio voy a terminar reventando. Es algo más que una sensación. Me toca los bemoles (nunca mejor dicho) porque me veía capaz, porque es la música que más me ha gustado siempre, porque en León se cuentan con los dedos de una mano los pianistas que se dedican a este menester y, supongo que, no considerándome precisamente malo (ni me lo considero ni me lo consideran, vaya), quería entrar a formar parte de ese selecto grupo. Pero en fin. Que no. Espero no haberles aburrido. Mientras tecleaba me ha estado dando la sensación de estar hablando solo. Y, probablemente, así era. Y, probablemente también, así es siempre, o bastante a menudo, al menos. Estas líneas, supongo, deberían pertenecer a uno de esos diarios a los que solo tiene acceso el propietario. Pero como comprenderán, qué les voy a contar a estas alturas, no gasto de esos. Y aquí estoy, aireando mis penas, mis problemas y mis inquietudes con un amigo invisible, un público empático o antipático, o, quizá, lanzándolo todo a un pozo sin fondo. Pero qué difícil es decir no, carajo. Qué difícil es acostumbrarte a lo que no estás acostumbrado. Mirar las cosas desde un punto de vista distinto y distante del que te pide el cuerpo, y que encima entiendes que es el correcto. Qué difícil es gustar a todo el mundo (bueno, esto es una quimera, lo cierto es que es imposible). Qué difícil, qué pena, y qué inmensa rabia da no controlar todo lo que te rodea. Y sentir que hay cosas que se te escapan. Y que tal vez no vuelvan. Como ese tren que apenas se detiene, y que no te das cuenta de que era el tuyo hasta que lo has perdido. El tren como metáfora de un trabajo, de un sueño, de un buen amigo, o de la mujer de la que siempre has estado, estás y estarás enamorado.
Joder, qué difícil es vivir. Y, joder, qué difícil hacemos la vida.
Gracias por leerme, y gracias por aguantar mis impertinencias.
Buenas noches.
Joder, qué difícil es vivir. Y, joder, qué difícil hacemos la vida.
Gracias por leerme, y gracias por aguantar mis impertinencias.
Buenas noches.
5 Comments:
¡ AY MI NIÑO! QUE ME HA COGIDO UN BERRINCHE,PORQUE ALGO LE SALE MAL,ENCUENTRAS LA VIDA DIFICIL .TU QUE NO HAS SALIDO DE LA PROTECCION DE PAPI Y MAMI,ESPERA A SALIR AL MUNDO EXTERIOR Y NO PODER CONTROLAR IMPREVISTOS,ENTONCES PODRAS QUEJARTE,SI AUN TE QUEDAN FUERZAS. SIN ACRITUD.UNA AMIGA. BESITOS.
Una amiga irónica que utiliza la palabra acritud y los besos de la despedida en diminutivo: se me ha dibujado una sonrisa en la cara. Y no es berrinche, por cierto. Es falta de costumbre. No, no he salido de casa de papi y mami, pero llevo desde los trece años tocando, es decir, trabajando. Mientras a otros niñatos les compraban sus caprichos sus papis, yo ya me los pagaba de mi bolsillo. Entre otras cosas, claro. No tengo experiencia laboral jurídica, vaya; pero mi querida amiga: como músico me sobra, y ya he tenido que lidiar con ciertas cosas desagradables.
Besos y, por cierto, estamos en época de judios por estas tierras (no quiero decir nada...)
is trekking your site! hug my blog and explore some trails! happy easter! ...TREK... :]
"Estoy mentalmente agotado. Y creo, sinceramente, que si no pongo freno por algún sitio voy a terminar reventando. Es algo más que una sensación"
Querido Javi: no veo en esta afirmación ninguna actitud derrotista, sino justamente todo lo contrario. Y cuando digo todo, me refiero a TODO lo contrario. El valor y la autoexigencia se demuestran en decisiones así.
Un abrazo. También para papi y mami, que lo han hecho - a los hechos me remito- rematadamente bien.
Anay
Mi querida, y admirada, Anay: no hay palabras. Muy agradecido y contento me dejas. Ahora bien, el cansancio ahí está. Aunque habrá que tener la esperanza de que haya cura con remedio.
Un beso
PD: el monto de correspondencias está al echarse en la estafeta.
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