Influencias sociales.
Buenas a todos, acabo de llegar de dar una de mis vueltas, la verdad es que ya hacía bastante tiempo que no lo hacía y me he sentido limpio, fresco, contento de ser hombre –algunos no lo están- y, todo ello sin alas. Me llama la atención el que ésta actividad –pasear- esté tan mal vista por mis coetáneos o, sino lo está, lo parece. Me recorro todo León por sus zonas de paseo, bueno, León es, mas bien, una gran zona de paseo, y tengo que decir que no encuentro a ningún/a mozo/a de mi edad, ¿el motivo? no tengo ni idea, a lo mejor está mal visto, no se lleva o corresponde a personas de distinta edad. Pues me parece muy mal, que queréis que os diga, me gustaría encontrarme con mas gente que sale a pasear, charlar, disfrutar del aire libre –en la medida de lo posible considerando que estamos en una ciudad- en fin, ya sabéis. Pero no, la gente ha cambiado el paseo o el footing por meterse en un recinto cerrado a sudar, realizar una serie de ejercicios de dudosa efectividad a largo plazo en determinadas máquinas, ver, sentir, oler y, en el peor de los casos, tocar, las transpiraciones ajenas.
¡Tenias que ver que tías van al gimnasio Javi! –me dicen entusiasmados los colegas- yo me quedo mirándoles con aire contemplativo, porque se que en cierta medida ya me tienen por un tipo relativamente raro y, no digo ni esta boca es mía. Les digo que voy a ir hasta la universidad andando –que en mi caso queda en el otro extremo de la ciudad- y me responden con evasivas, indirectas o largas bien claritas. Claro, como se me ocurre andar, si es que no se como no me he dado cuenta de que no se lleva y, señores, aquí no se hace lo que uno necesita, quiere o de verdad le gusta, aquí se hace lo que está de moda, lo que marcan las tendencias sociales y ¿sino? a la hoguera de cabeza.
Ya te puede gustar la poesía de Machado, la prosa de Flaubert, la lírica de Umbral –por cierto, ayer presentó su nuevo libro “Amado siglo XX”, dice la crítica que es brillante, como “Mortal y Rosa”- o el teatro de Mihura. Ni se os ocurra coger un libro –pongamos por caso- vosotros solos, aunque os apetezca y os salga de vuestras santísimas vergüenzas- las mías lo son- y, sentaros en un banco vosotros solos a leer. Los comentarios de la gente que os vea pueden ser de lo mas variado, desde marginados sociales –¡je!ya quisieran saber que significa verdaderamente marginado social- hasta “pobrecito, nunca tuvo amigos”. No se, hacer la prueba y ya me contareis, esto es sólo una teoría y ya lo decía el famoso detective de las novelas de Arthur Conan Doyle, “es un craso error elaborar teorías antes de contar con los datos”. Así y todo, estoy convencido de que esto sería lo que iba a ocurrir.
En cambio, coger una camiseta vieja, unas mayas ajustadas que provoquen una interacción entre lo que os cuelga ahí abajo –en el caso de las mujeres, la interacción les llega desde otra parte del cuerpo situada un poco mas arriba- y os subís a una cinta en la que a pesar de correr y correr no os moveréis del sitio –a que suena ridículo-. Hombre yo en parte comprendo la postura de los que van a estos sitios. Las mujeres van a poner a caldo a sus novios, maridos o vecinos –cada una el de ella, sino ya veríamos…- y a mirar el culito del monitor gay, cachitas y con pito fashion que les ha tocado en suerte. Los hombres, pues irán a ver a las tías que van y a ponerse de buen ver para el fin de semana. Ahí esta la clave, el buen ver. Dejémonos de mamonadas. Aquí la clave no está en gustarse a uno mismo, está en gustar a los demás. Que no os engañen. Me diréis que no, que se va para bajar esa “tripita”. Mentira, si nadie hace alusión a la extraña arruga de la camisa que se forma cuando os la ponéis, vosotros estaríais tan campantes, tan a gusto y, es que es muy difícil vivir apartado de las distintas tendencias sociales, da igual lo fuerte que tengamos nuestra personalidad, lo cultivados que estemos o el grupo de amigos que tengamos. No somos mas que pequeñas marionetas que nos movemos, hablamos y vestimos según los gustos de otros.
Hay un tópico de los de toda la vida –referido a hombres, mujeres y a todo tipo de relación interpersonal- que es, “lo importante es el interior”. Bueno, a estas alturas supongo que deduciréis que no estoy de acuerdo con esto. Lo primero porque no somos capaces de ver el interior de nadie, sea hombre, mujer o mixto. Nos fiamos de las apariencias digamos lo que digamos. Sacamos nuestras propias conclusiones de cualquier persona con independencia de lo que realmente la conozcamos. Por ejemplo, ya sabéis, mas o menos, los que me leéis con cierta frecuencia, que gustos políticos tengo, para unos simplemente votaré al PP, para otros seré de derechas, los habrá que me llamarán despectivamente facha –sin saber el significado y origen de dicho término y, peor aún, sin reconocerlo, bien iríamos si cada uno reconociese su propia ignorancia, pero claro, como todo el mundo es tan listo, sabe tanto y de todo, a callar y a dejar que hable el que sabe, tirando por tierra la filosofía taoísta – a mi, me gustaría denominarme liberal-monárquico, pero como para hacer éstas egregias distinciones está el panorama político actual. El caso es que a mi me puede gustar físicamente una chica, pero claro, yo tengo una determinada idea de mujer y, ésta chica, sea guapa o no, esté o no muy buena, se tiene que ajustar a dicho tipo. Yo no puedo estar con una encantadora rubia de ojos azules con un tipazo que quita el hipo, si no tiene reparos en tirarse un sonoro pedo cuando estoy con ella, ni que hablar si encima se regocija y enorgullece del mismo, un poco de educación ¿no? Pero claro, esto son cosas que no se ven, todavía no han inventado un detector de pedorros/as y, aunque yo presuma de tener cierta psicología con el personal a primera vista, no me llega para saber si a una señorita le gusta realizar provechines anales con asiduidad, se cambia de bragas con frecuencia o, si con la pelambrera que tiene debajo del sobaco podría hacer una alfombra tupida para mi habitación. Lo que está claro es que en un caso como el descrito, repudiaría a esa joya ipso facto y la invitaría a buscar un pretendiente mas adecuado para ella echándole un vistazo a los documentales de la segunda cadena. Pero volvemos a las mismas, ¿esto se ve a primera vista?, no, no y, no. Si vemos a esta joya de lejos o por la noche, la miraremos, sonreiremos, babearemos con nuestros amigos y si podemos trataremos de encandilarla y quedar con ella, ¿Por qué? por su físico, evidentemente. En cambio, a lo mejor habéis tenido oportunidad con alguien visualmente mas modestillo y, bien porque no os guste a primera vista, o no pegue bien con vuestro tipo de amigos o simplemente, porque no le/la lleguéis a escuchar, quizá hayáis perdido una buena oportunidad.
Bueno, el tema daría no para un post sino para un libro entero, pero con esto creo que es suficiente para dejar clara mi opinión y espero leer la vuestra. Un saludo a tod@s. Si por lo menos se leyese a Espronceda en los gimnasios…
¡Tenias que ver que tías van al gimnasio Javi! –me dicen entusiasmados los colegas- yo me quedo mirándoles con aire contemplativo, porque se que en cierta medida ya me tienen por un tipo relativamente raro y, no digo ni esta boca es mía. Les digo que voy a ir hasta la universidad andando –que en mi caso queda en el otro extremo de la ciudad- y me responden con evasivas, indirectas o largas bien claritas. Claro, como se me ocurre andar, si es que no se como no me he dado cuenta de que no se lleva y, señores, aquí no se hace lo que uno necesita, quiere o de verdad le gusta, aquí se hace lo que está de moda, lo que marcan las tendencias sociales y ¿sino? a la hoguera de cabeza.
Ya te puede gustar la poesía de Machado, la prosa de Flaubert, la lírica de Umbral –por cierto, ayer presentó su nuevo libro “Amado siglo XX”, dice la crítica que es brillante, como “Mortal y Rosa”- o el teatro de Mihura. Ni se os ocurra coger un libro –pongamos por caso- vosotros solos, aunque os apetezca y os salga de vuestras santísimas vergüenzas- las mías lo son- y, sentaros en un banco vosotros solos a leer. Los comentarios de la gente que os vea pueden ser de lo mas variado, desde marginados sociales –¡je!ya quisieran saber que significa verdaderamente marginado social- hasta “pobrecito, nunca tuvo amigos”. No se, hacer la prueba y ya me contareis, esto es sólo una teoría y ya lo decía el famoso detective de las novelas de Arthur Conan Doyle, “es un craso error elaborar teorías antes de contar con los datos”. Así y todo, estoy convencido de que esto sería lo que iba a ocurrir.
En cambio, coger una camiseta vieja, unas mayas ajustadas que provoquen una interacción entre lo que os cuelga ahí abajo –en el caso de las mujeres, la interacción les llega desde otra parte del cuerpo situada un poco mas arriba- y os subís a una cinta en la que a pesar de correr y correr no os moveréis del sitio –a que suena ridículo-. Hombre yo en parte comprendo la postura de los que van a estos sitios. Las mujeres van a poner a caldo a sus novios, maridos o vecinos –cada una el de ella, sino ya veríamos…- y a mirar el culito del monitor gay, cachitas y con pito fashion que les ha tocado en suerte. Los hombres, pues irán a ver a las tías que van y a ponerse de buen ver para el fin de semana. Ahí esta la clave, el buen ver. Dejémonos de mamonadas. Aquí la clave no está en gustarse a uno mismo, está en gustar a los demás. Que no os engañen. Me diréis que no, que se va para bajar esa “tripita”. Mentira, si nadie hace alusión a la extraña arruga de la camisa que se forma cuando os la ponéis, vosotros estaríais tan campantes, tan a gusto y, es que es muy difícil vivir apartado de las distintas tendencias sociales, da igual lo fuerte que tengamos nuestra personalidad, lo cultivados que estemos o el grupo de amigos que tengamos. No somos mas que pequeñas marionetas que nos movemos, hablamos y vestimos según los gustos de otros.
Hay un tópico de los de toda la vida –referido a hombres, mujeres y a todo tipo de relación interpersonal- que es, “lo importante es el interior”. Bueno, a estas alturas supongo que deduciréis que no estoy de acuerdo con esto. Lo primero porque no somos capaces de ver el interior de nadie, sea hombre, mujer o mixto. Nos fiamos de las apariencias digamos lo que digamos. Sacamos nuestras propias conclusiones de cualquier persona con independencia de lo que realmente la conozcamos. Por ejemplo, ya sabéis, mas o menos, los que me leéis con cierta frecuencia, que gustos políticos tengo, para unos simplemente votaré al PP, para otros seré de derechas, los habrá que me llamarán despectivamente facha –sin saber el significado y origen de dicho término y, peor aún, sin reconocerlo, bien iríamos si cada uno reconociese su propia ignorancia, pero claro, como todo el mundo es tan listo, sabe tanto y de todo, a callar y a dejar que hable el que sabe, tirando por tierra la filosofía taoísta – a mi, me gustaría denominarme liberal-monárquico, pero como para hacer éstas egregias distinciones está el panorama político actual. El caso es que a mi me puede gustar físicamente una chica, pero claro, yo tengo una determinada idea de mujer y, ésta chica, sea guapa o no, esté o no muy buena, se tiene que ajustar a dicho tipo. Yo no puedo estar con una encantadora rubia de ojos azules con un tipazo que quita el hipo, si no tiene reparos en tirarse un sonoro pedo cuando estoy con ella, ni que hablar si encima se regocija y enorgullece del mismo, un poco de educación ¿no? Pero claro, esto son cosas que no se ven, todavía no han inventado un detector de pedorros/as y, aunque yo presuma de tener cierta psicología con el personal a primera vista, no me llega para saber si a una señorita le gusta realizar provechines anales con asiduidad, se cambia de bragas con frecuencia o, si con la pelambrera que tiene debajo del sobaco podría hacer una alfombra tupida para mi habitación. Lo que está claro es que en un caso como el descrito, repudiaría a esa joya ipso facto y la invitaría a buscar un pretendiente mas adecuado para ella echándole un vistazo a los documentales de la segunda cadena. Pero volvemos a las mismas, ¿esto se ve a primera vista?, no, no y, no. Si vemos a esta joya de lejos o por la noche, la miraremos, sonreiremos, babearemos con nuestros amigos y si podemos trataremos de encandilarla y quedar con ella, ¿Por qué? por su físico, evidentemente. En cambio, a lo mejor habéis tenido oportunidad con alguien visualmente mas modestillo y, bien porque no os guste a primera vista, o no pegue bien con vuestro tipo de amigos o simplemente, porque no le/la lleguéis a escuchar, quizá hayáis perdido una buena oportunidad.
Bueno, el tema daría no para un post sino para un libro entero, pero con esto creo que es suficiente para dejar clara mi opinión y espero leer la vuestra. Un saludo a tod@s. Si por lo menos se leyese a Espronceda en los gimnasios…
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