No a la abstención.
Buenas a tod@s, acabo de leer la prensa y, a parte de la desilusión por no haber podido ver la entrevista íntegra de Quintero a José María García -que El Mundo ofrecía en su edición digital- me ha llamado la atención un dato que no viene de ahora, y es, la tendencia que se está dando en referendums, votaciones y demás medios de participación ciudadana en asuntos públicos, a la abstención, al silencio, a la inactividad, lo cual me preocupa bastante. Las razones pueden ser de lo más variopinto. Perdida de ilusión del ciudadano medio en la clase política, falta de programas políticos que en verdad se ajusten a las necesidades de los ciudadanos, levantamiento del velo que cubría la actuación de nuestros políticos y el consiguiente desengaño motivado todo ello y en especial por los escándalos de índole urbanística que se han conocido a uno y otro lado de la dicotomía mayoritaria política…
No lo se, pero éstas son sólo algunas de las razones de la creciente desconfianza de los ciudadanos hacia sus políticos. Lo hemos visto en los referendums de los distintos Estatutos. Un Estatuto no es cuestión baladí, a parte de su revestimiento formal como Ley Orgánica, en los mismos se esconden múltiples competencias concedidas directamente del Estado al respectivo ámbito territorial, competencias todas ellas que permitan una mejor gestión de diversos intereses económicos, políticos y de trascendental importancia para los ciudadanos que residen en dicha Autonomía. ¿Cómo es posible entonces éste desinterés, ésta desidia conspicua a la hora de que el ciudadano se pronuncie?, acaso ¿hemos llegado a una pasividad total en nuestra vida política? ¿no nos damos cuenta de la verdadera importancia que tiene el participar en estos actos? ¿lo vemos todo bien? ¿lo vemos?.
El ciudadano corriente vive ajeno a las cuestiones de índole política. ¡Que mas da! –pensarán- yo mientras llegue a fin de mes, tenga para hacerme mechas en la peluquería de la Josefa, pagar la hipoteca o que no me falte el garbanzo encima de la mesa cada día no tengo ningún problema. Esto no es así señores/as, al menos no exactamente, nuestras decisiones políticas influyen directamente en nuestro nivel de vida, en la accesibilidad o no a una vivienda digna –y no entro a considerar los bodrios de 30 metros cuadrados que propugna nuestro gobierno para los jóvenes por no resultar indecoroso en mi opinión- en nuestros sueldos, en la educación que recibimos y que es síntoma de la salud de nuestra sociedad…en fin, que es necesario que la gente vuelva a sentirse útil, necesaria, es la única manera de escarmentar a nuestros políticos por sus errores o premiarles por sus aciertos. La abstención no lleva a ninguna parte más que a servir en bandeja a nuestros políticos la actuación que mas les interese política o económicamente hablando.
No nos podemos quejar de la nefasta gestión del ejecutivo desde que comenzó la legislatura, si el día de las elecciones nos quedamos en casa sin ir a votar. No nos podemos quejar de que un alcalde no hace nada o lo suficiente por un municipio, si no votamos al que creemos que lo hará mejor. En definitiva, que es necesario participar como ciudadanos, hacer efectivo uno de los derechos más importantes que tenemos y, que creemos que está vacío de contenido.
Este post lo escribo tras leer unos artículos que me había bajado relacionados con el Estatuto andaluz, el catalán en cuanto a participación ciudadana se refiere, ya sabéis que no corrió mejor suerte. Pero lo más preocupante, repito, es la desvinculación de los ciudadanos con sus instituciones, luego encima nos quejaremos.
No lo se, pero éstas son sólo algunas de las razones de la creciente desconfianza de los ciudadanos hacia sus políticos. Lo hemos visto en los referendums de los distintos Estatutos. Un Estatuto no es cuestión baladí, a parte de su revestimiento formal como Ley Orgánica, en los mismos se esconden múltiples competencias concedidas directamente del Estado al respectivo ámbito territorial, competencias todas ellas que permitan una mejor gestión de diversos intereses económicos, políticos y de trascendental importancia para los ciudadanos que residen en dicha Autonomía. ¿Cómo es posible entonces éste desinterés, ésta desidia conspicua a la hora de que el ciudadano se pronuncie?, acaso ¿hemos llegado a una pasividad total en nuestra vida política? ¿no nos damos cuenta de la verdadera importancia que tiene el participar en estos actos? ¿lo vemos todo bien? ¿lo vemos?.
El ciudadano corriente vive ajeno a las cuestiones de índole política. ¡Que mas da! –pensarán- yo mientras llegue a fin de mes, tenga para hacerme mechas en la peluquería de la Josefa, pagar la hipoteca o que no me falte el garbanzo encima de la mesa cada día no tengo ningún problema. Esto no es así señores/as, al menos no exactamente, nuestras decisiones políticas influyen directamente en nuestro nivel de vida, en la accesibilidad o no a una vivienda digna –y no entro a considerar los bodrios de 30 metros cuadrados que propugna nuestro gobierno para los jóvenes por no resultar indecoroso en mi opinión- en nuestros sueldos, en la educación que recibimos y que es síntoma de la salud de nuestra sociedad…en fin, que es necesario que la gente vuelva a sentirse útil, necesaria, es la única manera de escarmentar a nuestros políticos por sus errores o premiarles por sus aciertos. La abstención no lleva a ninguna parte más que a servir en bandeja a nuestros políticos la actuación que mas les interese política o económicamente hablando.
No nos podemos quejar de la nefasta gestión del ejecutivo desde que comenzó la legislatura, si el día de las elecciones nos quedamos en casa sin ir a votar. No nos podemos quejar de que un alcalde no hace nada o lo suficiente por un municipio, si no votamos al que creemos que lo hará mejor. En definitiva, que es necesario participar como ciudadanos, hacer efectivo uno de los derechos más importantes que tenemos y, que creemos que está vacío de contenido.
Este post lo escribo tras leer unos artículos que me había bajado relacionados con el Estatuto andaluz, el catalán en cuanto a participación ciudadana se refiere, ya sabéis que no corrió mejor suerte. Pero lo más preocupante, repito, es la desvinculación de los ciudadanos con sus instituciones, luego encima nos quejaremos.
3 Comments:
Muy buenas Seila, lo primero de todo gracias por haber tenido la amabilidad de plasmar tu opinión por escrito -claro, aquí no tienes el peligro de que te capten la opinión los chinos-, ya sabes que para mi es un verdadero placer el tenerte por aquí y, que los demás disfruten de tu gran intelecto –que sabes que lo admiro profunda y sinceramente, además de otras cosas que no vienen a cuento aquí-.
Pues me alegra enormemente que no estés del todo de acuerdo conmigo. Tengo que decir –y no es por hacer la pelota- que yo si estoy de acuerdo contigo, lo que no obsta para que le ponga peros a tu argumento, y es que es verdad, dos son las posibles causas de esta creciente abstención: la primera la señalaba yo, como desidia y desvinculación del ciudadano con la clase política; la segunda, la que tu muy atinadamente me comentabas, relacionado con la no coincidencia de los intereses de los políticos con los ciudadanos a los que representan.
¿Realmente crees que si se correspondiese un programa político o un Estatuto determinado con las demandas ciudadanas crecería el interés, el voto, la participación? Permíteme que me muestre cuanto menos dubitativo. Lo primero porque una coincidencia plena de estos programas o estatutos con lo que realmente quiere el ciudadano no se va a dar nunca, ya sabes que nunca llueve a gusto de todos, además por desgracia no tenemos ninguna muestra fáctica que se haya dado que nos permita comprobar que realmente aumentaría favorablemente la respuesta de los ciudadanos si se correspondiese con sus “petitios” ¿no?.
Por otra parte no estoy del todo de acuerdo contigo en que una abstención sea un no o una especie de voto de castigo a la clase política. Como sabes, el que calla otorga y, en éste caso, el que calla da la razón a los políticos –lo que me lleva a plantearme otra pregunta en mi fuero interno, que es si realmente buscaran esto los políticos- da igual que los medios critiquen dicho resultado, al final sale adelante la propuesta que sea y, esto es lo que realmente interesa a los políticos –que no a los ciudadanos- con lo que realmente la voz y voto ciudadana es tremendamente inane.
Bueno Sei, espero haber contestado a lo que me formulabas, me acabo de levantar y no estoy en buenas condiciones para razonar, pero bueno, te agradezco profundamente tu participación, como ves me tienen abandonado, snifff, jejeje, un abrazo Seila, espero tenerte por aquí mas veces, viva la discrepancia y la cañas –sobre todo las cañas-.
Este post me ha retrotraido a aquella Teoría de la Ignorancia Racional del Votante que nos explicaba José Luis García en nuestras clases de Hacienda Pública y que como supongo que Seila y tú os acordáis de sus postulados, no os aburro rememorándola en estas líneas. Por cierto, cuál fue mi sorpresa esta semana cuando en una clase de Gestión Medioambiental dada en mi Máster, el profesor (economista experto en el tema del Cambio Climático y el mercado de emisiones de CO2), nos recomendó un libro sobre el tema del que había extraído buena parte de sus conclusiones... escrito por nuestro profesor de Economía y de Hacienda Pública.
Bueno, que me voy por las ramas: la abstención además de una toma de posición legítima ante un proceso electoral, es un buen indicador del nivel de nuestra clase política y su gestión. Y ello porque la mayoría de los votantes cuando se ven descontentos con el representante al que votaron, al menos en las elecciones posteriores a corto plazo, no suelen votar por otra opción política -que normalmente no se ajustará a sus ideas lo suficiente-, sino que castigarán a ese representante simplemente con la privación de su voto. Y esto debería de ser tenido por los Partidos como una llamada de atención referente a que sus políticas y propuestas no generan la adhesión y entusiasmo deseable por la vía que han seguido, siendo conveniente rediseñarlas, ajustarlas o abandonarlas sustituyéndolas por otras más satisfactorias.
En muchos países de latinoamérica el ejercicio del derecho de sufragio es un deber ciudadano, sancionándose con multas y/o con trabas administrativas para gestiones posteriores a quien no va a votar sin justificación. Esto es síntoma de la debilidad del sistema: si tienes que obligar a votar para que la gente vote es porque los gestores públicos nada tienen ya para ofrecer como servicio a la ciudadanía que impulse a esta a respaldarlos con su voto.
Para mi la abstención es una quinta vía ante una votación que está cargada de significado, y que ha de añadirse como matiz al sí, al no, al voto en blanco y al voto nulo. Otra cosa es que un amplio porcentaje de los que se abstienen no lo hagan por motivos políticos sino por absoluta indiferencia, en cuyo caso también se revela un fallo en los operadores políticos desde el momento en que no han sabido llegar a esa población movilizándola como al resto del electorado, lo cual también puede ser en algunos casos, como el de los Estatutos a que te refieres, representativo de una indiferencia social ante temas de la máxima importancia, pero que empiezan a perder el interés del ciudadano desde el momento en que su atención es desviada interesadamente hacia chorradas como el término "realidad nacional" o aires de grandeza tales como concederse competencias desde los infiernos hasta los cielos sobre el Guadalquivir y compañía, y acaban por lograr que se prefiera el mullido sofá al paseo hasta el colegio electoral... ¡total! ¿qué aporta el levantarse al día siguiente siendo realidad nacional al ciudadano medio?.
Un saludo.
Muy buenas Roberto, al igual que a Seila te agradezco tu aportación enormemente e igualmente resalto tus enormes aptitudes intelectuales, que pienso que en ninguno de los dos casos es necesario, porque se hace evidente en el momento que escribís vuestros comentarios. A la miga.
Estoy de acuerdo contigo en que la abstención es un buen indicador del nivel de la clase política, y por desgracia este indicador indica -válgame la redundancia- que es mala, sin avizorar nada mejor en lontananza.
En nuestro país, debido en gran parte a la guerra del 36, es muy complicado que un partido político capte votos de personas de ideología no afín. Con lo que tenemos a dos grandes fuerzas políticas con un número de votos mas o menos asegurado y, luego un margen mas o menos amplio de votantes sin una tendencia política preferente o previamente definida. En mi opinión ambas fuerzas políticas -permíteme que generalice a PSOE y PP para hacer menos complejo éste somero análisis- en vez de esforzarse por captar votos no definidos o tratar de movilizar a una mayor parte de la población en las elecciones, se dedican durante la legislatura u oposición a dar el gusto a sus electores, con lo que en vez de tener partidos políticos cada vez mas evolucionados y menos sectarios, se separan –digámoslo así- de un deseable centro político y hacen de sus políticas un ideario mas radical, que ineluctablemente dará lugar a una confrontación y a un imposible consenso, dado que las raíces de ambas fuerzas son prácticamente inconciliables. Repito, dados los antecedentes históricos que tenemos, difícilmente, al menos en unos cuantos años, se cambiará esa tendencia y cada uno votará al partido de sus amores, sea lo que sea lo que prodiguen. Las personas que no se hallen dentro de estas dos tendencias, pues como no se verán identificadas con ninguno de los dos idearios, se quedaran en casa, a no ser que acaezcan sucesos extraordinarios como los del 11-m. No se, al menos así es como yo lo veo.
Coincido contigo en que imponer el sufragio –hacerlo un deber, como indicas, en vez de dejarlo como derecho- sería dar un paso atrás en nuestra democracia. Pero no se me ocurren fórmulas para tratar de frenar esta pasividad, no se porque me da que los referendums a los Estatutos van a ser indicadores, aproximadamente, del porcentaje que acudirá en las próximas elecciones a las urnas, ya veremos a ver que es lo que pasa, sigo viendo a nuestros políticos mas preocupados en alcanzar el poder o mantenerse en él, que en fomentar una mayor participación ciudadana, quizá se deberían fijar sus sueldos en base a la gente que va o no a votar, verías como ponían mas empeño, pero claro, quizá eso no favorezca ni a unos ni a otros.
Como dices la abstención tiene matices, ¿pero cuales?, en ambos referendums, la participación ha sido un desastre, el matiz sería: fracaso de los políticos, mala calidad del estatuto presentado a referéndum, desconexión clase política-clase ciudadana…etc, ¿cuál ha sido el matiz que le han dado los políticos? ¿han entonado el mea culpa? Que va, culpas fuera, que si era un estatuto nacionalista, que si no hubo consenso, que si favorecía a primus o a secundum o incluso a tertius :) –supongo que esto no lo lea Lobato- en fin, balones fuera en vez de mirarse a su propio ombligo . Resumiendo, el matiz es claramente negativo y, esto no depende desde la perspectiva subjetiva que se mire como están haciendo ahora mismo los partidos políticos es un fracaso de ellos y no hay mas, no me parece a mi que quepan disculpas, pero bueno la gente tiene ceguera política, ya sabes.
Un saludo Roberto.
Publicar un comentario
<< Home