Llega la primavera...
…y ya se sabe, la sangre altera, ¿es mi imaginación? ¿o las mujeres están mas guapas en ésta época del año? mas radiantes, esplendidas, lustrosas ¿exuberantes? no sé que pensar. Uno le puede echar la culpa al calorcito tan esperado que, además de calentar la temperatura corporal, calienta la temperatura hormonal y, claro, se le dispara a uno la secreción de estas sustancias encalabrinándole a cada paso, con lo que no hay manera, uno puede tener cualquier edad, cultura, inteligencia…que llegada ésta época del año le va a dar igual.
Una duda que me surge casi siempre a estas alturas del año es si las mujeres se visten así porque tienen calor o es para provocar. Uno puede pensar que es una pregunta machista, misógina, producto de ese ser etéreo llamado macho ibérico olvidado por las subvenciones de las Instituciones Públicas -pues las mismas van a parar a otro tipo de criaturas en peligro de extinción que no roncan por las noches, no ven fútbol los Domingos, no se hurgan los paletos con un mondadientes mientras utilizan provechosamente sus ubérrimas neuronas en las charlas de sobremesa, ni tienen una vella (no es falta de ortografía) espalda- pero no, es una cuestión relevante, actual, de suma importancia social.
La demoscopia sociológica, infrautilizada en demostrar la tendencia consumista en determinados productos, a que hora se meten las personas en la cama u, observar las reacciones sardónico-faciales de nuestro presidente cuando se ve en una situación comprometida que no puede explicar con su buenismo para todo y para todos, no ha realizado ningún estudio acorde con la estación que nos envuelve con sus efluvios de suavizante. Verbigracia, número de accidentes de tráfico relacionados con un conductor concentrado en lo que trae entre manos, –no le deis una interpretación fálica-, que se despista breves instantes al comprobar la firmeza estética de las piernas de una señorita recién depilada, o no sé, número de tiempo desaprovechado por los estudiantes que invaden las bibliotecas en época de exámenes y, al dar rienda suelta a su erudición, se encuentran sentados frente a ellos, una señorita joven y lozana y fresca como las bragas del día, con lo que sus depauperadas ganas de estudiar, se evaden, esfuman, diluyen, e incluso, evaporan, contemplando la abundante personalidad con sostén lila que les ha tocado en suerte justo delante de sus apuntes de Derecho Canónico, Cálculo, Costes o Biología Vegetal –cátedra que en la actualidad ocupa nuestro ilustre, ínclito, excelso, egregio y excelentísimo Rector de la Universidad de León, entre cuyas medidas mas reconocidas y, por tanto aplaudidas, está la de suprimir espichas universitarias y cerrar aulas y facultades cuando las mismas se celebran sin autorización, por miedo a que sus alumnos invadan las clases o, no sé, le quemen su despacho rectoral con él dentro-.
El caso es que uno se levanta con un sol radiante, maravilloso, lustroso, cuyos rayos dotan al día y a las almas mas turbias de un halo claro, diáfano y perspicuo. Cuyos haces mas verticales, hacen que los capullos florezcan, los árboles reverdezcan y las señoritas se señoreen como señoras muy señoreadas, y no es juego de palabras inane, pues el mismo lleva tanga. Ay, el tanga, prenda fina, delicada, lasciva. Instrumento del pecado que nubla los sentidos al dotar al movimiento del muslamen de una joven del ritmo de la música prohibida, ya sabéis, la lambada.
Pero no sólo es el tanga, la primavera trae debajo del brazo prendas minúsculas que dotan a las señoritas de una belleza pecaminosa, hecha para el placer y el disfrute irrefrenado de la carne. Anteriormente me referí a los muslos de una joven, pero habrá quién prefiera sus pechugas. Es curioso, me considero casi un estudioso de nuestro rico y prolijo léxico, imaginaros mi sorpresa cuando el otro día descubrí un sinónimo coloquial de busto, pecho, teta, ubre, carreta, si, cómo lo oís, y no eran berzas ni bufas, sino pechugas, nos lo recalcó una señorita que va para amigüita de nuestro grupo. La chica era de tamaño disimulado, pero con desgarbo casquivano y haciendo uso de sus dos manos, ni corta ni perezosa, se cogió ambos senos, se los apretó contra sí, se entresaco la lengua ligeramente y, mirándonos con el deseo de la carne en sus pupilas, se frotó con nosotros. Yo, persona hecha para el pecado de cama, como Loranzo Lamas, que no sé si es el rey o el puto jefe, me escandalicé. Curioso, uno tiene tantas ganas de mojar, que cuando le ponen la yema para sacar el pan, va y pide un huevo pasado por agua.
Para gustos colores, decía el sabio refranero castellano, así pues, habrá quien prefiera de ésta época del año el cambio de paisaje natural, pues el artificial está en continua metamorfosis, sin descanso, pero yo me quedo con el cambio –para mejor-, de las señoritas, es un cambio, como lo diría yo, de talante, si, eso es, me quedo con el cambio de talante de las señoritas. Buen fin de semana a tod@s. A las señoritas que os haya parecido el típico relato de un machista, por favor, déjenme un comentario y el número de teléfono, que ya me pongo en contacto con vosotras y os lo explico detenidamente. P.D. para evitar sorpresas desagradables por mi parte, adjuntar al comentario en el que me pongáis a parir una foto.
Una duda que me surge casi siempre a estas alturas del año es si las mujeres se visten así porque tienen calor o es para provocar. Uno puede pensar que es una pregunta machista, misógina, producto de ese ser etéreo llamado macho ibérico olvidado por las subvenciones de las Instituciones Públicas -pues las mismas van a parar a otro tipo de criaturas en peligro de extinción que no roncan por las noches, no ven fútbol los Domingos, no se hurgan los paletos con un mondadientes mientras utilizan provechosamente sus ubérrimas neuronas en las charlas de sobremesa, ni tienen una vella (no es falta de ortografía) espalda- pero no, es una cuestión relevante, actual, de suma importancia social.
La demoscopia sociológica, infrautilizada en demostrar la tendencia consumista en determinados productos, a que hora se meten las personas en la cama u, observar las reacciones sardónico-faciales de nuestro presidente cuando se ve en una situación comprometida que no puede explicar con su buenismo para todo y para todos, no ha realizado ningún estudio acorde con la estación que nos envuelve con sus efluvios de suavizante. Verbigracia, número de accidentes de tráfico relacionados con un conductor concentrado en lo que trae entre manos, –no le deis una interpretación fálica-, que se despista breves instantes al comprobar la firmeza estética de las piernas de una señorita recién depilada, o no sé, número de tiempo desaprovechado por los estudiantes que invaden las bibliotecas en época de exámenes y, al dar rienda suelta a su erudición, se encuentran sentados frente a ellos, una señorita joven y lozana y fresca como las bragas del día, con lo que sus depauperadas ganas de estudiar, se evaden, esfuman, diluyen, e incluso, evaporan, contemplando la abundante personalidad con sostén lila que les ha tocado en suerte justo delante de sus apuntes de Derecho Canónico, Cálculo, Costes o Biología Vegetal –cátedra que en la actualidad ocupa nuestro ilustre, ínclito, excelso, egregio y excelentísimo Rector de la Universidad de León, entre cuyas medidas mas reconocidas y, por tanto aplaudidas, está la de suprimir espichas universitarias y cerrar aulas y facultades cuando las mismas se celebran sin autorización, por miedo a que sus alumnos invadan las clases o, no sé, le quemen su despacho rectoral con él dentro-.
El caso es que uno se levanta con un sol radiante, maravilloso, lustroso, cuyos rayos dotan al día y a las almas mas turbias de un halo claro, diáfano y perspicuo. Cuyos haces mas verticales, hacen que los capullos florezcan, los árboles reverdezcan y las señoritas se señoreen como señoras muy señoreadas, y no es juego de palabras inane, pues el mismo lleva tanga. Ay, el tanga, prenda fina, delicada, lasciva. Instrumento del pecado que nubla los sentidos al dotar al movimiento del muslamen de una joven del ritmo de la música prohibida, ya sabéis, la lambada.
Pero no sólo es el tanga, la primavera trae debajo del brazo prendas minúsculas que dotan a las señoritas de una belleza pecaminosa, hecha para el placer y el disfrute irrefrenado de la carne. Anteriormente me referí a los muslos de una joven, pero habrá quién prefiera sus pechugas. Es curioso, me considero casi un estudioso de nuestro rico y prolijo léxico, imaginaros mi sorpresa cuando el otro día descubrí un sinónimo coloquial de busto, pecho, teta, ubre, carreta, si, cómo lo oís, y no eran berzas ni bufas, sino pechugas, nos lo recalcó una señorita que va para amigüita de nuestro grupo. La chica era de tamaño disimulado, pero con desgarbo casquivano y haciendo uso de sus dos manos, ni corta ni perezosa, se cogió ambos senos, se los apretó contra sí, se entresaco la lengua ligeramente y, mirándonos con el deseo de la carne en sus pupilas, se frotó con nosotros. Yo, persona hecha para el pecado de cama, como Loranzo Lamas, que no sé si es el rey o el puto jefe, me escandalicé. Curioso, uno tiene tantas ganas de mojar, que cuando le ponen la yema para sacar el pan, va y pide un huevo pasado por agua.
Para gustos colores, decía el sabio refranero castellano, así pues, habrá quien prefiera de ésta época del año el cambio de paisaje natural, pues el artificial está en continua metamorfosis, sin descanso, pero yo me quedo con el cambio –para mejor-, de las señoritas, es un cambio, como lo diría yo, de talante, si, eso es, me quedo con el cambio de talante de las señoritas. Buen fin de semana a tod@s. A las señoritas que os haya parecido el típico relato de un machista, por favor, déjenme un comentario y el número de teléfono, que ya me pongo en contacto con vosotras y os lo explico detenidamente. P.D. para evitar sorpresas desagradables por mi parte, adjuntar al comentario en el que me pongáis a parir una foto.
2 Comments:
Y yo pensando que estabas alterado todo el año... seguro que es porque sólo me fijaba en primavera en tu liberación irrefrenable de instintos y lo extrapolaba al resto del año.
Pues será todo cosa de las hormonas, pero benditas sean las prendas diminutas que a uno le alegran el día, por supuesto colocadas sobre la única mujer a la que debo mirar ;-)
Un saludo.
Muy buenas Roberto, jajajaja. Pués si, en mi caso estoy alterado todo el año, sobre todo a partir de las 12 de la noche de un Sábado, Viernes o Jueves y, ya no te digo nada cuando llevo unas copas encima.
Lo de las prendas femeninas, es todo un logro, me declaro admirador de las prendas minúsculas, siempre y cuando la carrocería acompañe -y que me perdonen las señoritas otra vez ;)- Un saludo Roberto
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