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En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

06 abril 2007

Un poco de Kafka.

Muy buenas a tod@s, acabo de empezar a sentirme persona. Llevo todo el día postrado en la cama por los excesos en la noche de ayer. Al tener la tele para mi sólo, he podido ver lo que me ha salido de mis innombrables. Bueno, también estaba mi abuela, pero como la mujer no se queja, pues se traga lo que la ponga. Curiosidades del destino, del azar, de la diosa fortuna, de los designios divinos, han querido que yo, hoy, en mi ya depauperada resaca a éstas horas del día -20:45 a las horas que tecleo éstas palabras- pusiese la tele y, en uno de éstos inanes canales que incluye el TDT, que son una miseria, una vergüenza para los medios televisivos que asolan nuestra nación de naciones, un elenco de despropósitos mediáticos, me encuentre una película en blanco y negro. Le doy al botón de información y, premio, la película es “El proceso”, de Orson Welles, en la que trabaja el propio director en el papel de abogaaaaado, se que te escondes ahí –perdón por la interpolación, no lo he podido evitar-. La película que es bastante buena, una obra maestra, como todo lo que en su día salió de las manos, el cerebro o el capullo de éste director, se basaba, cómo no, en la novela homónima de Franz Kafka, que a pesar de ser una joya de la narrativa, a mi me pareció muy mala -igualmente, como todo lo que he leído de Kafka-. Kafka es uno de estos autores, que si uno tiene el día chungo, tristón, alicaído, desvencijado, tiene la virtud de socavarte la moral todavía mas, te amilana, desanima, te hunde en la miseria de la nostalgia hecha realidad. Así me paso cuando leí “La metamorfosis” y, así me volvió a pasar cuando leí “El proceso”. Tengo por ahí olvidado, en los anaqueles de mi casa, “El castillo”, pero me embarga una pusilanimidad inefable para afrontarlo.

En “La metamorfosis”, leemos cómo una persona, de la noche a la mañana, se convierte en cucaracha o algo similar. Sin más explicación. Es tan surrealista, tan inconcebible, tan difícil de digerir. Pero aun así, uno sigue leyendo y ve que el relato va a peor –repito, fantásticamente narrado, escrito…pero un bodrio de historia- y se encuentra todas las frustraciones del autor plasmadas en papel. La familia, lejos de alentarlo, cuando descubre en lo que se ha convertido, le margina, ignora, separa, hasta que el protagonista de la obra muere, no se sabe bien si por soledad, por inanición o por la grandiosa empresa de afrontar la vida en el ser en que se ha convertido. Fin trágico. Cuando yo lo leí, era un adolescente recién asomado al abismo de la vida y, la historia, me hizo sentir cómo el engendro en que se convirtió su protagonista. Esto en verdad es deprimente. No se puede leer un libro que te transmita éstas sensaciones, ya bastantes problemas tiene uno en la vida y dificultades y tristezas y metas, como para que se nos vuelva el alma decrépita con éstas lecturas que, por otra parte, quizá no comprendamos en su totalidad hasta llegar a esa dorada senectud a la que todos dirigimos nuestros pasos.

En “El proceso” más de lo mismo. Un hombre honrado, trabajador, buena persona, se despierta un día involucrado en un proceso judicial en calidad de acusado. A lo largo de toda la novela y, de toda la película de Welles, uno no descubre el fin del proceso, el fondo del asunto, las razones que han llevado al tribunal a acusar a ésta persona. Joseph K.-protagonista de la obra- se pasa todo el relato tratando de defenderse de la acusación, clamando al cielo su inocencia. Pero el curso de los acontecimientos, tras citaciones, entrevistas con abogados y visitas a un curioso tribunal, lo terminan por desalentar de su propósito y le convencen de que en realidad es culpable o, mejor dicho, de que le van a declarar culpable de algo que no sabe qué es, cuando lo ha hecho, donde, cómo. Termina la novela y la película, con el ajusticiamiento y muerte de Joseph.K. Igualmente deprimente ¿verdad? y, pensar que lo leí motivado por una desinteresada recomendación de mi profesor de Derecho Procesal cuando cursaba cuarto de carrera. Ya se podía haber esmerado algo más el profesor y recomendarnos algo de Dickens.

Esto va a ser todo por hoy, con la castaña que agarré ayer es casi un milagro que haya escrito algo medianamente coherente. Un saludo a tod@s.

2 Comments:

Blogger Erayo Peroyano said...

Lo siento Javi, pero discrepo, tanto "El Proceso", como "La Metamorfosis" -esta última la leí junto con unos cuantos relatos del mismo autor, menos conocidos, pero no de mucha menor calidad literaria-, son auténticas obras de arte, y evidentemente, si lo que quieres es leer un libro que te alegre el día, Kafka no es la opción más acertada, como tampoco lo sería Dostoievski, Dickens o Nietzsche, por poner algunos ejemplos, pero no es menos cierto que todo lo que ha salido de sus plumas es sublime, y que sus novelas transmiten exactamente lo que quieren transmitir. Esto de Kafka es como ver un telediario, lo que no puedes pretender es que te alegre el día. Y al final la obra de Kafka refleja fielmente sentimientos humanos que ninguno queremos tener y que todos tememos, pero que están ahí y en cualquier momento te puede caer la cruz de soportarlos.

Un abrazo ¿qué tal llevas la oposición?

viernes, 13 abril, 2007  
Blogger Javi said...

Muy buenas Roberto, discrepo de tu discrepancia, jejeje. Coincido contigo en que es una obra maestra literaria y, creo haberlo dicho en el post, pero no me gusta el fondo de sus novelas nada. No está, como hace Dostoievski, plasmando las pasiones humanas desgraciadas, sino sus pasiones desgraciadas y desdichadas, lo que convierte a sus novelas en una especie de Diario en Tercera persona. Por otra parte Kafka describe toda esta desgracia, pero no refleja las razones de que aparezcan -como si lo hacen Tolstoi, Dostoievski o Victor Hugo- y por lo tanto son fundamentos fútiles -repito, en mi opinión- de la novela. Estos autores que he mencionado no sólo mencionan esas pasiones humanas, sino que plasman las causas de la aparición y en algún caso atrevido, como el de V.H, se lanzan a dar soluciones, en muchos casos hasta de índole política.
Comparar a la sobriedad y formalismo de Kafka, con la elegancia de Dickens, eso ya, va a ser cuestión de gustos, en los que evidentemente no entro.
Un saludo Roberto, con la oposición tirando, espero cogerle pronto el tranquilo.

miércoles, 18 abril, 2007  

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