Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

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Lugar: León, Spain

En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

20 abril 2010

Vivencias

Negocios sin explotar pero ya explorados. Un par de músicos amigos míos se fueron la semana pasada a Madrid. El motivo: vivir una experiencia singular. Llegaron con la intención de tocar en el metro. Por aquello del qué se siente y que de algo habrá que hablar este verano en las terrazas de León. No tienen mucha imaginación y pecan de una ingenuidad casi obscena. Pretendían ponerse a desplegar su arte en la parada de la Puerta del Sol. Que no es la menos frecuentada, precisamente. Al parecer, los músicos, los indigentes y los pedigüeños sin clasificar que ya ocupaban dicho espacio comenzaron a mirarles mal. Alguno, incluso les amenazó. Ustedes comprenderán que los artistas no están hechos para aguantar determinados tipos de presiones. Y los músicos, mucho menos. Con lo que optaron por largarse a otro sitio menos disputado. A mí me pasaba igual que a estos dos. Pero sólo con algunas mujeres. Me dicen que sacaron 45 euros. Tocando, ni mucho ni muy bien, de las 11:00 hasta las 14:00 horas. Es una cifra considerable, dado el esfuerzo utilizado y la calidad del trabajo ofrecido. Hasta el elevado punto de comprender a la gente que opta por vivir esta vida en apariencia marginal y poco halagüeña. Con el botín conseguido comieron en un Mc Donald´s y se volvieron para León. Supongo que orgullosos de la hazaña. Y completamente seguro de que la inocularán en los oídos de cuantas incautas se les acerquen demasiado en los meses venideros. En cualquier caso, el atrevimiento de estos pollos tiene su miga. Muchas veces pasamos al lado de estos músicos callejeros y nos inspiran verdadera lástima. Creemos que no tienen para comer. Y que quizá pasen la noche a la intemperie. Pero son pocos los que se paran a pensar que muchos de ellos no tienen necesidad de ningún tipo. Que están donde están porque quieren. E incluso es probable que a algunos les salga rentable el asunto. Escuchando esta anécdota me vino a la mente un artículo de Paulo Coelho que leí ya hace tiempo. Y me pregunto, tembloroso, cuantas veces habré pasado por delante de un músico de primerísima calidad, de un instrumentista superdotado, despreciando su talento, simplemente por no haberlo visto ataviado con el traje preceptivo y actuando ante el auditorio correspondiente. Decía Baltasar Gracián que las cosas no pasan por lo que son, sino por lo que parecen. Y no es poca la gente que valora y hasta se alimenta contemplando simplemente un envoltorio. Falaz, como la propia vida.