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Política, literatura, sociedad, música

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En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

11 mayo 2007

Pinitos indagatorios.

Muy buenas a tod@s, ando estos días enfrascado en la lectura de un monográfico sobre espías en la actualidad y su importancia en la historia que, desde luego, no me está dejando indiferente. La verdad es que ni se me había pasado por la cabeza la crucial importancia de éste tipo de personajes en los derroteros que puede tomar un conflicto. Pero lo que mas me ha extrañado del monográfico, es que dentro de los grandes espías de la historia, los hay españoles. ¿No os sorprende? Pues a mi si, que queréis que os diga, la indiferencia, el camuflaje, el pasar desapercibido…no estaban precisamente entre el cúmulo, elenco, retahíla de habilidades que yo le atribuía a nuestros paisanos, pero que equivocado estaba, son muy buenos. Yo que vosotros me andaría con ojo, puede ser cualquiera, el que menos sospechéis.

Tanto me está gustando la revista, que sin querer he adoptado una especie de conducta paranoide detectivesca, como emulando a la protagonista –de cuyo nombre no me acuerdo ahora mismo- de la novela cumbre del fundador de ABC, Torcuato Luca de Tena, “Los renglones torcidos de Dios”, que de paso aprovecho para recomendárosla y así me comentáis si cabe o no un final alternativo a la misma, -yo creo que si-.

Así pues, hoy al dar un pequeño paseo –siguiendo las buenas y sanas costumbres- me fije en ciertos detalles que otro día cualquiera me hubiesen pasado totalmente desapercibidos. El primero de ellos, no por ello el más importante, es que creo, intuyo, infiero, ergo deduzco, que la dependienta de la fotocopiadora siente algo por mí. Ahora bien, no sabría decir de forma inconcusa de que se trata, puede ser amor, odio, rencor, pasión irrefrenable e irreprimible ante los placeres de mi carne…pero pronto lo averiguaré y os lo contaré, palabrita de niño salido cuando huele el aire de primavera que inspira a Melendi. Los motivos que me llevan a hacer esta reflexión por escrito son, que estoy seguro de que ella no se va a enterar que pongo estas cosas aquí, sino no quiero ni pensarlo, porque no hay que ser muy avezado en las artes espiatorias para darse cuenta de que la chica se gasta una mala hostia del copón. Otro motivo puede ser, que las hojas que amablemente la cedo para que me las fotocopie, las trata con especial cariño, si bien, es posible que ésta misma conducta la repita con cualquier otro cliente. Además creo que la pobre se siente incomoda cuando la miro y, una de dos, o desea que salte el mostrador y me aparee con ella ahí delante de todo el mundo, o lo que desea realmente, es estamparme la gruesa carpeta de fotocopias que con asiduidad diaria e inquebrantable llevo a mi Dulcinea del Fotocopioso, pero me voy a callar, no siendo que esté confundiendo molinos con gigantes.

Otra de las circunstancias en las que hoy reparé en mi paseo, bastante relacionada con la anterior aunque en distinto ámbito, es que creo que ligué –si, otra vez, hoy era mi día, lo ponía el horóscopo semanal- con una anciana. La calculo por encima, aunque soy muy malo para las edades, unos 75-80 años. Evidentemente, no quiero nada con gente de la que podría descender, ni con gente que podría ser mi descendiente –aunque a veces la noche, las copas y la ropa de golfas con la que salen de casa hoy las niñas me confundan-. Lo ocurrido fue que se paró en mitad de la acera con su lustrosa sonrisa postiza –lo de postiza va por la dentadura ¡eh!, no por la sonrisa- y me llamó “guapo rapaz”, miré a los lados y a lo largo de la acera pero no había nadie, no hay duda, se refería a mi. Desde aquí quiero hacerle un llamamiento para no romperla el corazón. Señora, búsquese hombres de su edad, que se levanten a mear 10 veces por la noche, que no quieran coyunda 8 veces al día como yo, que pongan su dentadura postiza en un vaso de agua como usted y den rienda suelta a su idilio intercambiándose dichas dentaduras –literalmente-, vea el culebrón, haga ganchillo, planche…en fin. Si al menos la hubiese conocido con 50 años menos…

Un saludo a tod@s, como veis un post Light, fruto de un ratín que he sacado aprovechando que mi hermano estará magreándose con alguna moza de su edad y tengo libre el ordenador en la franja temporal que le toca a él en teoría. Por cierto y, aunque no venga a cuento, además de la revista estoy leyendo una novela histórica muy buena, en la que me he enterado de porqué a las prostitutas las llaman esquineras. Porque no sé en el lugar desde el que me leáis, pero aquí en León, en las esquinas no se pone ni una –me han dicho-.El caso es que antaño, si se ponían en las esquinas, recibían el nombre de cantoneras y por pragmática real debían llevar el manto recortado y un ojo tapado por el mismo y, como sabéis, la acepción segunda de nuestro diccionario de la RAE, define canto cómo, “extremidad, punta, esquina o remate de algo”. Con lo que bueno, aunque sea de manera cutre, ya tenéis la evolución etimológica del vocablo o, más bien, su significado histórico, ahora si, me despido hasta la próxima.

2 Comments:

Blogger Erayo Peroyano said...

Tengo que empezar a fijarme en los detalles cuando ando por ahí, porque lo mismo yo también enamoro ancianitas y no he reparado en ello...

Espero noticias cuando consigas concretar que es lo que siente la fotocopista por ti. Pero fotocopias como Pili no las hace nadie.

Un saludo.

domingo, 13 mayo, 2007  
Blogger Javi said...

Muy buenas Roberto, coincido contigo en que Pili en tales menesteres -lo siento por el lenguaje obsoleto, pero estoy leyendo novela histórica y ya sabes, todo se pega- era the best. Se echa de menos hacer fotocopias en un sitio distinto a la facultad, jejeje.
Ten cuidado, que a lo mejor tienes a alguna enamorada ochentona con el corazón partio.
Prometo informar si hay novedades en el frente de reprografía.

martes, 29 mayo, 2007  

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