Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

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Lugar: León, Spain

En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

20 febrero 2013

En vela

Qué placer, encontrar en los medios algo verdaderamente interesante.

11 febrero 2013

Hoy



Hace frío, no: lo siguiente. Hay perros paseando más abrigados que muchas personas. Los chiquillos y chiquillas de la ciudad preparándose para disfrutar de la noche bruja bañezana: pena me dan, dadas las inclemencias, aunque hasta hace no tanto yo me encontraba en la misma tesitura. Muchísimas tiendas en liquidación por jubilación ¿anticipada? ¿forzosa? ¿irreversible? ¿veraz? La imaginación de nuestros emprendedores: un centro metamórfico (creo que lo atendía un Power Ranger), cafeterías-administración de lotería (tómese un cafelito mientras sella un euromillón), una academia de magia (incluía, obviamente, venta de objetos mágicos). ¿Qué tal? Esta pregunta, en apariencia inocua, no encierra ningún tipo de preocupación por su salud, ni la de su familia: sólo, y exclusivamente, pretende abastecer la curiosidad personal de datos sobre su situación laboral. Con lo que si responde que bien porque no le duele nada, a continuación le harán saber que se alegran de que ya trabaje, y que les alegraría aún más saber dónde y en qué. Es increíble averiguar hasta qué punto adoran las mujeres en el hombre aquello que, dicen, tanto detestan. Qué aire tan delicado, a la par que adorable, le dan esas enormes orejeras a las mujeres de toda edad, condición, e incluso tamaño. Breve encuentro con un joven del barrio al que creía un “bandarra”, un caso perdido: lo cierto es que ante mí hay un hombre hecho y derecho; y, sin duda, bastante juicioso. Como comprenderán, lo normal es que el que tenga retenga, y que se presuma de dicha inalterabilidad. Ese porque yo lo valgo tan carpetovetónico, evidentemente. Los panfletos de los comunistas en farolas y paredes en las que por supuesto está prohibido fijar carteles: ¿todavía crees que no hay lucha de clases? Y, justo al lado, el dibujo de un avestruz en una postura muy determinada. Yo no soy biólogo, ni estoy a cargo de ningún zoológico, ni sé casi nada de casi ningún animal. Pero la idea de observar un avestruz metiendo su cabecita en un agujero cuando tiene miedo, supongo que tiene que ver más con los dibujos animados que con la realidad: la presumible lógica de todos y cada uno de mis lectores, hace que me dé pudor escribir la inevitable y consiguiente asociación de ideas. La gente deja el paro, la crisis y la mangancia institucional apartada por un momento para hablar de la renuncia del Papa: ¿lo mejor para la Iglesia o egoísta cobardía? El gran teólogo, de mirada fría y carácter pétreo, cuelga los hábitos. Su antecesor estaba bastante peor de lo que él está, al menos en apariencia. En una sociedad en la que estamos tan faltos de buenos ejemplos, parece que su Santidad prefiere ser recordado por la altura de su mente, en detrimento, claro, de la de su espíritu. No es generosidad. Es pura coquetería. Y, la verdad, vivimos un tiempo demasiado pródigo en mártires como para que los valoremos.

Por lo demás, el paseo bien.

03 febrero 2013

Mario Vargas Llosa



Otilita. Hija de las caprichosas mujeres de Flaubert, poco dadas a la consolación del hombre; de esas hembras dueñas de sí mismas de Tolstói, que lo mismo se arrojaban a un tren por despecho, como, en esa novela que según Allen trata de Rusia y la guerra, mandaban con insolencia aristocrática en los salones de época de San Petersburgo comportarse a los hombres como caballeros; quizá con un poco de ese romanticismo rancio con el que Clarín las dotaba; sin duda, como esa dama de Balzac, con esa crueldad inmanente que encandilaba a incautos poetas de provincias para luego despojarlos de dignidad y esperanza con el agravio del olvido; tal vez, incluso un punto frágil y olvidadiza, como las deuteragonistas de Dumas; y, casi al final, cuando uno está a punto, desde una perspectiva estrictamente literaria, de mandar metafóricamente al carajo al género femenino, nos muestra el fervoroso deseo de protección por su hombre, actitud que, hoy día, toda mujer desecha de su prosaico libro de estilo, pero que en una heroína de la envergadura vital y empírica a la que el maestro peruano da vida, constituye toda una sorpresa.

Travesuras de la niña mala es una gran historia. A lo largo de sus páginas uno ríe, llora, se asusta, se endurece y se pone tierno, se indigna y se asombra, pero, sobre todo, aprende. Aprende sobre la condición humana, que es lo máximo a lo que puede aspirar a transmitir un libro. Una realidad presentada desde todos los puntos de vista. Personajes con todas las contradicciones que lastramos el hombre y la mujer desde la noche de los tiempos.  Un sobresaliente compendio de sabiduría, escalón al que sólo se puede acceder acumulando años, experiencia, un noble sentido de la realidad, y una plena disposición de todos nuestros sentidos para fagocitar cuanto nos sugiere la vida. Dice Patricio Pron que MVL ha hecho más por el Perú con sus libros de lo que habría hecho como presidente. Yo, de lo único que estoy seguro, es de cuanto le tiene que agradecer la literatura y el mundo de las letras a su exquisita presencia.

El libro tiene pasajes duros. Para ciertos lectores pueden resultar demasiado crudas o explícitas las innumerables escenas de sexo que acaecen en sus páginas. En algunas ocasiones, además, se ofrece esa visión de debilidad, obediencia, sumisión o sometimiento en la mujer que tantos inanes ríos de tinta ha hecho correr la mafia feminista desde que existe. Aunque dudo si la progresía ampara determinadas prácticas que aun considerándose parafilias, por el mero hecho de haber tomado la iniciativa la mujer ya están purificadas de toda objeción contundente.

Sí: las mujeres son malas, o no tanto. Y los hombres somos buenos o tontos, o tampoco tanto. O quizá incluso al revés. La vida, en verdad, es complicada. Lo más absurdo, después de todo, es que tratemos de explicárnosla. Esfuerzo baldío, y no precisamente pequeño. ¿Qué nos puede llevar a querer, a querer contra toda lógica y razón, a una persona de un modo tan descarnado y semejante? Esa duda flota a lo largo de todo el libro, y seguro que, de algún modo y en distintas cantidades, flota en todas las personas. Nos enamoramos. Queremos que nos quieran. No entendemos que no nos entiendan. Y no consuela nada razonar sobre el desamparo, nuestra soledad, o el poco entusiasmo con el que tantas veces es acogido la dubitativa expresión de nuestro más íntimo anhelo.

En un momento de la novela el escritor afirma que sólo los imbéciles son felices. Y tiene toda la razón. La fortuna no tiene padre, pero al talento le salen demasiados hijos. Comprender, ver, escuchar, en sus sentidos más nobles, es durísimo. Sería mucho más fácil vivir despojado de toda razón y de todo conocimiento. La intrepidez, la valentía del ignorante, para sí la quisiera el lúcido. Hasta en materia de amor, o sobre todo en ella, lo mejor es no preguntar(se). Pues la frágil coincidencia del azar, del espacio y el tiempo, y hasta de esa mutua, inevitable e irresistible atracción física, puede durar muy poco. Demasiado poco para nuestros más abstrusos devaneos. La incertidumbre es un hálito de vida. Supongo que, en cierto sentido, moriríamos un poco queriendo resolverlo todo. Y quizá la mejor enseñanza que nos ofrece el escrito es que, ante la pregunta de qué es el amor, tal vez no haya una sola respuesta. O tal vez, o simplemente, no haya ninguna.