Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

Correspondencia: fjsgad@gmail.com
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Lugar: León, Spain

En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

30 septiembre 2010

Recomendación


Hay tardes cuyos solemnes silencios nos dejan una sensación de vacío, melancolía y soledad que entristece, inevitablemente, el imparable segundero de nuestras repetitivas vidas. Para evitar o paliar esa desazón, ese inquebrantable y patológico desasosiego, nada mejor que frecuentar determinadas lecturas, por ejemplo en la red, que nos sirvan de eficaz remedio contra la instauración del característico tedio. Verbigracia, los escritos en un instante de Antonio Muñoz Molina. Diario tierno y profundo, delicado y sensible, muy inteligente, y, desde luego, aderezado con ese ejemplar toque sentimental del que el maestro ubetense se sirve admirablemente en todos y cada uno de sus escritos.

No es un autor con el que ideológicamente esté de acuerdo, sin duda, pero sería ridículo, completamente absurdo, que ese motivo supusiese algún tipo de inconveniente. Su estilo es sublime, y me atrapa, absorbe y entretiene sobremanera. Lo demás, sencillamente, sobra.

29 septiembre 2010

29-S

A las 8:30 de la mañana llamó mi hermano. Se había levantado, como todos los días, para ir a trabajar, pero al llegar se encontró con silicona en la cerradura. Según nos contó, los mercenarios sindicalistas habían hecho lo mismo en todas las naves del polígono industrial. Poco después, en la televisión, en uno de esos programas en los que los españoles creen remediar sus vacios culturales, afirmaron que para la silicona no hay nada mejor que la acetona. La conducta friki que impera en medios y personas se me debe de haber pegado: estuve a punto de mandarle un sms. Sobre las 9:30 salí a la calle. ¡Me iba a perder yo mi primera huelga general! La anterior me pilló en la universidad, cursando segundo de carrera. Y ese mismo día tuve examen de Derecho Político. Los alumnos, siempre dados a la conjetura más favorable, estábamos convencidos de que la prueba no se realizaría. Pero je de je. Los autobuses circularon, la universidad funcionó, y el examen, vaya, se celebró. Y hoy, dado que en mi condición de opositor gozo de horario flexible, salté raudo y feliz a la calle, a ver qué me contaban mis ojos. Tengo que decir que lo que es la huelga, a sensu estricto, y lo que es llegar, a mi barrio no llegó (y, a las horas en que les escribo, la verdad, nada hace pensar lo contrario). En la calle se respiraba el mismo ambiente de compadreo y monotonía que se lleva respirando absolutamente toda la vida. Sí comprobé que circulaban menos coches, pero tampoco eran horas de especial tráfico y tránsito. En el centro, en cambio, había cierto tufillo a domingo. Calles barridas, aún menos coches, y no pocos establecimientos cerrados. Me llegué hasta la Catedral, que estaba espléndida, fría y majestuosa como, desde siempre, nos tiene acostumbrados a sus paisanos. Y bajé hasta la plaza de Santo Domingo con intenciones de continuar por Ordoño II, nuestra peculiar Cibeles y Paseo del Prado: allí había una concentración estruendosa, no demasiado multitudinaria, de manifestantes, huelguistas y sindicalistas varios; y, en mi opinión, un desproporcionado despliegue de medios policiales. Daba gusto ver a la muchedumbre, oigan. Con sus silbatos, y sus banderas, y esas bocinas tan molestas que se debieron de traer de Rodiezmo. A mí, la verdad, es que los sindicatos y los trepas de su entorno nunca me han gustado un pelo. Por eso, si quieren, tíldenme de parcial, y díganme que tengo la mirada sucia y estoy lleno de prejuicios. En cualquier caso, yo aquí expreso mis opiniones y mis impresiones, y permítanme un argumento parvulario verdaderamente irrefutable: en mi blog escribo lo que quiero. Y, ¿cuáles son mis impresiones? Pues miren. Viendo a toda esa gente, sinceramente, me dio la sensación de estar contemplando a una cuadrilla de vagos que no la han hincado en toda su vida, y que han vivido del cuento y la soflama durante todos y cada uno de sus días. Ahí estaban, con cara de orgullo patrio, pero sin patria: chulos, déspotas, maleducados. Entre ellos había jóvenes estudiantes, que en vez de ocupar las aulas para tener medianamente amueblada la cabeza el día de mañana, se dedicaban a vitorear y hacer cierta parte del trabajo a los huelguistas. Escuché unas palabras a una dependienta de una tienda de la calle Alcázar de Toledo, afirmando que se había visto obligada a cerrar, que había sido compelida por unos estudiantillos mientras los “huelgos” los vigilaban desde la esquina, y que claro, cualquiera entraba en razones con ellos. También vi, ¡cosas del directo!, a un sindicalista departiendo con un joyero. Éste se negaba a cerrar. Y el sindicalista, inflamado y sabiéndose objeto de todas las miradas, se creció. No escuché toda la perorata, porque uno ya se va curando de ciertos espantos en esta vida, pero me llegó lo siguiente: ¡porque todos somos compañeros!, ¡¡todos estamos en el mismo bando!!, ¡¡¡todos somos de la misma familia!!! Como ustedes comprenderán, estas palabras me emocionaron. Se me saltaban las lágrimas. Se me doblaban las piernas. Me flaqueaban las fuerzas y el conjunto noble del ánimo…

Y volviendo para casa, colmado de esperanzas muy humanas y todas ellas ciertamente gozosas, me encontré con unas señoras, ya demasiado hechas para comentarlas, que repartían unos folletos de…la atalaya. Y no pude resistirme:

-¿Y ustedes no hacen huelga?

28 septiembre 2010

Hechos al servicio de las palabras (y viceversa)

Leo maravillado, en el blog de Santiago González, lo que son los nuevos tiempos. Y, además, cómo son llamados. ¡Piquetes convencitivos! No me digan que no es para tocarse. Pero adónde hemos llegado, vamos a ver. En este país qué es lo que ha pasado para que ya nadie llame a las cosas por su nombre. La expresión referida en boca de un sindicalista, es comparable, o poco menos, a que un padre no reconozca a un hijo. Es evidente que no pueden presumir de algo que no existe: es decir, y a los efectos, de algo que no tiene ningún tipo de amparo legal. Porque, claro, sólo faltaría, incluso en este país, que para defender un derecho se tuviesen que conculcar otros (lo cual se materializará mañana), y, además, dicha circunstancia se reconociese fresca y gallarda en una norma jurídica. Pero de ahí a ponerle otro nombre al, llamémoslo, factor incómodo, reconociendo su ser y su estar, y quedarse tan anchos, es, por lo menos, para correrlos a gorrazos a todos mañana con visera, pancarta, barba de cuatro días y camisa a cuadros incluida.


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Este primer párrafo de una columna que firma (o hubiese firmado) Francisco de Quevedo:

“LA prensa debería recoger el juicio de la Operación Malaya en la sección de Espectáculos, porque ese desfile de granujas no tiene mejor clave narrativa que la de lo grotesco. Dos periodistas de Marbella, Héctor Barbotta y Juan Cano, han relatado con pericia profesional el caso bajo los códigos clásicos de la novela negra, pero se trata más bien de un esperpento del siglo XXI, una farsa burlesca con personajes dignos del Callejón del Gato: el Cachuli, la Rubia, la mujer del Pantojo, la Montse, el Gitano, Sandokán, y ese Roca de los nueve teléfonos y la sonrisa glacial que parece un trasunto bananero de Don Corleone. Un manojo de truhanes envueltos en la sombra mediática de la Pantoja, que es el factor folclórico y popular del sainete, el gancho para el carrusel de la telebasura. Un fresco estrafalario y marginal de cierta España pícara, desmesurada, golfa, osada en su semianalfabetismo desvergonzado, que se coló por las rendijas de la política gracias a la anuencia y la omisión de unos poderes públicos aletargados en su deber de responsabilidad”.


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Esta sentada en la mesa con tres amigas disfrutando de su noche de chicas, eufemismo con el que los nuevos tiempos vienen a bautizar el desmadre despendolado que, si no es buscado, deviene en cualquier caso. Tiene un aire coqueto y desenfadado, mueve las manos con tino y desparpajo, y su mirada vivaracha de brujilla inquieta avizora presas adonde sólo suele llegar ella. Cruza las piernas en un ejercicio de contorsionismo sofisticado que hipnotiza a incautos y atrae a desaprensivos. Sus labios dicen, callan o beben dibujando deliciosos ángulos nunca imaginados. Y de sus pequeñas orejillas penden dos grandes, plateados y llamativos aros. La blusa transparenta, fugaz y atrevida, sus adorables tetillas de mazapán recién horneado, mientras sus largos brazos se estiran delicados dando forma a un cuerpo de carne magra para la gula pecaminosa y la bacanal sabrosa.

27 septiembre 2010

Me van a perdonar lo de hoy

Es increíble. Pero a veces pienso que el ordenador está poseído por algún ectoplasma de esos exóticos, inquietantes y tenebrosos que nos vende el incombustible Iker Jiménez. Iba a escribir sobre la huelga, los sindicatos, los piquetes, y la madre que los trajo a todos. Pero, cuando ya llevaba casi un folio de Word, el puntero de la pantalla comenzó a parpadear muy rápidamente, y yo, sobre todo para tranquilizarlo, le di un click al ratoncito, con el dedito, así como sin importancia, y, de repente, comprobé que se había vuelto completamente loco. Comenzó a borrar todo lo escrito. Y me dejó el cuantapalabros a cero patatero. Ni Ctrl más Alt más zeta, ni leches en vinagreta. Que se perdió y se perdió. Y eso que escribo los post antes en Word, precisamente, para que no me pasen estos incidentes. Me entró tal desazón, con su puntito de cabreo y mala baba, todo bien mezclado y agitado, que a punto he estado de mandar el post de hoy al carajo. Y también de manifestar mi siempre ejemplar, por contenida, violencia jugando al fútbol con la CPU. Porque ya me dirán ustedes que se hace en estos casos. Cuando uno se enfada con la mujer hace como que la ignora y ya no la quiere y se va a dormir tranquilamente al sofá; si nos enfadamos con la novia…bueno, vale, estos casos no existen o no se recogen en ninguna parte; si el objeto de nuestra ira es el vecino, lo saludable y recomendable por los organismos internacionales más cualificados y reconocidos es hacerles la puñeta; y si, finalmente, aunque pueden poner todos los ejemplos que les salgan de la punta de sus apéndices nasales, se molestan con sus santas madres, dado que no hay más que una, más les vale meterse el enojo por donde les quepa, y mejor cuanto antes, no siendo que además de no ganar nada a cambio les salga el tiro por la cuneta (no es errata, sino gracieta deliberada –in memoriam-). Pero en fin, que el tiempo, y las ganas, se me han acabado. Y lo dejo, vaya. Aunque a quién le importa la huelga, vamos a ver. Hoy, último lunes de Septiembre, una de las noticias más vistas, ¡y valoradas!, de las ediciones digitales de los periódicos, es que Sara Carbonero, esa muchacha con la boca de Angelina Jolie, el pelo de Jessica Alba y la mirada de Esther Cañadas, aunque se admiten combinaciones, se ha caído, y por si fuera poca la desgracia e infortunio, se la han visto las bragas. Que las llevaba blancas, por cierto. Así que, qué quieren que les diga. Yo no sé si, como afirman los sindicatos, los piquetes coactivos son una leyenda urbana. Ya se verá, en todo caso. Pero si que espero, y esto lo digo de todo corazón, que lo sea lo de la candidatura presidencial de Belén Esteban. Porque, en caso contrario, íbamos a ir todos aviados. Sin excepciones.

23 septiembre 2010

Encantados, hastiado, mi verano en dos imágenes

Presos y confidentes de sus propias ocupaciones se inclinan uno hacia el otro mostrando un interés inexistente, un entusiasmo impostado y una admiración sin cimientos. Ella se atusa el pelo con coquetería de mojigata, le mira directamente a los ojos, y bebe de su refresco sin la actitud del sediento ni el agrado del complacido. Él se da aires de ridícula importancia, pues le escucha una mujer de cierto atractivo, y toma por montañas los ratones que con tanto énfasis pronuncia. Viven ambos felices en una frágil burbuja que creen inalcanzable para el resto de simples y ordinarios mortales. Se sienten más que admirados envidiados, pero no advierten los silentes tonos de reproche de quienes conociéndolos les van apartando. Más tampoco darán importancia alguna a la displicencia recibida, pues nada ha de existir más allá del contorno de sus propios e idealizados ombligos. El inexorable peligro de que según la leyenda se encuentren esas dos mitades tristes y errabundas no es otro que después de realizar tantos esfuerzos y sufrir múltiples desvelos desoigamos todo cuidado y caigamos complacientes en el poco mullido pozo de nuestro hórrido desengaño.


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Este divertido, entrañable y personal comienzo de la columna de Valentí Puig:

“Viajar en AVE de Madrid a Barcelona junto a una muchacha con el iPod a todo volumen y sorbiendo moco sin parar plantea dudas sobre los límites de la convivencia humana”.


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Bueno, y como nunca muestro imágenes de mi “yo músico”, aquí les van dos muestras relacionadas:

1. En un ejercicio con muchísimos precedentes de narcisismo infundado, mi persona, y lo que la amuebla, momentos antes de que me pasasen a buscar, en el ecuador de este verano, para amenizar alguna verbena.



2. Un poco antes de comenzar a tocar, creo que tomada en Vega de Magaz, cerca de Astorga, esta instantánea del coqueto escenario, y mi querido y vistoso instrumental (y demás bafles –me encanta este término, por cierto-)


22 septiembre 2010

Incontinencia





Hay quien para solucionar un problema individual no ve otra salida que travestirlo de colectivo. Al enojo, enfado o explosión del sosiego inicial le sigue una vendetta que, en contra de lo aconsejado por la rica y abundante experiencia humana, se sirve, exhibe y consume en caliente. El resultado, desde luego, no es el preferible, ni el esperado-deseado. Más bien supone el crecimiento o conversión de un lance banal, en una cuestión en que la honra, la dignidad y el orgullo quiebran o se detienen, oscilantes, frente a un abismo de indeterminado calibre. Si se opta por el silencio probablemente la cuestión no se resuelva sola, pero cabe la certeza de que el factor publicitario no entre en liza. Una vez compartido, sin embargo, deja de ser un asunto personal, individual, privado. Y se hace partidario al entorno inmediato no ya de un hecho objetivo, sino siempre, y en todo caso, de un exclusivo punto de vista. Cuando el dolor recibido, para sobrevivir, necesita de propaganda, es que no ha de ser tal su consideración, y mucho menos su denominación. Se tratará, más bien, de un grito de auxilio solapado, del desesperado intento de un ego necesitado de mimos y cortesías por subsistir en un mundo plagado de indiferencias, desprecios y desatenciones.

21 septiembre 2010

Fauna ibérica

Política de fotos, de crispación, de pasarela: nihil novum sub sole. Decía Baltasar Gracián, y así lo leí del maestro José Sotelo, que las cosas no pasan por lo que son, sino por lo que parecen. Y, a la vista de los acontecimientos, algunos tienen la lección bien aprendida. Más vale, pues, aparentar resolver un conflicto que solucionarlo. Total, y como dicen en mi tierra: el que venga detrás, que arree. Aunque, después de todo, no debería cundir el pánico, dado que es imposible, o al menos muy improbable, contar con mejores intenciones (aunque la mayoría de las veces, al contrario de lo que afirma el dicho, no sean las que cuentan). El mensaje es utópico, pero hay que reconocer que no deja cabo suelto. Se erradicará la pobreza en el mundo. No habrá más guerras. Se hará caso omiso de las religiones (sin duda de algunas y sobre todo en algunos sitios). No habrá conductas xenófobas, aunque todo en la vida es relativo. E imperará el diálogo (¿oxímoron?).

Café para todos. Y háganse un favor: no pregunten quién invita.


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“José Luis Rodríguez Zapatero tiene menos credibilidad que un chimpancé haciendo misa, Joan Ridao, ERC, sensible observador de la naturaleza humana en general, pero obscenamente insensible de la suya en particular. De agudeza probablemente ilimitada. E inteligencia absolutamente impredecible.

Está pendiente de clasificación por géneros.

20 septiembre 2010

Alianzas improbables, males endémicos, regalos

El sabio don Gabriel Albiac nos dejaba esta mañana sin palabras con su excelente y cruda columna, poniendo en negro sobre blanco lo que de verdad importa, que son hechos contantes y sonantes, fielmente descriptivos de una actitud medieval, inhumana, teocrática, y que, por estos lares, más de un intelectual de los que se autodenominan de progreso se empeña en defender y justificar:

“EL Irán de Ahmadineyad ejecutó el año pasado 350 penas de muerte. Casi un asesinato al día. Por los más bárbaros procedimientos —que van de la pública lapidación al público ahorcamiento en grúas— el crimen sigue siendo el espectáculo favorito de los piadosos dirigentes de Qom y Teherán. Porque hablamos de asesinatos. De Estado. Pero asesinatos. Algo más de cuatro mil homosexuales han sido ejecutados por el régimen iraní en sus años de ominosa «revolución islámica». Ocho mujeres y dos hombres aguardan hoy el momento de ser lapidados a muerte por sus impúdicas prácticas sexuales. Veintinueve periódicos han sido clausurados. Ciento treinta periodistas se pudren en cárceles sin garantía alguna; otros sesenta viven desterrados.

No sé qué me horroriza más. Si la barbarie de gentes capaces de desplegar tales dosis de crueldad en el nombre de un Dios genocida, o si la de quienes en Occidente callan”.


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Ayer, en el pueblo, metiendo mano a algún suplemento bastante atrasado, que me miraba con cierta nostalgia desde un rincón casi olvidado de la habitación, me encontré con esta maravilla de Irene Lozano:

“Vivimos en Sopa de ganso, y cada vez que Groucho nos pregunta: ¿A quién va usted a creer? ¿A mí o a lo que ven sus ojos?, contestamos: A usted. Los estudios cognitivos confirman que nuestra mente desatiende las informaciones que colisionan con nuestras creencias previas, de modo que es más fácil radicalizar al convencido que persuadir al escéptico”.


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Correspondencia/ Anay S.S.



Querido Javi,

Acabo de estar en tu blog, disfrutándolo, tras una jornada agotadora. Gracias. Te envío un enlace a un video que, sencillamente, me parece precioso.

Buenas noches.

Un beso, desde mi Barcelona...

Anay

17 septiembre 2010

Ocurrencias (propias y ajenas)

Los sindicatos han descubierto un nuevo remedio para evitar el absentismo del guateque del día 29: han pedido a los abuelos, aunque no sean ni rojos ni socialistas, que ese día a los nietos los cuide su padre y la madre que los parió. Uno, con semejante proclama de pescadería, no sabe si reírse por la supuesta agudeza o llorar por la bajeza y endeblez neuronal de quienes deberían rayar a una altura manifiestamente más elevada. Se ve que están con la soga en el sitio donde se suelen poner esos pañuelos tan monos y llamativos que guardan para los días en que Zapatero se viste de paisano y lleva a su santa a respirar el aire del campo, aunque éste esté harto viciado del combustible utilizado por tanto autocar fletado a cuenta del erario y la siempre noble e indeterminada causa. Además, por si fueran pocas las penas y angustias de Méndez y Toxo, algunos sindicatos como CSIF, ANPE o USCA han dicho que no piensan secundar la huelga. La unión hace la fuerza y, a sensu contrario, la división no puede hacer otra cosa que debilitarla. Si el día 29 las hordas subvencionadas fracasan en su desesperado último empeño, deberíamos preguntarnos qué papel están representando en la actualidad, cuántos medios humanos necesitan para desempeñarlo, y cuánto nos cuesta mantener unas instituciones tan inanes, onerosas y sumamente partidistas.


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Este mujerón que ven aquí encima se llama Jimena Navarrete, aunque es tan guapa que podría llamarse como le diera la gana. Es la Miss Universo del año 2010. Un prestigioso certamen al que todos los años acuden en masa mis primas y alguna que otra vecina del barrio. Sin embargo, esta belleza en particular, cosa rarísima, punto menos que curiosa y excepcional, no es de la familia, ¡y ni siquiera reside en el vecindario! Así que, dada mi irresistible impulsividad por conocer a gente maja y simpática, de esa que tanto abunda por las calles de España, y con el permiso de todos ustedes, me la voy a pedir para reyes.

16 septiembre 2010

Complacencia

Me gusta que llueva cuando ya hacía tiempo que no lo hacía. Pasear aprisa bajo el escaso cobijo que ofrece el resguardo del paraguas. Caminar solo. Disfrutar del rumor de fondo de mis pisadas, del tintineo de mis llaves, del incesante goteo de mis pensamientos. Paladear esa sensación de libertad que no conoce de horarios, de agendas, de inaplazables compromisos. Dejarme llevar sin un rumbo fijo, según la apetencia física que me ofrezcan las circunstancias. Oler esa humedad latente que tras esas primeras gotas de agua impregna todo el ambiente, después de toda una estación seca, calurosa, casi asfixiante. Mirar el paisaje mojado, los pequeños charcos en las aceras, esas gotas como de rocío que perlan la superficie de las hojas. Sacar tímidamente una mano para comprobar que ya ha parado, que continúa pero muy levemente, o que comienza a coger más fuerza. Ver a los niños muy serios sujetando sus primeros paraguas, a dos enamorados muy juntitos para aprovechar lo mejor posible la exigua superficie que los ampara (o quien sabe), a un matrimonio anciano no dejando que el tiempo les estropee la rutina de su distraer diario; a un perrito completamente empapado que se sacude con fuerza el agua que lo anega, mientras la dueña lo mira con preocupación, se agacha, lo acaricia y lo seca con una pequeña toalla susurrándole unas palabras cariñosas al oído, que apaciguan por igual al can y al observador; también a los camareros, que recogen con manifiesta desgana los últimos vestigios de una terraza en el día de hoy prácticamente inutilizada. Y, por último, entre la retahíla de establecimientos completamente cerrados, llama mi atención la bulliciosa actividad que sugieren los resplandecientes escaparates de los incombustibles comercios chinos: la diligencia también me agrada.

Y ya ha parado de llover; y como saben, mañana será otro día…

14 septiembre 2010

Estampas

Llegan a la ciudad con la pinta de haber pasado un domingo de los de toda la vida. Con la maleta llena, los asientos completos y las ventanillas bajadas, esperan pacientes en la cola de una rotonda que no quiere ni parece despejarse. De una de las ventanas se asoman, como con rubor ingenuo de muchacha cortejada, una serie de camisas prendidas de una percha de plástico chillón, probablemente comprada en ese sitio en el que venden felpudos socialdemócratas. Se nota que no han ido de camping, ni a la playa, ni a hacer senderismo. Vienen del pueblo, en el que la misa sigue siendo sagrada y la gente acude a la misma vestida de personas respetables. Al acabar toca charla trivial en la plaza y, después, chatos en los bares, que siempre han sido la segunda casa de los españoles, y ahora, también, de las españolas. El cura suele sumarse, y así se entera de los avatares y chascarrillos que ya no le llegan a los confesionarios. Los párrocos son formidables: la pérdida de influencia en los altares la han recuperado en las cantinas. Y a la gente le parece muy bien, porque todo cambia cuando se bebe de una copa de vino y se rumia de una bandejita nada sobrada de calamares. Al terminar la refacción se van mucho más contentos de lo que entraron a comer el arroz con pollo a casa de la suegra, como diría don Antonio Muñoz Molina. Y tras una sobremesa más exigua que las de Agosto, el cabeza de familia mirará adusto el reloj, y recordará a su santa que es Septiembre, que las tardes se hacen más cortas y los días más frescos, que mañana las niñas tienen que ir al colegio, y, sobre todo, que ya ha empezado la liga.


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La mejor columna del día de la mano del mejor de todos los días:

“Hay que tenerlos bien cuadrados para plantarse en una cumbre internacional sobre (des)empleo con la segunda mayor tasa de paro de Europa y sacar pecho sin inmutarse para blasonar de la cantidad de gente que tiene tiempo libre para completar su formación laboral. Con un par”.


La firma don Ignacio Camacho, castellano en su pluma, andaluz en las ondas, profesoral en su imagen, señor de Marchena.

13 septiembre 2010

Ángulo muerto

Zapatero ha vuelto porque, desgraciadamente, nunca se ha ido. Invitado a una conferencia en la que por la temática a tratar debería haberse limitado a oír, ver y callar, se ha arrancado, como nos tiene acostumbrados, por alegres bulerías. No me dirán que no es para estar orgullosos. El hombre sabio se diferencia del simplemente inteligente en que, sobre todo, conoce perfectamente sus límites. Y el hombre inteligente se diferencia del simplemente tonto en que, sin duda, y sin ayuda, es capaz de identificar cómo está más guapo. Ni qué decir tiene que nuestro líder planetario no tiene ninguna de estas dos cualidades, pero, por si todo ello fuera poco, cree que le sobran puntos de ambas. Y donde todo el mundo ve problemas, él no ve más que soluciones que, por desgracia, nadie más percibe. Ahora va a resultar que la culpa de todo la tienen los pesimistas, que son unos cenizos odiosos y contaminan el ambiente más que el desodorante de los comunistas. Y es que él lo tiene todo muy claro, ver el vaso medio vacío, en la vida política, económica y social, no ayuda. Y cree que arengando al pueblo con dosis de optimismo infundado, como cuando desde las carrozas festivas se tiran caramelos a los muchachos, el asunto se va arreglar por sí solo. El ser humano es verdaderamente fascinante. En vez de reconocer sus errores, se empecina en ellos. Y persiste en los mismos todavía con más fuerza. No es que el hombre sea el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Es que hay hombres que no pueden vivir sin el objeto de su tropiezo.


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En tiempos de crisis, penurias y decadencia es necesaria la gente capaz de ofrecer su muy particular punto de vista, su mirada, su novedosa e inexplorada perspectiva de la realidad; se hacen llamar a sí mismos descubridores, visionarios… y algunos de ellos se vienen dedicando a la política desde hace tiempo:

"Una persona cuando está formándose está trabajando, está trabajando para un país"

José Luis Rodríguez Zapatero, el inefable.

10 septiembre 2010

De citas y artistas

En la tribuna de Gustavo Martín Garzo, casi al final, cae, por su propia madurez, esta perlita:

“la verdadera vida exige hacer promesas que no se pueden cumplir: que las palabras nos salvarán de la muerte, que los besos siempre serán como los primeros, que habrá niños resplandecientes y relojes sin agujas”.

Y salva un artículo en el que todo lector, antes de comenzar a leerlo, ya sabía que iba a aparecer el nombre de Iker Casillas, y el de su rico bombón, por supuesto.


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Llevo toda la semana acostándome de madrugada, jodido pero contento, como se suele decir. En la 2 están echando, poniendo, visualizando el Festival de Jazz de San Javier, y dado que en el mes de Agosto no pude ver la retransmisión del de San Sebastián, y mucho menos verlo in situ, aunque tuve la oportunidad, y que los artistas invitados nada tienen que envidiar a los del festival vasco, pues oigan, he pasado las últimas veladas de lo más risueño. Ayer, por ejemplo, dieron el de Bill Evans, el saxofonista, que fue una cosa guapa, guapa, y tengo entendido que estarán ofreciéndolos hasta el 21 de Septiembre, así que si gustan y les place, no se pierdan ninguna actuación, son una verdadera delicia.



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Y como hoy no dispongo casi de tiempo para ponerles algo sensato, razonable y juicioso, y también, cómo no, porque es evidente que estamos física y mentalmente de fin de semana, simplemente les voy a escribir una bonita frase, que me encontré ayer en un marcapáginas que me dieron en una librería al comprar Postguerra, del maestro Tony Judt, y que se atribuye a Mariano José de Larra, aunque no aparece la referencia de la obra de donde la han sacado, y dada la personalidad del genio, a mí, su filiación, me parece algo dudosa:

“Por grandes y profundos que sean los conocimientos de un hombre, el día menos pensado encuentra en el libro que menos valga a sus ojos, alguna frase que le enseñe algo que ignora”

En cualquier caso, no deja de ser axioma en manifiesto desuso por el personal relativamente ilustrado, no me digan.

Pasen, por cierto, un buen fin de semana.

09 septiembre 2010

Mamandurria

Esos hombres barbados, descamisados y malhablados que defienden nuestros derechos laborales a golpe de huelgas, proclamas y arrumacos al gobierno, deben, ¡por fin!, haberse despertado del largo letargo que los ocupaba. Ahora dicen, respecto a la reforma laboral ultimada, que cómo es posible, y levantan el puño en alto indignados como cuando cantan todos juntos en las romerías de León. Nuestra clase sindical, que mientras dormitaba en el mullido colchón de las subvenciones no se ha acordado para nada del sector social al que representaba, ahora clama al cielo, y aún reconociendo que la huelga es una putada, el día 29, va a ir con todo y a por todas. En el ejecutivo miran a sus colegas de timba, peluquero y vestuario con pena y cierta simpatía. Pues ya dijo Zapatero a Llamazares, en su día, que no había nada a la izquierda del Gobierno. Y el mentado, sin sorpresa de nadie, no dijo ni esta boca es mía. La verdad, para mí, es que para que en España tengan algún efecto las huelgas generales se han de convocar sólo y exclusivamente contra el PP, aunque no hagan falta. Eso de la izquierda contra la izquierda suena un poco a desdoblamiento de la personalidad, que es lo que tienen algunos políticos e Iñaki Gabilondo cuando les apagan los micrófonos. Por eso el personal, después de 6 años de declamaciones contra el PP, no sabe ni entiende a qué viene ahora tanto alboroto contra estos señores que miran tanto y tan bien por el obrero. Y por esa misma razón, el día 29, la convocatoria va a ser un verdadero fiasco. No va a servir para casi nada de lo que se pretende (ninguna lo hace), es inoportuna (casi todas lo son), y llega demasiado tarde. Simplemente, servirá para dejar a los principales sindicatos con sus vergüenzas al aire: son organizaciones obsoletas, los liberados tienen demasiados privilegios y sus líderes muestran una dolorosa y obscena permisividad con determinadas políticas según las emprenda un gobierno u otro.

Y luego, querrán que les hagan caso…


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08 septiembre 2010

No hay nada escrito

La sociedad y sus revistas de moda conforman esa tendencia inmadura a no abandonar nunca la escuela, a no jactarse de criterio propio, a mezclarse con el resto del rebaño. Se llevan los leggings, esa prenda ajustada para hembras desmusladas, con las piernas huesudas y el culo escurrido. La mujer de hoy se atreve a presumir de tipo fino lo que ha perdido de buen paisaje y salud razonable. Por eso gusta gastar ropa elástica y cómoda, tan en función de esa visión demasiado práctica y desenfadada, que es lo que se debe de llevar ahora, o sea, una mujer de catálogo, aunque esté descatalogada. También se llevan, en el papel, en la calle y hasta en la intimidad de las alcobas, los tonos grises y las rayas horizontales. Lo primero, porque a la gente, al contrario de lo que comúnmente se piensa, lo que la gusta es pasar desapercibida. Y así sale a la calle con tonos tristes y apagados, que ni fu ni fa, como se dice coloquialmente. Además, el gris pega con todo y con todos, hasta con la gente que siempre ha sido un poco pija, como la Trini, asunto que nos recordaba hoy, en su columna, en la edición impresa de El Mundo, Santiago González, aunque él hiciese hincapié en aquella chupa colorada con la que la rubia, en su día, levantara tantas pasiones. Y lo segundo, las rayas presidiarias, están de moda porque el personal recuerda con nostalgia y cariño infinitos la ropa que usaba la tripulación de Chanquete, que también tuvo su época tonta, su tiempo chic. Y así, por ponerles un ejemplo no menos inapropiado que cualquier otro, a las muchachas de hogaño las ponen los señoritos que vistan como lo hacía “el piraña”, aquel muchacho que siempre hablaba con la boca llena, porque, a decir verdad, nunca la tenía vacía. Y en cuanto a los jóvenes de hoy, ni qué decir tiene que nos siguen gustando y causando no poca admiración las muchachas en bicicleta, aunque ya no silben, ni canten, y algunas ni siquiera sepan montarlas.

07 septiembre 2010

Esa mujer, también lo diría Punset, así son

Llega mirando de frente a los hombres, se apoya en la pared y cruza los brazos. No quiere que la toquen, pero sabe que la observan, y no se incomoda. Lleva unos vaqueros azul claro extraordinariamente ceñidos que le marcan unos glúteos casi irreales, y una fina camisa de seda, de un tono rosáceo, que aun sugiriendo unos pechos no demasiado grandes provoca envidia en amigas, inquietud en sus padres y anhelos prohibidos en la mejorable fauna masculina. Cuando la orquesta se arranca con un ritmo movido hace ademán de incorporarse al baile, pero justo entonces recuerda que las mujeres bonitas, cuanto más tristes y solas, en los retratos del tiempo, más bellas salen. Y, entonces, su dignidad de mujer inalcanzable la encierra en una torre ignota, invisible, o simplemente inexistente. Se da la vuelta, y por donde sus pies la traen, ahora se la llevan. Recorre la sala deprisa y cabizbaja, y se despide silente, dejando un rumor de suspiros y un alivio de competencias aún no declaradas.


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En el suplemento de El País, los domingos, suelen venir unos artículos muy entretenidos e ilustrativos de psicología que, en ocasiones, no tienen desperdicio. A modo de ejemplo, lean y disfruten este de Cristina Llagostera, del que me voy a tomar la libertad de colgar un pequeño fragmento:

“El inconsciente, más allá de la visión negativa que a veces se tiene de él como un sumidero de impulsos o recuerdos reprimidos, constituye una parcela enorme de la mente (se le atribuye en torno al 85% de la capacidad cerebral) repleta de posibilidades aún desconocidas.

La mente consciente se encarga de razonar, discriminar, analizar la información y tomar decisiones. La mente inconsciente actúa de manera totalmente distinta: controla las funciones involuntarias del organismo, capta y almacena toda la información de los sentidos y contiene la memoria emocional. El psiquiatra Carl Gustav Jung lo definía como un pozo inabarcable de información al que es posible asomarse para aprender tanto acerca de uno mismo como del mundo.

Las intuiciones, los sueños, los momentos de inspiración tienden un puente entre consciente e inconsciente. Nuestra mente almacena muchos datos, impresiones y percepciones que no conocemos, pero que en un momento dado pueden aflorar a la superficie. Contamos con una sabiduría que va más allá de la razón, y que se muestra de manera más clara cuanto más conectamos con nosotros mismos”.


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En el mes de Agosto, abrazado cariñosa e inseparablemente de mi hamaca, veía, parafraseando a Howard Carter momentos antes de su célebre descubrimiento, cosas maravillosas en los periódicos:

Qué haríamos sin el maestro Mingote (pinchen, si gustan).

06 septiembre 2010

Déjà vu, entierro sin velas, criterio en busca y captura

Anuncio de ETA, finalidades limitadas y predecibles: presencia en Ayuntamientos, reorganizarse-rearmarse, un guiño ambiguo a las peticiones expresas de la izquierda abertzale. Sorprende el momento, no obstante. Si decidió hace meses no cometer “acciones armadas ofensivas”, la pregunta es demasiado obvia: ¿por qué lo ha anunciado ahora, y no entonces?: ¿desacreditar la actividad policial llevada a cabo? Esto supondría devaluar la labor del pacto PSE-PP en el País Vasco, claro; pero no cuela, y tampoco es su principal objetivo. Más bien hiede a un querer y no poder. Es decir, no ha quedado otro remedio. Que es aproximadamente lo mismo que ha ocurrido con Rodríguez Zapatero y sus medidas de ajuste, impuestas, involuntarias. Aunque ahora haya quien le tilde de gran estadista, de presidente responsable y comprometido con su pueblo, y el de León no se sonroje.


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Leo en El Mundo que lo de Rodiezmo sin ZP se queda en romería. Huelga decir que con él, también se habría quedado en lo mismo. Y, bueno, seamos justos: ni que decir tiene que si Mariano Rajoy fuera Zapatero y hubiese ido, el evento habría ganado claramente en interés: estaríamos hablando de un circo.


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La cultura de necios, descrita perfectamente por Juan Palomo: “Se ve que desde que quinientos críticos, galeristas y artistas ingleses eligieron Fuente, el urinario de Duchamp, como la obra de arte más influyente del siglo XX, era cuestión de tiempo de que pronto no sólo se subastarán cuadros sino también retretes de creadores famosos. Los últimos, ya saben, han sido los de Salinger y Lennon, con precios de salida bien distintos: un millón de dólares el del autor de El guardián entre el centeno, y 1.200 euros el del músico. Símbolo de una cultura que ya no transmite valores porque apenas los tiene, se multiplican las posibilidades de los mercaderes de lo escatológico. ¿Cuánto creen que podría valer una palangana de Cela, o de Joyce?”

03 septiembre 2010

Saudade

Las tardes de Septiembre anuncian el ocaso de un fulgor que ya no volverá a probarse hasta el año próximo. Los alegres paseos de veraneantes mostrando el tiempo que les sobraba, el estruendo inquieto de la chiquillada joven, sana y entusiasta y el suave acariciar de esa brisa cálida de sobremesa ha dejado paso a un silencio incómodo, triste, casi primitivo. La paz que trae la soledad está preñada de la nostalgia festiva del estío, decadencia simbólica de familias ya exiliadas. La quietud que se respira en el ambiente enmudece al anciano en cuya mirada se pierden los recuerdos de una vida demasiado corta para lo larga que la vuelve el sufrimiento padecido. Los hijos, nietos, sobrinos y todos esos vecinos de temporada que al llegar se preocupaban por la salud y la vida que había traído el año a todo el pueblo se despidieron aprisa, mecánicamente, sin atisbo de sentimiento en el momento lóbrego en que el equipaje estaba hecho y las vacaciones prácticamente gastadas. Ya sólo pasean labriegos atareados, canes olfateando una eventual y frugal merienda, viejos en busca de sus testarudas viejas. El sosiego reinante hace atronador y excesivamente molesto el ruido apagado de motores que se alejan apremiantes desafiando kilómetros de pisoteado asfalto. Pero aun así, el caminante que gozar con la silueta delicada, divertida y sinuosa que dibuja el río quiera, sin apenas esfuerzo comprenderá el valor innato que supone sentirse parte de la vida que nos rodea, mientras atiende despierto al susurro de la corriente como confidente privilegiado de la poderosa madre naturaleza. Y si cierra los ojos y se abandona sin miedo a vaciar sus pensamientos, podrá escuchar el elegante, rítmico y solemne repique de campanas: llaman a misa, el reloj de la plaza está dando la hora en punto, el pueblo tiene un vecino menos.

02 septiembre 2010

Corrientes telúricas

Algo debe de estar pasando en el PSOE cuando a Rodríguez Zapatero le están creciendo los enanos (y no me refiero a los acondroplásicos) por doquier y sin querer, incluso en esta época de tan pronunciada sequía. En cuanto al PSOE madrileño, la verdad, no entiendo la razón por la que se disputan tan apasionadamente una derrota. Dado que, al menos a priori, tanto en el Ayuntamiento como en la Diputación, cualquier aspirante socialista da la impresión de que va a salir bastante escaldado. Hace una temporada, al menos, sonaban nombres de peso, categoría y relumbrón, como el de Javier Solana, aunque sin especificar el ámbito que iban ocupar. Pero en estos momentos, el defenestrado de Rodiezmo, ha puesto en liza nada menos que a una ministra desapercibida o manifiestamente mejorable y a un señorito de apellido impronunciable, seguramente que por aquello de no perder esa nota de exotismo cazurro a la que el nieto del capitán Lozano nos tiene tan acostumbrados.

En el PSOE valenciano, escuchaba hoy a Carlos Calsina, al señor Jorge Alarte le ha salido un competidor a su medida, y no me refiero a cualquier miembro de la familia Pajín, tan mediática y risueña, sino al hombre al que se le escapó el escurridizo Roldán cuando ocupaba la cartera de Interior en la época del socialismo de pana. Aún no ha salido en las noticias, pero a estas horas a Francico Camps le deben de estar temblando las canillas a base de bien, aunque no sé si del miedo o de la risa, claro.

Más seria está la cosa en Ajuria Enea, desde luego. El mercadeo zíngaro que representa anualmente la aprobación de los Presupuestos, este año, viene cargado de varias preocupaciones. Los convergentes catalanes, en mi opinión bastante ingenuos, consideran que si no se aprobasen los Presupuestos y se viesen obligados a prorrogar los del año pasado carecería de sentido que el Gobierno de Zapatero agotase la legislatura. Pero, claro, eso mismo no lo ha dicho nadie en el ejecutivo, y habría que ver hasta donde estarían dispuestos a llegar los socialistas de darse el caso, que no se va a dar, por supuesto, porque es evidente que el ateo de Zapatero va a pagar más que religiosamente lo que le pidan los nacionalistas vascos por esas boquitas suyas. Que tiemble Patxi. Y alguno más, desgraciadamente.

También quería hablarles de la cuestión catalana y del hombre del califato. Que el tripartito no ha ido precisamente bien, es algo que no se le escapa ni al menos lince de la clase. Que el cordobés no hace migas ni buenas ni malas ni con la Chacón ni con el Corbacho, pues tampoco. Y, encima, va el Tribunal Constitucional y alumbra una criatura, pobrecita, que no la quiere absolutamente nadie. En esta tesitura, y descartado el comodín de echarle la culpa al PP, por la cabeza de Montilla deben de estar pasando un motón de ideas a cual más sugerente. Puede seguir haciendo el papel de marioneta de Ferraz, como hasta ahora. O dárselas de muchacho pavo y emanciparse de su familia madrileña. En cualquier caso, el PSOE avizora con inquietud, cual ojo de Sauron, lo que se está cociendo en los cráneos y palpando en las extremidades de sus correligionarios catalanes. Y, calculadora en mano, espera acontecimientos.

01 septiembre 2010

De vuelta

Si algo tienen en común los comienzos y las despedidas, desde luego, es que siempre son, por lo menos, un puntito más que difíciles. Ayer, mientras hacía las maletas para volver a este pequeño, pero coqueto, rincón de la península, tenía una cara de muchacho caprichoso con mohín de disgusto incluido que no se harán siquiera una pequeña idea. Pero Agosto se acababa, bien claro lo señalaba el calendario, y tocaba volver a la rutina, también añorada, y a la normalidad de la vida, que también tiene su puntito, aunque mentarlo a primeros de Septiembre tenga más que guasa.

No he podido volver con anterioridad por el blog, se habrán dado cuenta. Los días que he estado por León, tenía el cuerpo, la mente y lo que no les cuento en tal estado que como para darle a la tecla. Aunque hubo un día en que estuve a punto, créanme. Pero justo entonces, justo entonces, me llamó una mujer extraordinariamente atractiva, diciéndome que estaba sola ¡y triste y aburridísima! en su casa, y que a ver si no me importaría mucho pasarme a hacerla una visita. Como ustedes comprenderán, precisamente en ese momento, me caí de la cama. Fuera de bromas, detrás de esa llamada que sí se produjo, lo que me esperaba era un tupido tapete y una timbilla de mus, que no saben ustedes qué delicia, qué fabuloso asunto, qué cosa más buena. Y al acabar la misma, claro, ya tocaba volver al pueblo. Dirán ustedes que vaya unos agobios de verano he tenido, pero así va España.

Y hablando de España, tengo que decir, sin asomo de alivio, que a mi niña ni me la han tocado. Está igual que antes del verano. ¡Es que ni me la han dejado tomar el sol un poquito! Hoy me he enterado de que nuestro querido presidente del Gobierno, un hombre de los que ya no quedan, siempre tan genuino y falaz, digo feliz, ha comparado el futuro de nuestro país, y su manifiesta pujanza económica, con el tamaño de un muñeco parecido a los de Mari Carmen y José Luis Moreno, pero más sofisticado, y seguramente que menos golfo. Y también de que el ministro Rubalcaba, probablemente la cabeza más lúcida y mejor amueblada del ejecutivo, aunque no pegue como monaguillo de sacristía, ha reprobado a quienes se saltan un Stop asegurando que es cosa muy pero que muy mala, aunque todavía es peor, ya de habérnoslo saltado, no recibir la penitencia adecuada, en un más que riguroso aviso para curas navegantes. Y qué decir de la prima de Gallardón y sus metáforas deportivas

Al final me voy a tener que volver al pueblo.

Por cierto, sean ustedes bienvenidos. Se irá cogiendo el ritmo, y la “grasia” y la sabrosura apropiadas, con el pasar de los días. Sean pacientes con un servidor, nada grande como para ser algo humilde, como aproximadamente dicen que dijo, y yo repito, Golda Meir.

Comenzamos el curso.

Buenas noches.