Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

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Lugar: León, Spain

En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

30 diciembre 2012

Tipos elegantes


26 diciembre 2012

Referentes

Bueno, dado que estas fechas me sumen en una profunda melancolía, abatiendo casi por completo mi estado de ánimo, y disminuyendo notablemente mi ya de por sí depauperado espíritu creador, les copio unas líneas con las que comienza la Tercera de Fernando García de Cortázar, del día 4 de Diciembre, y aprovecho para felicitarles las fiestas, en la medida en que tengan la envidiable capacidad de disfrutarlas, es decir, de cerrar sus ojos y oídos a cuanto les rodea, y puedan vivir hartos de mirar sin ver, que diría Machado, aunque hoy se haga imprescindible y necesario invertir el significado de las enseñanzas del maestro.


"En una de sus sentencias morales, La Rochefoucauld dijo que los viejos son aquellas personas que dan buenos consejos porque ya no pueden proporcionar malos ejemplos. En un tiempo de indolencia como es el nuestro, esa referencia a la edad puede trasladarse al desdén generalizado por considerar modelos de conducta cuya calidad moral sea más importante que su exhibición estética.  La virtud de una época no sólo se mide por la forma en que se comporta las personas, sino también por todo aquello que la gente admira. No hay ejemplaridad posible donde no existe una ciudadanía que esté dispuesta a imitar una manera de vivir. No hay liderazgo ético donde no puede conmoverse a los espectadores. Quizás el mayor problema que experimenta nuestra cultura no sea la ausencia de quienes convierten sus actos en una lección cívica, sino la escasez alarmante de quienes están dispuestos a aprenderla".

21 diciembre 2012

Arcadi

Lo cierto es que llevaba bastante tiempo sin entrar en el blog del director de la revista Muy Interesante. Y hoy he vuelto a él en el sentido específico y pertinente que lo hace el turrón. En su última entrada, me he encontrado con esta joya que no me resisto a compartir. De un modo general, se habla de periodismo. Pero es Arcadi. Y, parafraseando a Quevedo, podríamos decir, e incluso asegurar, que se trata de un hombre a un hipervínculo pegado. Da igual de qué hable. De qué escriba. Y da absolutamente igual dónde lo haga. Rápidamente lo relacionará con la filosofía, la literatura, la ciencia, y hasta con la cháchara de la vida. Inteligencia en estado puro. Creador inmisericorde de complejos. Puro, auténtico, fiel: sobre todo consigo mismo, que es lo más difícil. ¿Un ejemplo a seguir o a imitar? No, desde luego, para quienes le consideran una china en el zapato. Disfrútenlo, y considérenlo un anticipado regalo de Navidad.

18 diciembre 2012

Impresiones

Tengo un sobrino de 18 años. Una edad... absolutamente maravillosa. En ella, uno piensa en mujeres, luego en mujeres y, finalmente, también en mujeres. Bueno, realmente, y para ser precisos, más bien quiero decir en proyectos de mujeres. Y con esto no digo que una vez pasada dicha edad, no sé si por gracia o por desgracia, no se siga pensando en el mismo tema. Y en un sentido bastante aproximado. El mundo debe de tener problemas. Pero qué importan. En estos días en que la Navidad ya asoma la patita (y ahora verán que la expresión está mejor usada que nunca), la criatura tenía la posibilidad de leer un libro y, respondiendo a unas breves y sencillas preguntas del profesor, subir algo la nota de clase. Por supuesto, no lo ha leído. Y tengo la ligera impresión de que no piensa leerlo. Aduce, pobrecillo, que no tiene tiempo. En cambio me ha enviado el siguiente vídeo. Se ve que encontró un hueco en su apretada agenda. 


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El artículo de Sorman. Yo también creo, como el señor Espada, que los medios están poniendo de su parte en esta crisis. Pues, de algún modo, casi todo tiene un componente anímico. Así, dará igual cómo se levanten de la cama. En el momento que abran los ojos y sus oídos a lo que sucede ahí afuera estarán perdidos. Los medios son nuestros sentidos. Sólo ellos pueden hacer que nuestras percepciones, y con ellas nuestra disposición de ánimo, cambien. Parece increíble. Pero han dejado ese papel tan fundamental en manos de una conocida marca de embutidos.


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La derecha, lo liberal, la privatización de lo conocido. Tasa y precio público. Uno evita la saturación, cuando no el colapso. La otra, consigue que el beneficiario pague al menos simbólicamente una parte de lo que ha recibido. Los economistas piensan en términos de eficacia y eficiencia. ¿Los derechos? Para los juristas. Así, dicen, cualquier prestación en manos públicas es ineficiente, y muchas veces también ineficaz. ¡Cuántas veces leemos en los periódicos un cambio de manos en la gestión de un servicio público! (Que nadie había pedido porque hasta la fecha venía funcionando perfectamente). Y, según las autoridades, siempre será en beneficio del ciudadano. O sea, más barato. Que, generalmente, es casi lo único que interesa al contribuyente. Serán curiosidades de la vida, claro. Pero en la mayor parte de los casos ese servicio termina estando peor gestionado. Nos termina saliendo mucho más caro. Y la gente termina ciscándose en los caraduras que nos gobiernan, y en los economistas que los asesoran (que son como los judíos medievales: que embaucaban a los monarcas, vivían ricamente, y se granjeaban, dicho con la mayor ironía, la simpatía del pueblo). Con el PP terminaremos pagando hasta por el aire que respiramos (no entiendo cómo aún no nos lo cobran). Si por ellos fuera todo estaría privatizado, con independencia de lo que diga la CE, el resto del ordenamiento jurídico y hasta el sentido común. Dado que disminuyen lo que nos da el Estado, deberían proporcionalmente disminuirnos los que nos piden. Así, si privatizasen todo, no estaríamos gravados tributariamente por nada. ¿Vamos en esa dirección? ¿O creen que una vez privatizado el sistema seguirían cobrándonos igualmente? No es un chiste ni una ocurrencia. Es que el invierno da miedo.

16 diciembre 2012

A destacar

Tengo una pila de periódicos atrasados de la semana esperándome. Además, mi padre, con los preceptivos churros del domingo, se trajo el ABC y el Diario de León. Y quiero darme el gusto de terminarlos todos a lo largo del día. Tarea ciclópea, créanme. Por tanto, voy a escribir algo breve sobre el lenguaje utilizado por los más ínclitos periodistas de este país. Esos que despotrican contra los muchachos de la LOGSE. Por ejemplo, en Intereconomía, cadena que voy a tomar como referencia a partir de ahora para referirme a los despropósitos verbales de sus mejores y más intachables profesionales, son tan liberales en el uso de la lengua como en sus propuestas económicas. Una de sus lumbreras mejor dotadas, y que a su edad es probable que siga creyendo que hablar más es sinónimo de hablar mejor, en la tertulia del viernes por la noche, confundió el término correcto estrato, con el de estratosfera, que ella supondría de mayor pegada e impacto, y le quedó una frase muy mona: las distintas estratosferas de la sociedad. Y ayer, en Más se perdió en Cuba, el presentador, que gasta mucha ironía con independencia de lo atinado de sus comentarios, quiso aclararnos a los hijos de la LOGSE quién era Montesquieu. Hombre, yo supongo que para aclarar algo a alguien primero tienes que aclararte tú. No mencionó a Locke, de quien bebió el francés. Con lo que supongo que alude al eximio pensador de oídas, como tantos otros, por cierto. Yo lo tuve que leer por necesidad en la carrera. Hoy, lo haría por gusto. Pero, en cualquier caso, siempre consideraría poco decoroso reprochar a otros mis propias carencias. En cuanto a la prensa socialdemócrata, siempre tan romántica y reivindicativa, he encontrado a lo largo de la mañana varias referencias al anuncio de Desigual: en sus blogs, en artículos como el de Elvira Lindo...Sin embargo, yo no tengo una opinión muy clara al respecto: ¿Vuelve la mujer objeto? ¿Necesidad en la mujer para triunfar de asumir los roles más masculinos? ¿Es el sexo el motor del mundo, y además un seguro de promoción profesional? ¿No es indignante para la mujer que implícitamente se considere que tenga que ser atractiva para que la miren, la escuchen, y crea, erroneamente, que la comprenden? ¿La belleza es una llave que abre puertas, o las cierra? ¿Una mujer inteligente, y que además esté de buen ver, no tendrá que demostrar por partida doble su auténtica valía? ¿Consideramos tontas o algo cortitas a todas las mujeres guapas? ¿Y la lista ha de ser indefectiblemente fea y no tener un cuerpo de revista? En todas estas cuestiones estaba pensando, cuando, buscando información sobre la música de otro anuncio, que tiene un toque de bajo verdaderamente rítmico y pegadizo, di con el videoclip del tema, y el anuncio de marras, la verdad, me pareció grano de anís.

12 diciembre 2012

Educación, de nuevo



Me voy a la cama, es un decir, con José Antonio Marina. Siempre es un placer leerlo, escucharlo, y hasta verlo. Pero no siempre comparto sus cogitaciones. Ayer noche, en RNE, hablaban de educación. Y de la necesaria implicación de los padres en ella para que las criaturas no se tuerzan. Sin embargo, yo no estoy totalmente de acuerdo. Y no solo porque siempre tiendan a dejar de lado la naturaleza humana. Tengo un pequeño sobrino. Y gracias a él sé aproximadamente qué se cuece en la educación primaria. En mis tiempos nos atiborraban de deberes. Ahora, es a los padres a quienes los atiborran; y sin atisbo de misericordia, por cierto. ¿Qué conclusión hay que sacar de todo ello? ¿Que los poderes públicos en general, y los maestros en particular, quieren comprometer a los padres en la educación de sus hijos? ¿Acaso creen que no se aplicarían de lleno a tan delicado asunto sin la inestimable colaboración de nuestros dignos profesionales? ¿Nunca antes de ahora habían colaborado los progenitores en la formación de sus vástagos? ¿No se querrá paliar las carencias deficitarias de nuestro sistema educativo con un plus de esfuerzo a los padres en un área que no les corresponde? ¿Pero qué broma es esta? Seamos particularmente incorrectos. La sociedad tiene que entender que hay tontos. Y que los hay a manos llenas. Y por todas partes. Pero no sólo del lado de los discentes, ojo. Porque en este país no nos duelen prendas al afirmar que cuánto inútil hemos criado: pero a mí que no me registren, claro (y para no variar). Vamos a ver. Y va a hablar un hijo de la denostada LOGSE. Cuando escucho a un político, a un periodista, o a un tertuliano sacado de vaya usted a saber qué planeta decir que hoy en España tiene carrera cualquiera me suben los colores y hasta las calores. Me suben, porque cuando leo sus artículos tienen la sintaxis de mi sobrino de ocho años, y a veces los firman catedráticos. Me suben, porque cuando les escucho hablar hacen uso de un lenguaje que, a parte de chabacano, denota una elevada falta de cultura general (por ejemplo, y en directo, escuché a un escritor en el programa de las doce señoritas de Intereconomía confundir a María Magdalena con la Virgen María –tiene bemoles, si atendemos el medio en que se produjo-). Sí, el mismo conocimiento que presumiblemente falta a todos los de mi generación y, al parecer, a ellos les sobra. En mi opinión, un ochenta por ciento de los profesores de este país, y a todos los niveles, tienen unas condiciones para la enseñanza manifiestamente mejorables. No dominan su asignatura (lo cual debería ser imprescindible), no son especialmente inteligentes, no transmiten adecuadamente su escaso o abundante juicio. Siendo ello así, ¿cómo pretenden motivar al alumno? Evidentemente, de ninguna manera. Porque como me decía mi abuela, de donde no hay, no se puede sacar. Y así, esa personita acabará apartada del sistema. Y aunque a algunos les pese, será gracias al propio sistema. En mi época era muy común referirse al alumno poco aplicado como el tonto de la clase. Se aseguraba que no tenía capacidad. Que tenía serias dificultades para el aprendizaje. Y es que no se podía estar todo el día calentando el asiento. Pero en ningún momento escuché entonar el mea culpa. Imagínense la gracia que tendría que un profesor tuviese la humildad, y hasta la decencia, de reconocer que es un inútil, que el no vale para eso, y que su vocación se basaba en hacer algo en alguna parte pero que no importaba demasiado el qué, el cómo, el dónde ni, por supuesto, el por qué. Los culpables, claro, siempre son los otros. La verdad es que cada persona tiene su propia inteligencia, pues ésta no es única. La verdad es que la enseñanza debería ser personalizada, pero esto es inviable. La verdad es que muchas veces aprenderán más en casa que en la escuela, en el instituto o incluso en la universidad, pero a ver quién es el guapo que a nuestros endiosados docentes llama al orden.  Se ha de exigir un riguroso sistema de calificación al profesorado ya. Porque, ¿quién evalúa al evaluador? ¿Con qué  autoridad pueden exigir algo de lo que ellos mismo carecen? Si, como decía Montaigne, al alumno más que en conocimientos habría que educarlo en virtud, y que en consecuencia a ella viva, ¿no sería sin duda recomendable exigir la misma cualidad, y en cantidad mucho más elevada, a quienes se encargan de impartir la enseñanza? Dado que, al fin y al cabo, se trata del cimiento de nuestro futuro, de nuestra vida, de nuestras sociedades, y hasta del legado que de un modo inexorable dejaremos a quienes nos sucedan como actores en este gran teatro de la Historia.

11 diciembre 2012

Despedirse pa(ra) na(da) es tontería

Seis ordenadores de seis con el mismo problema y en las mismas fechas, ¿casualidad? El dependiente no sabe, no contesta, y al parecer tampoco interesa. Sentir que la conexión, como la vida, es un soplo; y que veinte euros no son nada, pues febril es la mirada. La peluquera vuelve de puente, he ahí un lujo de autónomo, con cara de pocos amigos. Cada vez hace más frío, más abrigan a los perritos, y menos muchachas salen a correr y poner el culo como el turrón de Alicante. De bueno, digo. Uno que le dan el pie, coge la mano, y pone cara de no entender: abuso de confianza, en mi pueblo. En la capital leonesa se ponen de moda las cervecerías con un toque a lo City. Los mismos dueños, en un espacio de tiempo no demasiado dilatado, han abierto un par de locales que gustan, acogen, reconfortan, y hacen olvidar las penas, los sustos y algún que otro problema al menos durante breves momentos. Las camareras piden acercamiento a gritos: temor a que lo hagan indiscriminadamente. La Hoegaarden mejor de caña. Encuentro con el carnicero de un conocido hipermercado reconocido por los porteros de discoteca más robustos y menos dicharacheros: presume de gozar de pases vip de lo más chic. Este año no hay para luces ni en las calles principales. O pagan los comerciantes, o que el transeúnte alegre la vista con el titilar de las estrellas. Y no sé si pondrán el nacimiento de otros años, con ovejitas y todo, porque el año pasado, la eficiente policía municipal, debió de sorprender a un pobre hombre, en el que poco o nada había calado el espíritu navideño, con un ovino del belén a cuestas. Y además en plena madrugada. ¿Adónde vas con el animalillo? Debieron decirle. Y, al parecer, fue detenido por no dar una respuesta convincente.

08 diciembre 2012

Hasta pronto

Meses de avería en el ordenador me mantuvieron hace una temporada alejado de la red. Y ahora, cuando por fin el ordenador no tenía o no parecía tener ningún problema, y volvía a coger ese inefable gustirrinín por contarles con mayor o menor fortuna mis preocupaciones, lo que me falla es la red. Ayer llamé a los de timofónica. Trataron de configurar el ordenador desde la central. Lo cual, y disculpen mi vocabulario, acojona un huevo. Lo saben to(do). Y lo ven to(do).  Pero, al final, na(da). La criatura no podía conectarse. Llegaron a la juiciosa conclusión de que había que cambiar el módem. Porque el aparatejo que permitía mi vida virtual se había quedado más que obsoleto. Mi hermano me tranquilizó asegurando que al vecino no se lo pusieron antes de mes y medio. Ya no contaba, pues, con volver a darle a la tecla hasta después de navidades. Sin embargo, hoy por la mañana llamaron, e incluso vinieron. ¡Servicio 24 horas! Curiosidades de la vida, el técnico había estudiado conmigo en los tiempo del cole. Charlamos amigablemente, y me instaló todo lo instalable. Pero tampoco funcionó. Me comentó que al cambiarme la placa me lo habrían configurado mal. Y algo relacionado con una tarjeta de red. Con lo que yo sigo sin tener internet. Por el contrario, toda la casa tiene señal. Y así mi hermano felizmente wasapea, conecta su Play a la red, y hasta su portátil. Con el que les estoy escribiendo estas líneas disculpatorias.  El lunes me pasaré por la tienda de informática a ver qué me comentan, cómo me lo solucionan y, si hay suerte, a ver si llegamos todos a una solución razonable y pacífica. Antes de que pierda los papeles y me cisque en todo lo que haya que ciscarse. Pues hay maneras muy elegantes, e incluso civilizadas, de solucionar los problemas y hacerse entender en este valle de lágrimas. O al menos, en ese sentido, aún no he perdido toda la esperanza. Volveré por aquí cuando pueda conectarme como toda la vida, con el ordenador de toda la vida, y sentado en la incomodísima silla de toda la vida. He pasado muchos disgustos junto a esos objetos. Se han quedado con parte de mí (que diría Pamuk). Se han llevado mis exabruptos más originales, frescos y espontáneos. Y, ahora que me necesitan, no pienso dejarlos en la estacada. Entre otras cosas, claro, porque mucho más los necesito yo a ellos.

05 diciembre 2012

Sábado noche

Quedar en hora y lugar precisos: la puntualidad es de quienes se aburren. Las muchachas caminan con deliciosos gorritos y guantes a juego. Hasta la primavera se acabaron los escotes, las sugerentes cinturas, los delicados muslos, las laudables nalgas. Aquí en el norte se abrigan hasta los perritos. La espera llega a su fin, y el esperado partido y compañía toman forma. Sitio pequeño, tranquilo. Las anchoas tristes y las almendras no entusiasmaban; pero con los calamares aún salivo, y la tortilla era absolutamente provocadora. El estilo Simeone, la preponderante posición en la tabla, la pegada del tigre: al final lo de siempre. Momento crucial en la vida de un hombre en el que opta por el calor y la seguridad del hogar y la incertidumbre y los peligros de la noche: eligiendo sin titubeos ni remordimientos interiores. Dije, digo y Diego. Pues eso. La cervecería perfecta. Un par de señoritas nos miran, cuchichean entre ellas, se ríen: ya saben cómo son las mujeres, y la alta dignidad que asumen para enseñar las bragas. Aunque sólo sea la puntita. Y lo hagan con la indiscutible decencia de una dama. Pero supongo que también saben cómo son los hombres: efecto parchís, una insignificante mirada femenina bien puede interpretarse por una declaración de amor eterno, póngame otra copa. Pruebo un ron nuevo como recomendación para empezar la noche: no tenía fuerza, ni afortunadamente mucha pegada, pero sí la dulzura de la miel y un exquisito contraste con sus primos hermanos. Siguiente parada, un pub donde se asegura que no sirven garrafón. Se dice, se cuenta, se comenta: ya saben. Hay distintas graduaciones de veneno, pero no hay que tomarse la molestia de volver a bautizarlo. Antaño comentar qué tema estaba sonando por los altavoces era motivo de no pocas disputas. Hoy sacas el móvil con la aplicación que se ha bajado hasta el último mono y se acaba la discusión. Pregunto, ¿es lo que hemos ganado, o lo que hemos perdido? ¿Cómo se puede mantener una conversación en términos civilizados sin apartar los ojos y los dedos de un aparato nada minúsculo? ¿Y si una mujer, o un hombre, les están ansiosamente ofreciendo (o sugiriendo pero no mostrando) sexo con la mirada, pues de todo hay en la viña, y todas sus neuronas, su afamado ingenio, y no digamos ya sus sentidos, se concentran en resultar agradable a alguien que no se encuentra presente en cuerpo, y sólo presumen que lo está en espíritu? Qué penita, por Dios. Pasamos por un pub bastante pijo y bastante transitado en la noche leonesa. Allí se encuentran las juventudes populares: caras de niño de papa, por supuesto con el dinero de papa, y esa mirada altiva, arrogante y soberbia que da prolija información sobre su naturaleza y de lo poquito que de cuanto les rodea se enteran. Estos sí que me dan pena. Pero la noche avanza, dejando atrás gestos, personajes y no pocos tugurios. Entramos en un pub de nombre casi patriótico, y concurrencia más que castiza. Repertorio: Fari, Manolo Escobar, Los centellas. Y lo peor es que a esas horas no podría asegurar si salude al mismísimo Torrente. Aunque terminamos la noche, nuestro periplo, y lo que había en nuestro bolsillos en un Punto. ¿La ingestión paulatina de sustancias nocivas vuelve inocuos sus efectos? Encontré la respuesta a la mañana siguiente.

03 diciembre 2012

ZP

Este fin de semana el socialismo de pana se ha dado un homenaje. Y es que está muy bien darse homenajes en los tiempos que corren. Por esa misma razón, entiéndanme bien, creo que hay que secundarlos todos. Con verdadero entusiasmo. En el mismo, además del ilustre homenajeado, se encontraba el ex presidente Zapatero. Cómodo, acaso feliz, y como en su propia casa. A mí me alegró mucho que tomase la palabra. De veras. De alguna manera, y por alguna razón un punto extraordinaria, ardía en deseos de averiguar si en el tiempo que lleva de vacaciones había mejorado su siempre excepcional oratoria. Pero quiá (*). Mi gozo en un pozo. Y bastante hondo. Fue coger el micro con sus delicadas manitas, y en la sala se hizo un profundo silencio. Profundo, además de reverencial, venerable, y casi litúrgico. Entiendo que era un momento muy especial. Iba a hablar el ex presidente del gobierno. Nada menos. ¡Y con lo que ello conlleva! Pues todo el mundo espera que el conocimiento y experiencia acumulados en el poder hagan mella hasta en las más duras corazas; y que, por tanto, se exteriorice dicho caudal de sabiduría de un modo provechoso, o cuando menos digno. Pero je de je. Va nuestro gran hombre, nuestro filósofo, nuestra indiscutible referencia en el mundo de la política y, después de tutear a Felipe, pues se encontraba ante un igual, y seguro que a su parecer incluso intelectualmente hablando, dice: el homenaje es justo y necesario. Como sé que adoran a Samaniego, les habrá parecido el parto de los montes. Por supuesto, no se produjo ni un murmullo, ni un conato de susurro, ni un pobre bisbiseo. Considero que un ataque de flatulencias en ese momento, además de poco decoroso, habría resultado absolutamente escandaloso. Sin embargo, no contento con eso, y supongo que por la expectación que él mismo había creado, y de la que debió de impregnarse sobremanera, volvió a decir: es jus-to y ne-ce-sa-rio. Exclamen con espíritu torero: ¡impresionante! ¿Justo y necesario? Sólo le faltó decir que en verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación…Pero qué piquito de oro. Qué elocuencia. Qué carisma no contenida. Como podrán imaginar, un resultado semejante sólo puede obtenerse leyendo el País y escuchando la Ser. En exclusiva. Sin más filtraciones perniciosas. He ahí un hombre hecho a sí mismo que, además, se jacta de leer a Borges. Y del que mi admirado Sosa Wagner, en un ejercicio de memoria verdaderamente encomiable, ha recordado en su juventud como discente leyendo apasionadamente los clásicos. 

Y hay que ver lo que le cundieron esas lecturas. No me digan.


(*) Interjección tomada de Arcadi Espada. Si bien, se puede encontrar igualmente leyendo a Clarín. Aunque, eso sí, sin ortografía sentimental -que diría Albert de Paco-.