Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

Correspondencia: fjsgad@gmail.com
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Lugar: León, Spain

En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

29 enero 2009

Correspondencia/ Anay

Consideraciones y gazapos...

DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

Preámbulo.

(...)

Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión;

Considerando también esencial promover el desarrollo de relaciones amistosas entre las naciones;

(...)

Considerando que los Estados Miembros se han comprometido a asegurar, en cooperación con la Organización de las Naciones Unidas, el respeto universal y efectivo a los derechos y libertades fundamentales del hombre, y

Considerando que una concepción común de estos derechos y libertades es de la mayor importancia para el pleno cumplimiento de dicho compromiso;

La Asamblea General

proclama la presente

Declaración Universal de Derechos Humanos como ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse, a fin de que tanto los individuos como las instituciones, inspirándose constantemente en ella, promuevan, mediante la enseñanza y la educación, el respeto a estos derechos y libertades, y aseguren, por medidas progresivas de carácter nacional e internacional, su reconocimiento y aplicación universales y efectivos, tanto entre los pueblos de los Estados Miembros como entre los de los territorios colocados bajo su jurisdicción.

(...)

Artículo 30 ( y último )

Nada en esta Declaración podrá interpretarse en el sentido de que confiere derecho alguno al Estado, a un grupo o a una persona, para emprender y desarrollar actividades o realizar actos tendientes a la supresión de cualquiera de los derechos y libertades proclamados en esta Declaración.

..........................................


PARÁBOLA

Ciertos pescadores sacaron del fondo una botella.
Había una botella un papel, y en el papel estas palabras:
"¡Socorro!, estoy aquí. El océano me arrojó a una isla desierta.
Estoy en la orilla y espero ayuda. ¡Dense prisa, estoy aquí!.
- No tiene fecha. Seguramente es ya demasiado tarde.
La botella pudo haber flotado mucho tiempo, dijo el pescador primero.
-Y el lugar no está indicado. Ni siquiera se sabe en qué océano,
dijo el pescador segundo.
- Ni demasiado tarde ni demasiado lejos. La isla "Aquí" está en todos lados,
dijo el pescador tercero.
El ambiente se volvió incómodo, cayó el silencio.
Las verdades generales tienen ese problema.

WISLAWA SZYMBORSKA

28 enero 2009

De política

La inteligencia de la clase política española, por don Santiago González. Se trata de una muestra más del elevado lenguaje de nuestros políticos: que es la única cera que arde. Lo dijo el señor Juan Cruz, si se lee mucho se hablará bien, se escribirá bien e incluso se pensará bien: pongan ustedes el sentido contrario.


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Guillotina: hasta ayer, prácticamente.

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Lo que nos cuenta hoy el maestro Ferrand: “Decía Wenceslao Fernández Flórez, maestro entre los maestros de ABC, que ser de derechas es una cuestión de buen gusto, de preferir el sombrero a la gorra, el abrigo a la pelliza y los botines a los zuecos. Las ideas, y las ideologías, son otra cosa y todas respetables; pero si la derecha con tentación socialdemócrata, como es la del caso, prescinde de las formas clásicas, y hasta relamidas, se queda en nada”. Y todo porque el señor Mariano Rajoy dijo que el gobierno "se está cachondeando" de los españoles. Que es exactamente lo que está haciendo.

Me da la impresión, poco light, de que se está midiendo con un doble rasero a nuestros políticos y sus variopintas políticas. El señor Rajoy, pese al clamor, es un buen candidato. Es una buena persona. Y es honesto, y honrado: de cintura para arriba y de cintura para abajo que decía Salvador de Madariaga, recordaba Arcadi Espada y yo recalco porque me viene en gana. Es inteligente, aunque de naturaleza reservada. Y no sé si son conscientes nuestros ínclitos y finos analistas políticos de cada día, como el pan de las oraciones, de hasta qué punto es extremadamente dificultoso sacar unas oposiciones a Registrador de la Propiedad. Muy al contrario, ningunean el dato; lo menosprecian. Y no sólo a los Registradores, oigan: parece ser que en nuestro país o se es banquero o se es periodista o se es del PSOE o si no, no se es nadie. Como saben, también se minusvalora a los Abogados del Estado, debido, entiendo, a que los poses nocturnos no son precisamente lo suyo.

De no ser porque uno, para mal o para peor, ya va teniendo el criterio formado, se podría llegar a la conclusión de que en este país no se quiere formar opinión, sino manipularla. A quien se pueda, claro. Yo nunca he repetido las prédicas de ningún periódico, con independencia de su sesgo ideológico, como hacen los pipiolos de izquierda con los editoriales de El País. He criticado, y critico, al señor Pedro J, porque a pesar de ser un hombre de gran inteligencia, estar dotado de algo más que un fino olfato para esto que hoy en día se viene llamando periodismo y poseer una bastísima cultura (espero que no me lea nadie que llame a esto un oxímoron): lo suyo debería haber sido puro Teatro, o Parlamento también puro. Exclusivamente.

En el famoso tema de los espías (aquí si hay oxímoron), en el periódico del señor de la señora arco iris se afirma que con su actitud Rajoy alienta el acoso a Esperanza Aguirre, candidata de El Mundo, no del PP. Pero ignora, deliberadamente, ¡quién está acosando a Rajoy! El gallego, además, debe de ser un mozo bien guapo y apuesto porque lo quieren prácticamente todas: en ABC, por no ser menos, también tienen su candidato, y tampoco es el señor de derechas de toda la vida. ¡Pero qué las das, Mariano!

Cambiemos de tercio:

Me dicen, y compruebo leyendo, que al señor Rodríguez Zapatero, el del talante, el del buenismo, el de la pazzzzzz (© Ignacio Camacho), el de aquí no passsa nada (© Antonio Burgos), el de la sonrisa de pez (© Francisco Umbral) ya no le funcionan sus palabras, sus poses, sus sonrisas y ni tan siquiera sus lágrimas. Que no convence, vaya. Como hecho verdaderamente extraordinario, el pueblo español, grande e ilustrado, se debe de haber dado cuenta de que ZP mintió, miente y, probablemente, volverá a hacerlo. Por consiguiente, deberían haber llegado a la conclusión de que el señor de derechas de toda la vida del que hablábamos antes decía y dice la verdad: pero no, claro. En España tira mucho lo de la cara bonita, aunque ésta sólo lo sea de un modo muy, muy relativo.

Ah, la mujer, la mujer socialista: no me negarán que las que verdaderamente son un primor son las niñas de ZP:

. El lunes estuve viendo en CNN+ una entrevista, en el programa de Antonio San José, a Elena (sin H, que son las buenas) Salgado, y tiró de recetario, claro: el PP debe arrimar el hombro para superar la crisis; en el PP bastante tienen espiándose unos a otros; (llegaremos o sobrepasaremos los 4 millones de parados, pero…) con el plan E de ZP crearemos unos 200.000 empleos (nada dijo, además, sobre cuánto iban a durar esos empleos, y, para explicar cuánto se iban a enriquecer las ciudades y Aytos con esas obras, utilizó ejemplos dignos de Coco y Espinete: con la mejora de carreteras circularán más coches, y habrá más turismo, y comprarán más, y ese dinero se invertirá…creo que a todos, o a casi todos, nos han contado el cuento de la lechera ¿no?).

. De las muchas y elevadas cualidades de Magdalena Álvarez ya nos da hoy buenas muestras SG.

. Y qué decir de Leire Pajín, la vicepepiña (© Federico Jiménez Losantos), sin duda una de mis preferidas. Creada a imagen y semejanza de su señor. La tienen por chica lista, sin duda, los chicos listos: yo no. Incluso me parece increíble que tenga carrera universitaria. Como todo político, por supuesto, no responde a lo que se le pregunta. Y lo que responde no son más que vaguedades, incoherencias y algún lema socialdemócrata que tenga pegada en potencia para que lo repitan los pipiolos progres en las calles de mi querida España, esta España nuestra. Eso sí, la finalización de todas sus frases, no muy largas ni elaboradas, vendrán adornadas con una bonita sonrisa. Y cuando se la pregunte por algo incómodo, pondrá un mohín de incomprensión, muy mono, y tirará de prédica inane-partidista. En fin: qué tropa.

Y que uno no encuentre consuelo ni en los periódicos…

27 enero 2009

Imágenes. Millares de palabras. Hábitos que hacen al monje. Apariencias que no engañan. De lo que veas la mitad, pero mira bien. De lo que te cuenten, en cambio, y para mayor honra del castellano, siempre atento, debidamente despierto y genéticamente pícaro: no te creas nada.


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El pasado Sábado. Por la noche. Sujetándonos mutuamente. Les diría que se trata de los pasillos de una biblioteca, pero no es así. O no es así exactamente. La vida, al final, es como un gran libro que todos vamos a leer. En el que todos, necesariamente, nos vamos a reflejar. Y del que desde luego, a todos nos va a tocar aprender. De izquierda a derecha, y sin que sirva de precedente: Alex, la noche es su hábitat natural; Julián, evidentemente, el dandi del grupo; un servidor: me dicen las mujeres que soy guapo, un buen chico y que casi nunca, casi nunca, me hacen justicia las fotos: sin duda alguna, ¡cuánta razón tienen todas ellas!; y por último David, que se ha vuelto un chico formalito, muy a pesar del nuevo y agresivo look con el que apareció el Sábado.

Buenas tardes.

25 enero 2009

Correspondencia/ Cristina Ordás Mielgo

En los paquetes de cigarrillos se ven obligados advertir a los consumidores sobre el peligro en el consumo excesivo de este producto.

El gobierno está considerando emitir una ley que advierta a los consumidores de BEBIDAS embriagantes del peligro por su consumo en exceso, las leyendas propuestas son las siguientes:

ADVERTENCIA: El consumo de alcohol es la causa principal de bailar como un gilipollas.

ADVERTENCIA: El consumo de alcohol puede causar que diga la misma historia aburrida una y otra vez hasta que sus amigos quieran darle de hostias hasta dejarle inconsciente.

ADVERTENCIA: El consumo de alcohol puede llevarlo a pensar que sus ex-novias (os) están realmente desesperadas y deseosas que las llame por teléfono a las cuatro de la mañana.

ADVERTENCIA: El consumo de alcohol puede hacerlo pensar que está susurrando cuando esta gritando como poseso y escupiendo a la cara de su interlocutor.

ADVERTENCIA! : El consumo de alcohol puede llevarlo a no saber por que tienes lleno de barro tu pantalón, o donde están tus bragas que recuerdas haberte puesto anoche antes de salir.

ADVERTENCIA: El consumo de alcohol puede hacerlo pensar que es experto en Kung Fu.

ADVERTENCIA: El consumo de alcohol puede causar que por la mañana mire al otro lado de su cama y vea algo escalofriante (cuyo nombre y/o especie no puede recordar.)

ADVERTENCIA: El consumo de alcohol puede crear la ilusión de que es más fuerte, listo y más guapo que un tipo que te saca dos cabezas.

ADVERTENCIA: El consumo de alcohol puede llevarlo a pensar que es invisible o que puede traspasar paredes.

ADVERTENCIA: El consumo de alcohol puede realmente provocar embarazo.

P.D.: No se porque me mandan estas cosas, si yo no bebo.

23 enero 2009

Correspondencia/ Vanessa Ordás Calvo

Mujer al volante...

21 enero 2009

Correspondencia/ Guillermo Martínez Sellers

Lo que pasa por tu mente cuando alguien te dice "vamos a tomar algo"


16 enero 2009

Querido diario

Lunes, 5 de Enero. Aún seguimos en Navidad. Pero ya queda menos. La navidad, este año de crisis, ha sido menos Coca Cola, menos Corte Inglés e incluso menos San Nicolás. Las endebles nociones aritméticas de los querubines españoles, han dado a bien en llegar a la conclusión de que tres regalan más que uno. Benditas, pues, sean las matemáticas. Por otra parte, quiero reconocer que mi habitual anémica hipotaxis cuando me dirijo por escrito a gente importante, como a sus majestades los Reyes Magos de Oriente, ha sido uno de los motivos fundamentales para que este año hayo dado por bueno el descuidado olvido de no echar mi epístola a tiempo. En la estafeta de siempre. Con los burócratas de siempre. Y su risueño ideal de vida reflejado en su cara de cada mañana.

La noche ha estado bien. Aunque no he notado diferencia con otras, igual de oscuras, igual de frescas, igual de largas. Los años pasan, y no hallo motivo alguno por el que el hombre, en sus continuas búsquedas, se esfuerce tanto por encontrar en la oscuridad lo que no ha sido capaz de ver a la luz del día: es esa extraordinaria capacidad humana consistente en poder ver con los ojos cerrados, despreciando, casi aristocráticamente, lo que observa con ellos abiertos.

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Martes, 6 de Enero. La llamada Noche de Reyes ha durado casi hasta las 8 de la mañana. Uno ya no está para estos trotes. Y hay, incluso, a quien le ha durado más. He pasado la mitad del día en la cama. Y por gusto y por ganas, pasaría la otra mitad. Solo, que ya saben que es mucho mejor que mal acompañado.

No sé si es éticamente correcto cogitar sobre si mi sobrino de cuatro años es un caso peculiar de sobrino de cuatro años. Los Reyes le han traído muchos regalos. Muy caros, todos. Y muy grandes, por supuesto. En mis tiempos, mi patológico insomnio la Noche de Reyes, causado por el inmisericorde azuce de mis hermanas asegurando con gran énfasis el oscuro color que tendrían mis presentes ese año por haber sido, en su opinión, un chico muy, muy malo, era, en mi casa, la tradicional y fenomenal gracia navideña. Pero las navidades, como la vida, pasan a un ritmo frenético. Mi querido sobrino recibe regalos, mimos y múltiples atenciones los 365 o 366 días del año. Le da sombra una banqueta, pero esta cuestión, que amilanaría un alma desvencijada, no es obstáculo para que a diario exija un juguete, una chuche o un premio a su juicio muy merecido. Como consecuencia de este empacho cotidiano de pequeñas alegrías, por supuesto, la criaturilla no difiere las navidades de otra época cualquiera. Dicen los profetas, los sabios, los hombres versados en alta filosofía que sólo los necios confunden valor y precio. Hay que decir a esos sabios que de igual forma actúan los niños: como se sabe, criaturillas que aún no han desarrollado la inteligencia necesaria para jugar con las palabras en vez de golpearse con ellas. Otra frase que mi depauperada memoria no me permite recordar de donde puede haber salido, aunque mi intuición, más pesada que ligera, me dice que la pronunció sin duda alguna una mente lúcida. Y si le quitan el acento, a lo mejor, la ironía también vale.

Este artículo de Ignacio Camacho, bien vale una misa.

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Miércoles, 7 de Enero. Y la caraja navideña que no cesa. En el parque de mi barrio siguen sonando villancicos. Mi madre, en la bandeja sobre la que normalmente reposan las pastas del café, mantiene, gallardos, los polvorones. La gente tarda aproximadamente un año en quitarse el tradicional y festivo empacho. Justo, cuando comienza el siguiente. Mañana tengo preparador. Debería estudiar. Qué coño: ¡debería haber estudiado!

En este día tan poco señalado, los operarios del consistorio de mi pequeña ciudad, ya deberían haber empezado a quitar de las calles las luces navideñas. Claro que para eso antes deberían haberlas puesto. Aunque, bien pensado, quizá tenga sus ventajas pasar las navidades y la crisis y la gestión municipal, provincial, autonómica y estatal a oscuras.

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Jueves, 8 de Enero. Salí de casa con la sonrisa puesta, hoy me he levantado contento de verdad.

Estoy y por tanto soy muy feliz. Este año, después de las navidades: ¡no me han salido tetas!

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Viernes, 9 de Enero. Las chicas de la esquina ríen con picardía, yo sé que es lo que quieren y se lo voy a dar.

Vísperas, ¡otra vez!, de fin de semana.

Este artículo, de Carlos Ortega, vale, por lo menos, otra misa.

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Sábado, 10 de Enero. Ha hecho una tarde estupenda. He salido a dar un paseo. Me encontré con un vecino del barrio padre de un hijo futbolista que jugó en el Oviedo, en el Mallorca, en el Atlético de Madrid, en la Selección Española y que incluso, antes de fichar a Michel Salgado, estuvo a punto de ficharlo el equipo que preside ese señor del que a las horas que les escribo estas líneas, todo parece indicar que, por fin, y con todo merecimiento, alea jacta est. Más tarde me he encontrado con mi antiguo profesor de Derecho Romano. Estuvimos charlando un rato. Me comentó que yo tenía un preparador extraordinario; nada nuevo, dudo que haya muchos julistos en toda España que le lleguen a la altura de los tobillos. También me dijo que un hijo suyo comienza el camino a jurisconsulto, que es como llamaban los romanos a quienes hoy proporcionan defensa técnica en las causas o litigios. “Al terminar la carrera, ustedes serán expertos en leyes”. Creo recordar que decía a sus alumnos ese mismo profesor cuando me sentaba en aquellos incómodos asientos de la facultad. Je, qué gracia, uno aprende con los años que llamarle sabio y experto a alguien en lo que sea, y en los tiempos que corren, sale tela barato. Se despidió de mí, causando en mi frágil persona cierta perplejidad, agradeciéndome que le hubiese saludado. Y no es el único. Me pregunto cómo acostumbrarán a saludar a los profesores sus antiguos discentes, aunque impartan, o sobre todo por eso, el famoso Derecho Romano. Por lo demás, ¿qué alumno de leyes, en un momento dado, no se ha ciscado en el Digesto?

Hummm, siempre la noche. El final de las fiestas ha vendimiado a mis amigos. Sólo quedamos, para cuestiones de lo que el personal llama timba, farra y desfase, dos. Y, por supuesto, dos que salimos. Notamos poca gente, poco ambiente. Tanto, al parecer, como dinero en sus bolsillos. Un hombre alto, grande y solitario repartía tarjetillas de colores. Nos dió una. Y la leímos: 2 x 5. Me tradujo la oferta mi amigo, que por las noches, y sobre todo con las mujeres, es filológo: “¡dos copas cinco euros!, Javi”. Bien está, dije, recordando el telediaerio del día. A pesar del cebo, nos dirigimos a otro sitio: Casa Benito. No sé si llamarla taberna o cantina. A veces los nombres quedan grandes a sus propietarios: nomen est omen, que decían los patricios, los plebeyos e incluso los romanos. Salimos de Casa Benito sin encontrar reposo nuestras posaderas, sosiego nuestro espíritu ni dicha nuestra mirada. Volvimos a encontrarnos al hombre alto, grande y solitario de antes que, por supuesto, ya no se acordaba de nosotros. Nos dio otra tarjetita. Ésta distinta: 4 x 10, rezaba ahora. La noche, entre tarjetitas, se fue como había llegado: ¡son todas iguales!

Las personas creen que las crisis dicen adiós en las fiestas, pero sólo es un hasta luego. Las mujeres, en cambio, suelen dar un uso lingüístico distinto a sus despedidas: sepan que he estado a punto de decir lengüístico, menos mal que uno tiene estudios.

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Gran parte de esta semana la he pasado en la cama. Un poco acatarrado. Mentiría si dijese que tengo algo que contarles de ella: mi cama nunca ha dado mucho juego.

PD: supongo que ya habrán echado un vistazo a la nueva edición digital de El Mundo, ¿no?; una maravilla. Qué gran placer disfrutar a diario, cual lonja gallega, del marisco de Raúl del Pozo. Esta semana se quejaba, no obstante, el puntilloso Arcadi Espada de que la Carta dominical de Pedro J. había que esperar a leerla hasta las doce del mediodía del día siguiente. Quia, Arcadi: yo esperaba hasta las doce del mediodía del domingo siguiente. Y con eso ya adelanto, o confieso, lo que hacía con Del Pozo. En fin, buen fin de semana, muchas gracias por leerme y hasta una próxima entrega.

03 enero 2009

Noche vieja

Han pasado tres días desde la noche de fin de año. Ya queda menos para la siguiente. Estuve tocando en Cármenes. Un pequeño y acogedor pueblecito de la provincia de León, perdido entre las arrogantes hoces de Vegacervera. Decía un encanecido feriante que con puntualidad inglesa aparcaba su tiroalmono frente a la iglesia de mi pueblo en las fiestas de su patrona, que, en Cármenes, se pescaban las mejores truchas de toda la provincia. Puede ser. Pero como ustedes comprenderán, los músicos no pescan. Y menos peces. Los músicos más bien comen. Y en ocasiones, también engullen. Debido a las maravillosas fechas en que nos encontramos, y a que la altitud del pueblo a cuyo Casino nos dirigiríamos era ciertamente considerable, seguí con verdadero interés los partes meteorológicos estos días pasados. Saqué varias conclusiones puntuales y sumamente inútiles para la empresa que me ocupaba: la nueva mujer del tiempo es guapa, pero no demasiado; habla mucho, pero no lo necesario; viste de un modo elegante, correcto y verdaderamente agradable, pero desconozco hasta qué punto es ese extremo necesario para dar adecuadamente el parte meteorológico. Temía sobre todo la nieve. Y la niebla también, pero en segundo orden. Ninguno de mis temores se materializó. La carretera, en cambio, aún mostraba vestigios de la inmensa tormenta blanca que asoló nuestra tierra y gran parte de la península hará unas dos semanas.

Al llegar bajamos del coche. El batería, con semblante serio y circunspecto, me aseguró que el pueblo olía a cabra. No pude replicarle. Jamás he olido, ni interés tengo, a una cabra. En cualquier caso, le supliqué que bajase el tono de sus palabras: y no tanto por las cabras, ya saben. El Casino era una hermosa casa de piedra situada en el centro del pueblo. Junto a la iglesia. Cuando llegamos ya había anochecido y no pudimos disfrutar del paisaje. Una pena. Dicen que el pueblo tiene unas vistas preciosas. El interior del local, con los obligados adornos navideños, lucía el aspecto de un pequeño teatro. En el fondo, se levantaba la tarima sobre la que los músicos montaríamos los bártulos. No era muy elevada. De todos modos, mi inexistente condición gimnástica me obligaría a usar las escaleras. Aunque por otra parte, ya hace tiempo que dejé de moverme por la vida a base de saltos.

El Casino no tenía calefacción. Sí tenía, en cambio, dos estufas. O al menos así las llamaban ellos, claro. Cuando las vi me parecieron dos artilugios curiosísimos. No estaban apartadas en alguno de los laterales del edificio, como entiendo que postulan los cánones estéticos actuales, sino en el medio de la sala. Hay quien en el sitio más vistoso y frecuentado de su casa pone su mejor mueble, su mejor cuadro o incluso su mejor hijo. Quia. Estufas.

Antes de ponernos a montar estuvimos charlando con los custodios, cual santa reliquia, del Casino municipal. Atrás quedaron los tiempos en que el paso a dichos recintos sólo se franqueaba a hombres, que no mujeres, de postín. Tiempos en blanco y negro. Tiempos en que los curas eran unos señores santos y los santos varones eran poco señores. Fíjense, que ya pasan hasta los músicos. El alcalde, el tesorero y el presidente de la junta vecinal, personalidades del lugar de cuyas bocas sobresalía lo que a toda vista parecían unos palillos, nos aguardaban en el interior del vetusto edificio. A nuestra llegada se vieron contentos. “¿Son los músicos, verdad?” Sí, respondimos con aire sonriente. “Montan ahí”. Y nos señalaron la antecitada tarima.

Antaño, la llegada de los músicos al pueblo el día de la fiesta era todo un acontecimiento celebrado por sus habitantes tanto como la propia fiesta. Pero esos tiempos se pierden adonde la memoria no llega ni con GPS. Hogaño, la llegada y partida de quienes nos dedicamos a amenizar las diversas festividades parroquiales, se celebra, por decirlo de algún modo elegante, con gran desinterés.

Al terminar de montar, de los ilustres personajes mencionados, no quedaban ni las migas de Pulgarcito. Pues hace falta algo más que un fin de año para cambiar a las personas. Y como se sabe, mal que no es de ahora, ya no mejora.

Comí las uvas con la familia y con Carlos Sobera. A todos nos encantan sus cejas saltonas y abundantes. Y su humor, cada vez más escaso: la fama ha llevado al antiguo profesor de derecho a sobreactuar casi cualquier cosa que presenta. Ha perdido naturalidad, que es eso tan ambiguo que le sale a George Clooney en la cara cuando aparece delante de las cámaras. Igartiburu bien, corazones. Mi padre se comió las doce uvas de la suerte diez minutos antes de que sonasen las campanadas. Mi hermano, en vez de doce se comió veinticuatro. Y mi abuela se comió sólo una. Todo muy español, por supuesto.

Finalizadas las campanadas bajé hacia el coche raudo como quien persigue un billete en movimiento por el aire, incapaz de darle alcance. Un vecino del barrio tuvo la amabilidad de poner su coche delante de nuestra cochera. Mi padre, toco furioso el claxon del coche. Llegó a insinuarme que lo mejor era llamar a la grúa. Sonreíme. Dicho servicio, en mi querida ciudad, nunca ha destacado por su presteza. ¡No iban a hacer una excepción en la última noche del año! Para colmo de males, tras las campanadas, se alborotó el vecindario. Mi propio hermano, con una de esas trompetillas que llevan los rufianes a los partidos de fútbol y baloncesto, y que levantan un espantoso dolor de cabeza, se asomó a la ventana y emuló el despertar de Tarzán, los Vikingos y los elefantes en celo. Le hubiese tirado un zapato si no fuese famoso por mi mala puntería. El caso es que por un milagro, o porque estamos en Navidad, el hombre del coche mal aparcado se dio por aludido. Bajó de su casa con gesto contrito y humilde y rumiando sin duda restos de uva. A medida que avanzaba por la ciudad con el coche observé como se tiraba, literalmente, todo León a la calle. Todos muy elegantes. Muy guapos. Aún no estaban borrachos.

De camino a Cármenes dibujé mentalmente la escena aproximada que estaría pasando por delante de la retina de las personas más queridas. Alguna de mis guapísimas amigas se estaría terminando de recomponer frente al espejo; mis amigos estarían perfeccionándose el nudo de la corbata; mi padre, ay, estaría contándole a mi familia que qué jeta tenía el vecino; y mi abuela supongo que ya estaría en la cama…en fin.

La nochevieja bien, gracias. Dicen en las películas americanas que un segundo antes de morir toda nuestra vida pasa por delante de nuestros ojos. Yo no pienso esperar al momento fatídico: creo que es saludable hacer inventario de nuestra vida, al menos, una vez al año. Y no pongan esa cara: estamos en navidad.

Propósitos para el nuevo año: “si hubiera que elegir entre la cautela y la imprudencia, deberíamos optar por la imprudencia. Con la cautela no se consiguen cosas, sólo se evitan problemas. Los osados se enredan en conflictos provocados por su impulsividad, por su exceso, por su pasión, pero también disfrutan de momentos excelsos, acometen acciones románticas, rompen moldes”. Pilar Varela.