Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

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Lugar: León, Spain

En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

27 junio 2011

Antigua novedad, consuelos, vistoso plumero



Todos los años, llegada esta preciosa época de calores tórridos y tetillas pronunciadas por causa del inevitable sitio que ocupa la cinta del bolso femenino, espero el anuncio de la cerveza Estrella Damm como, en el mes de la Virgen, otros esperan el agua. Este 2011, tan nefasto en tantos aspectos, se ha hecho cargo del mismo la afamada y reconocidísima Isabel Coixet. Huelga decir que la cerveza quita la sed; pero es obvio que no da felicidad, ni crea empleo, ni te hace más profesional ni, por supuesto, te vuelve más guapo. En alguna parte he leído que cuando encargaron a la flamante directora el anuncio, quiso huir del prototipo de anuncio aspiracional vacaciones idílicas. Bien. Resumo: un muchacho no especialmente agraciado, ni especialmente avispado, aunque sí especialmente alegre, festivo y dicharachero (ya saben lo original que es la juventud), gracias a la cerveza, compadrea con Ferrán Adrià y se liga a una francesa con un culo y una cara igualmente deliciosos. Yo no sé si alguien habrá visto el toque Coixet, de existir éste, por alguna parte; pero creo que este anuncio podría haberlo ideado cualquier estudiante de segundo de Publicidad sin esfuerzo aparente. Banda sonora veraniega, playa, biquini, muchachos jóvenes y despreocupados, y el refrescante acogimiento de una bebida cuando el sol más aprieta. Quiso huir del tópico, para terminar siendo dolorosa y obscenamente típica.


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En un suplemento dominical de economía de hace unas semanas, del periódico El mundo, en un artículo titulado “Trabajo más y mejor si soy feliz”, firmado por Emilio Duró, me encuentro con un par de reseñas dignas de mención, que recojo y comporto gustosamente con todos ustedes:


“Trabajamos 56.000 horas, y vivimos unas 700.000. Aunque nuestros genes no han cambiado, ahora vivimos casi 100 años, y la lucha y la competencia constante resulta algo estúpido para mantenerlas durante tanto tiempo. Hemos puesto años a la vida, pero no vida a los años “.


“Aunque por las investigaciones conocemos que el éxito no lleva a la felicidad, también sabemos que la felicidad conduce al éxito”.


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Llega silente y orgulloso con ese toque de chulapo desfasado y fingida indiferencia. Su verbo lacónico, exiguo y apocado no muestra más que abultadas carencias tan evidentes si su lengua estuviese más suelta y se enfrentase desnuda a la intemperie. Su mirada apagada, su excesivo temple, y el sosiego que desprenden figura, moral y conducta, lo envuelven en un halo de pretendido misterio que no provoca excesivos halagos, ni suscita demasiados intereses, ni evoca ávidos casanovas. Su facha tiene fecha y conocida ficha: no embauca su pretensión de eterno adolescente. Más hay quien no quiere ver y se niega a oír: “A los ídolos es mejor no tocarlos, siempre hay algo de su dorado polvo que se queda inexorablemente entre los dedos”, Gustave Flaubert.

13 junio 2011

Bajito, cabal, irritante, pueril

Leo en la Crónica de ayer que Francisco Fernández, ex alcalde de León, no compareció para realizar la tradicional foto de familia con la nueva Corporación. ¿Y qué se esperaba? Yo no conozco personalmente al señor del apodo deportivo, pero siempre he pensado que la cara es el espejo del alma. Y el susodicho luce un semblante gris vulgar, con una pizca de soberbia, y ciertos aires de señorito caprichoso y contrariado (consigo mismo y con lo que le rodea). La impresión transmitida más fuerte es la de ser un hombre mediocre que se ha rodeado de enanos para parecer más alto, a pesar de lo cual, no consta que haya ganado un solo centímetro de estatura. No ha hecho ni un intento de autocrítica. Tras la derrota ha realizado varios desplantes. Carece totalmente de buenos modales. Y cuestiona el sistema al poner en duda el libre criterio de sus ciudadanos. Por sus actos los conoceréis, ¿no?


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Esta frase que recoge Blanca Torquemada, en el ABC de ayer, del filósofo Ortega:

“Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande, sólo es posible avanzar cuando se mira lejos”.

Aunque cabe reprocharle que, a continuación, critique implícitamente el “alma quieta” de Machado.


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En la columna de Eduardo San Martín descubro asombrado el siguiente dato: en la laureada Alemania una quinta parte de los ocupados cobra 1.000 euros o menos. ¡Cáspita!, ¡y con el nivel de vida que hay allí! ¿Ése es el destino que le espera al joven emigrante cualificado español? Vaya con los teutones. La señora Rotenmeyer habla y se dispara el diferencial de deuda española (con el respeto debido… ¿por qué no se calla?); presume de liderazgo fuerte, envidiablemente sólido… pero había apostado claramente por la energía nuclear, y al venir mal dadas en sus elecciones locales y en Fukushima, se envaina su decidida apuesta energética; y, por si todo ello fuera poco, ahora lo de los pepinos: antes de investigar y aclarar nada, mejor echar la culpa a otros y, si encima es a los españoles, mejor que mejor. Bien está o bien lo debe de ver todo el mundo (digo).


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Ingenio adolescente. La prensa americana, siempre un excelso referente para los medios españoles, ha bautizado a Arnold Schwarzenegger como “Sperminator”. Entiendo que estarán muy orgullosos del término concebido.

09 junio 2011

Anuevejota

Indignados, FCSE, Ministerio de responsabilidades. Argumentos sólidos: tomar la calle como rehén agradecido (ese síndrome sueco). Estética, higiene, educación: al fondo siempre lo han perdido irremediablemente las formas. En algunas plazas el fenómeno se estira: conveniencia de propagar mensajes antes de que se extingan. Simpatía y hartazgo, una separación meramente temporal. Acampada de malabares, disquisición política no pervertida y simposios de cultura libre: buscan prestidigitadores, moderadores, o tal vez un mago. Abundan silbatos, pantalones sin cintura, y rostros muy mal o muy poco afeitados. Se piden muchos, innumerables compromisos: con Saramago, todos se preguntarán algún día quién ha firmado eso por ellos. Un tal vez no es una negativa, todavía. Dado que el silencio otorga cuanto calla, la aquiescencia sólo puede llegar de un consenso imposible. Abortar la gestación de un movimiento antes de que la forma adoptada cobre en derechos. ¿Sí o no, a la vida?

08 junio 2011

Trotzdem

En la ridícula consideración de que una persona pueda sólo existir en el momento preciso en que tenemos un encuentro con ella basamos estúpidas teorías paranoicas que nos inducen a pensar en un mundo aparte, no necesariamente alternativo, en el que el desalojo de nuestra propia presencia no tendría cabida alguna. Se trataría de plasmar una imagen, siempre ficticia, aunque nos la creamos, en la que el otro no viviría, no se relacionaría, no podría ser feliz y, en definitiva, no existiría, sin el consentimiento tácito o expreso de nuestro ser. Creemos fiel y firmemente en la importancia que tenemos, siempre sobrevalorada, en todo lo que a nuestro alrededor se mueve, pero descuidamos obscenamente esa misma realidad en los demás, minusvalorándola y, a veces, incluso despreciándola. El fenómeno ya no consistiría en creerse único, inimitable y, desde luego, insustituible, sino en despojar de las dudosas propiedades con las que tan pomposamente nos identificamos a nuestros queridos semejantes.

07 junio 2011

Desde el cariño


A estas alturas del día la foto ya es harto famosa, pero a las 10:57 de la mañana, mientras en Europa se discutía el asunto de los pepinos con la seriedad y vehemencia que la cuestión requiere, en un tono irónico, amable, distendido y relativamente jocoso, se mantenía, aquí en León, vía SMS, el siguiente diálogo entre dos antiguos alumnos del flamante europarlamentario:


XY: Hola, si quieres ver a Sosa con un pepino en la mano pon el canal 24h


El menda: Jajaja, qué va, XY, me alegro por él, y porque por fin haya encontrado su auténtica vocación, pero ahora mismo tengo acaparados todos los aparatos de tv por otros miembros de la family, y cualquiera se pone a razonar con ellos…


XY: Jaja, es un showman, en el Parlamento europeo blandiendo un pepino en alto mientras arenga a los eurodiputados. Tienes que ver el telediario de las 3, que fijo que sale…

06 junio 2011

Semana posteadora (esperemos)

Tocar, tocar, tocar. Entre semana arreglos, ensayos varios, pulido de imperfecciones (invariablemente minúsculas). Los días se hacen cortos. Imprescindible, e inevitable, meter mano en la noche. Causa-efecto: pequeño desajuste horario, mayor cansancio, ¿a quién dará Dios el tiempo de balde? El fin de semana depara espectáculo, mujeres bonitas y músicos omniscientes, parlanchines, asaz voraces. No obstante, resulta imposible no recoger ciertas perlas que caen ¡por su propio peso! en mitad del camino:


"Desengáñate, amigo: en esta vida estamos para comer y para follar"


Amabilio, saxofonista y pensador esporádico, 64 años, infatigable de los escenarios, sobresaliente narrador de anécdotas tan simpáticas como inverosímiles.


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Hace un par de semanas, en el periódico El mundo, hallé un comienzo de columna verdaderamente fascinante (y eso que estaba ubicada en la sección Deportes):


“La paciencia distingue a quien se siente seguro de sí mismo, a quien interpreta la duda como lo hacen los inteligentes, sin apartarse de lo que se debe hacer, sino todo lo contrario, aferrándose a las certezas que le quedan. Como dijo Schopenhauer, ni neguemos, ni afirmemos, solo esperemos”


La firmaba Orfeo Suárez.


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“A un joven ex ministro le oí una vez la confesión angustiada de que al dejar el poder sufrió un ataque de estrés porque no sabía dónde aparcar en el centro de Madrid. Padeció un bloqueo emocional; no estaba preparado para volver a ser una persona corriente. Y es que el problema de muchos políticos no consiste en que vayan siempre en coche oficial, sino en que no miran por la ventanilla. Ocultos tras los cristales tintados se pierden el latido de la calle, el pulso de la gente, la belleza del paisaje y el flujo mismo de la vida. Han dejado de escuchar y han renunciado a vivir la experiencia cotidiana de aquellos a quienes representan. Esos a los que obligan a ir andando por el centro de las ciudades que ellos transitan por carriles reservados. Esos que abarrotan los autobuses en los que jamás suben los altos cargos. El coche oficial no es sólo un privilegio: es una barrera. Una valla móvil de separación entre la política y la realidad.


(..)


Un antiguo alcalde de Montevideo solía decir que la ciudad es un libro que hay que leer con los pies. Nuestra dirigencia pública lee poco pero anda menos, y el resultado es que se aleja tanto del conocimiento intelectual como del práctico. Ha abandonado el roce, el diálogo, el aprendizaje. Sus integrantes se han construido para sí mismos una burbuja de confort y han perdido el anclaje con el conflicto diario de la existencia…”


Una columna semejante, será por evidencias, sólo la podía firmar don Ignacio Camacho.


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Anoche, tras volver de tocar, y tan cansado que se hacía imposible conciliar el sueño, estuve viendo El cabo del miedo, de Martin Scorsese. No la había visto nunca. Y, la verdad, tenía esperando el DVD desde hacía ya algunos meses. La trama me pareció corriente, previsible, demasiado trillada en otras películas con propuestas similares. Pero lo que consideré como una auténtica barbaridad, barbaridad digna de admiración, fue la interpretación de Robert De Niro. Sencillamente exquisita, enorme, espléndida. En un mismo personaje convivían feliz y notablemente un violador, un remedo de abogado, un filósofo, un hombre rencoroso y vengativo aunque tremendamente frío y calculador, y un amante de la literatura erótica y sagrada, coches elegantes de diseño deportivo y unos puros que ya los quisiera para sí don Mariano Rajoy. Y lo más curioso de todo, es que este ser tan endiabladamente listo estaba como una puñetera cabra. En la literatura ya había leído algún ejemplo de locura inteligente, como Los renglones torcidos del recto don Torcuato; pero en el cine, sinceramente, no recuerdo haber visto nada igual. Además, en la película subyace la esencia de la mejor literatura de Dostoievski. Un hombre cargado de inmejorables virtudes y cualidades, que se cree poseedor de la verdad absoluta e irrefutable, y que tiene el oscuro convencimiento de haber sido llamado por la propia divinidad para impartir justicia con su propio puño o criterio. En cualquier caso, el final en este tipo de historias es siempre inquietante: deja tanto en el lector como en el espectador el desasosiego de que la representación artística de Muerte y Justicia puedan haber sido deliberadamente cambiadas a lo largo de los siglos. A la justicia la simbolizan ciega con el fin de subrayar su deseable imparcialidad; pero lo cierto es que es sólo la muerte, aunque la personalicen con los ojos bien abiertos (y sí, con la guadaña bien afilada), la que, en realidad, los tiene y mantiene siempre cerrados. Por lo demás, Jessica Lange es una rubia dulce y deliciosa casada con un mono menos grande, piloso y asilvestrado que quien ustedes se imaginan.