Jam Session
Política, literatura, sociedad, música
Datos personales
- Nombre: Javi
- Lugar: León, Spain
En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...
27 octubre 2011
19 octubre 2011
En fin
Te ve llegar de lejos y se acerca con aire ausente pero diligente. No tiene prisa. Te escucha como si tus palabras fuesen lo más importante que le ha ocurrido y le va a ocurrir en el día. Y, sin embargo, su mirada te recorre con un tono que se acerca a la indiferencia, aunque pronto adviertes que sólo se trata de una timidez dulce y encantadora, de esa que lucen las ancianitas de novela, y que es tan difícil encontrar en quienes no tienen un rostro surcado de reveladoras arrugas. No se puede asegurar que sea bonita. Pero al observar su largo cabello atado con un gracioso moño, que viste unos adorables vaqueros ceñidos que ofrecen (es un decir) unos muslos más que apetitosos, y que su camisa a cuadros está desabotonada justo cuando la imaginación comienza a echar cuentas, en seguida se olvida que sus ojos sean demasiado pequeños, sus orejillas parezcan sendas piruletas, y su nariz aguileña mande recado de carácter poco dado a las confianzas, poco entusiasta de opiniones ajenas, pero extraordinariamente solícito a la crítica fácil con que la azuzan sus generosos prejuicios.
No obstante: póngame una caña, si es tan amable.
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La otra noche en la radio hablaban de sexo. Y como soy un muchacho bastante curioso, me puse a escuchar con cierto interés, aunque sin llegar del todo a emocionarme. Llamó un hombre de mediana edad. Aseguraba tener un problema y, además, aseguraba querer compartirlo. No creo equivocarme si afirmo que todos los oyentes conteníamos el aliento. Al parecer, tardaba más de tres horas en finalizar el acto sexual. Hubo alguna ironía jocosa por parte de los expertos. Mientras la presentadora, creo que inútilmente, trataba de contener el ambiente y dar al asunto la relativa formalidad que merecía. El hombre estaba serio. Y quizá, también, algo preocupado. Le preguntaron por algunas obviedades: ¿medicamentos, alcohol, falta de concentración tal vez? Respondiendo el hombre a todo negativamente. Y, al final, colgó sin haber encontrado solución a su desasosiego.
Convendrán conmigo, en que lo más llamativo del asunto no es que tardase todo ese tiempo en realizar ya saben qué: ¡Sino que lo considerase un problema!
Supongo que de ahí la dificultad para resolverlo.
PD: ¿y a quién no le habría gustado escuchar el punto de vista de su mujer?
18 octubre 2011
Hormigueros humanos
13 octubre 2011
Rousseau
10 octubre 2011
Humor, humor
07 octubre 2011
Factoría
06 octubre 2011
Coincidencias
03 octubre 2011
Hallazgos
“Sueña con metas altas y volarás como las águilas. Eso debes hacer; alcanzar las cumbres de la vida. Busca al que sea sabio y aprende con él. Usa bien la ambición sin por ello dañar a nadie. No hagas que tengan que recriminarte en tu trabajo, hazlo siempre bien. E intenta ganar cuando te hagan competir. No te dejes avasallar por nadie y aunque hayas nacido en un hogar humilde, no te consideres por ello indigno. Si luchas con esfuerzo, conseguirás todo lo que te propongas. Y por último, cuida y protege a tus hermanos, llevan tu misma sangre… hijo mío, jamás olvides que tuviste un padre que te quiso más que a nada en el mundo, y que un día, orgulloso, te mirará desde el cielo”
Gonzalo Giner, El sanador de caballos. Porque no es conveniente nutrirse sólo de Montaigne.
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Casi no ha salido el sol pero ya vuelve a casa después de una larga caminata por la vera del Bernesga. Su paso nervioso me indica que no tiene toda la mañana para perderla en contemplaciones y ocasionales charlas obscenamente triviales. Sin embargo, no escatima sonrisas a vecinos, palabras amables a ancianas (aún más madrugadoras) y un encantador semblante de muchacha pizpireta cuando se cruza con algún guapo joven merecedor de sus sugerentes atributos. Es pequeña. Bueno, quiero decir que es más bien bajita. Y, como todas las de su estatura, y quizá también como todas las de su género, supongo que por alguna oscura y asombrosa tesis sociológica siempre fundamentada en los atavismos del pasado, adopta cierto aire de chulo y de pimpollo que se ha puesto el mundo por montera. Aunque resulta curioso, no obstante. Porque ante semejante panorama un hombre nunca sabe muy bien si adular el ejemplar, silbarlo con donosa soltura, o más bien salir corriendo. Yo, como soy un caballero, me aparto raudo, aunque quizá, y rezo para que lea esto alguna entusiasta feminista, menos por educación que por mirarla plácida y científicamente el trasero. Serán cosas de la edad, o serán cosas de la carne; pero de algo estoy seguro: y es que me niego rotundamente a echarle la culpa a la primavera.