Nos vemos a mediados de marzo
Motivaciones de una ausencia:
1. El Sábado, 6 de Febrero, en la boda de un buen amigo, me torcí el tobillo bailando. Sí, no se sonrían. Seguro que han visto cosas más raras ahí afuera. Lo problemático del asunto, una vez bajada la inflamación del esguince, y pasado, de nuevo, mi dolorido pie por radiografía, es que además tengo una pequeña fractura en el peroné. Casi nada, oigan. Yo, que nunca había estado lesionado. Que presumía como moza de pandero de tener unos huesos duros, fuertes, inmaculados; resultando de todo este desastre (sin ayuda de los astros, etimológicamente hablando) que me esperan cuarenta días escayolado: postrado en la cama, casi inmóvil, como inútil. De hecho, estoy convencido de que no se hacen una idea del esfuerzo que he tenido que realizar para escribirles estas líneas cargadas de buenas razones y mejores intenciones. No puedo dar paseos, casi no me puedo mover por la casa y, para sentarme frente al ordenador, he de adoptar una postura ciertamente comprometida. Me siento como un pajarillo que ha perdido sus alas, encerrado en su maltrecha jaula; como una señorita de buen ver y mejor tocar que, esperando la cita de su vida con el hombre de su vida, ha perdido su tanguita de la suerte, y no tiene más remedio que hurtarle las bragas a su vecina; me siento, en fin, como un hombre al que le han cercenado si no su libertad de movimientos, al menos, su libérrima movilidad de voluntad. No es, precisamente, grano de anís o desapercibida bagatela.
2. Además, por si todo esto fuera poco, escaso o insuficiente, el pasado lunes, fui a la villa de Madrid, al Tribunal Superior de Justicia, a defender el segundo examen de oposición, realizado en el pasado mes de Septiembre; ¡y aprobé dicha prueba!: pasando feliz y sumamente orgulloso de mi mismo a la tercera y última fase de la oposición. Creo que no está nada mal, teniendo en cuenta que es la primera vez que me presento. Y hombre, estas cosas animan, en la siempre dura, larga y solitaria vida del opositor. El tercer examen tendrá lugar a mediados de Marzo. Y para el mismo trataré de dejarme gran parte de mis neuronas y esfuerzos disponibles. Con lo que voy a serles sincero: debido a la lesión es poco probable que me viesen el pelo por aquí antes; pero, dado que además hay otro motivo de peso, lo confirmo sin atisbo de duda o vestigio de incertidumbre.
Espero verles, es un decir, a la vuelta. Es un verdadero placer ser leído y, por tanto, querido: así que les agradezco infinitamente su paciencia, su fidelidad y, por qué no, su buen gusto.
Hasta más ver, se dice y digo.
1. El Sábado, 6 de Febrero, en la boda de un buen amigo, me torcí el tobillo bailando. Sí, no se sonrían. Seguro que han visto cosas más raras ahí afuera. Lo problemático del asunto, una vez bajada la inflamación del esguince, y pasado, de nuevo, mi dolorido pie por radiografía, es que además tengo una pequeña fractura en el peroné. Casi nada, oigan. Yo, que nunca había estado lesionado. Que presumía como moza de pandero de tener unos huesos duros, fuertes, inmaculados; resultando de todo este desastre (sin ayuda de los astros, etimológicamente hablando) que me esperan cuarenta días escayolado: postrado en la cama, casi inmóvil, como inútil. De hecho, estoy convencido de que no se hacen una idea del esfuerzo que he tenido que realizar para escribirles estas líneas cargadas de buenas razones y mejores intenciones. No puedo dar paseos, casi no me puedo mover por la casa y, para sentarme frente al ordenador, he de adoptar una postura ciertamente comprometida. Me siento como un pajarillo que ha perdido sus alas, encerrado en su maltrecha jaula; como una señorita de buen ver y mejor tocar que, esperando la cita de su vida con el hombre de su vida, ha perdido su tanguita de la suerte, y no tiene más remedio que hurtarle las bragas a su vecina; me siento, en fin, como un hombre al que le han cercenado si no su libertad de movimientos, al menos, su libérrima movilidad de voluntad. No es, precisamente, grano de anís o desapercibida bagatela.
2. Además, por si todo esto fuera poco, escaso o insuficiente, el pasado lunes, fui a la villa de Madrid, al Tribunal Superior de Justicia, a defender el segundo examen de oposición, realizado en el pasado mes de Septiembre; ¡y aprobé dicha prueba!: pasando feliz y sumamente orgulloso de mi mismo a la tercera y última fase de la oposición. Creo que no está nada mal, teniendo en cuenta que es la primera vez que me presento. Y hombre, estas cosas animan, en la siempre dura, larga y solitaria vida del opositor. El tercer examen tendrá lugar a mediados de Marzo. Y para el mismo trataré de dejarme gran parte de mis neuronas y esfuerzos disponibles. Con lo que voy a serles sincero: debido a la lesión es poco probable que me viesen el pelo por aquí antes; pero, dado que además hay otro motivo de peso, lo confirmo sin atisbo de duda o vestigio de incertidumbre.
Espero verles, es un decir, a la vuelta. Es un verdadero placer ser leído y, por tanto, querido: así que les agradezco infinitamente su paciencia, su fidelidad y, por qué no, su buen gusto.
Hasta más ver, se dice y digo.