Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

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Lugar: León, Spain

En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

19 febrero 2010

Nos vemos a mediados de marzo

Motivaciones de una ausencia:

1. El Sábado, 6 de Febrero, en la boda de un buen amigo, me torcí el tobillo bailando. Sí, no se sonrían. Seguro que han visto cosas más raras ahí afuera. Lo problemático del asunto, una vez bajada la inflamación del esguince, y pasado, de nuevo, mi dolorido pie por radiografía, es que además tengo una pequeña fractura en el peroné. Casi nada, oigan. Yo, que nunca había estado lesionado. Que presumía como moza de pandero de tener unos huesos duros, fuertes, inmaculados; resultando de todo este desastre (sin ayuda de los astros, etimológicamente hablando) que me esperan cuarenta días escayolado: postrado en la cama, casi inmóvil, como inútil. De hecho, estoy convencido de que no se hacen una idea del esfuerzo que he tenido que realizar para escribirles estas líneas cargadas de buenas razones y mejores intenciones. No puedo dar paseos, casi no me puedo mover por la casa y, para sentarme frente al ordenador, he de adoptar una postura ciertamente comprometida. Me siento como un pajarillo que ha perdido sus alas, encerrado en su maltrecha jaula; como una señorita de buen ver y mejor tocar que, esperando la cita de su vida con el hombre de su vida, ha perdido su tanguita de la suerte, y no tiene más remedio que hurtarle las bragas a su vecina; me siento, en fin, como un hombre al que le han cercenado si no su libertad de movimientos, al menos, su libérrima movilidad de voluntad. No es, precisamente, grano de anís o desapercibida bagatela.

2. Además, por si todo esto fuera poco, escaso o insuficiente, el pasado lunes, fui a la villa de Madrid, al Tribunal Superior de Justicia, a defender el segundo examen de oposición, realizado en el pasado mes de Septiembre; ¡y aprobé dicha prueba!: pasando feliz y sumamente orgulloso de mi mismo a la tercera y última fase de la oposición. Creo que no está nada mal, teniendo en cuenta que es la primera vez que me presento. Y hombre, estas cosas animan, en la siempre dura, larga y solitaria vida del opositor. El tercer examen tendrá lugar a mediados de Marzo. Y para el mismo trataré de dejarme gran parte de mis neuronas y esfuerzos disponibles. Con lo que voy a serles sincero: debido a la lesión es poco probable que me viesen el pelo por aquí antes; pero, dado que además hay otro motivo de peso, lo confirmo sin atisbo de duda o vestigio de incertidumbre.

Espero verles, es un decir, a la vuelta. Es un verdadero placer ser leído y, por tanto, querido: así que les agradezco infinitamente su paciencia, su fidelidad y, por qué no, su buen gusto.

Hasta más ver, se dice y digo.

05 febrero 2010

Fachadas, la vida en verso, la vida cantada

Oración, desayuno, fotos, necesaria concentración: Bolsa y CIS y etc y así no hay quien pueda. No conviene hablar de lo que se ignora. Pero así le va. Y así nos va. Cabeza alta, fe en las propias falacias, sonrisa amplia nunca ausente, ir de experto por donde sus pies pisan: ideal de político no ideal. Males de juventud, que algunos arrastran de por vida. Se va tirando mientras el decorado de cartón aguanta, salvo gran faena: función al aire libre, y el azul del cielo cubierto por nubes negras. La falta de prudencia ha dejado los paraguas en casa, y aquí absolutamente nadie vale por dos. El público protesta, se alborota, se impacienta: ¡que nos devuelvan el dinero! La obra es mala; los actores, pésimos. Y en este pobre teatro de España, no va a terminar contento un alma.


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Leyendo con cierto ansia y gratitud infinita Los cuentos esenciales de Guy de Maupassant, me encuentro con una coplilla picarona, desenvuelta y descarada:

"Habiendo bebido mi abuela,
el día de su santo, dos dedos de vino,
meneando la cabeza decía:
¡Cuántos pretendientes tuve en mis tiempos!
¡Cómo echo de menos
mis brazos rollizos,
mis piernas bien hechas
y el tiempo perdido!

Pero cómo, mamá, ¿no era usted buena?
¡No, ésa es la verdad!
Pues a los quince años aprendí
por mí misma a hacer uso de mis encantos,
y me pasaba las noches en blanco".

No me digan que no es verdaderamente deliciosa y no menos reveladora de lo que viene siendo la vida.


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La primera vez que escuché el disco en casa se me erizó el vello, siempre tan difícil de impresionar. El Sinatra español, como fue llamado Diego El Cigala en La Gran Manzana, y el padre de Chucho Valdés, don Bebo Valdés, rescatado por Fernando Trueba para Calle 54, interpretaron este maravilloso tema que dio nombre al disco, y que dejó marcada una estela de difícil seguimiento para posteriores incursiones en el Jazz Flamenco por parte de magníficos profesionales, muchos de ellos rebajados a la categoría de aficionados a partir de ese mismo momento.

Las comparaciones han sido, son y serán siempre odiosas, claro, pero sobre todo para quien sale escaldado de ellas. Mejor no nombrar pecadores.



Pasen buen fin de semana.

04 febrero 2010

Tiempo sin tiempo

Día frío, lluvioso, plúmbeo, envuelto en esa especie de atmósfera londinense con la que el celuloide nos viene presentando al Támesis y a su asesino más famoso de todos los tiempos largos, nocturnos, melancólicos. En León, se puede decir bien alto, no ha hecho un día precisamente agradable. Me disgusta, pero no saben hasta qué punto, hablarles del tiempo. Sabiendo que es discurso socorrido del personal cuando no sabe de qué hablar. Y conociendo a su vez, porque en esta vida, más tarde o más temprano, todo se termina conociendo, que no socorre sino que destapa: las carencias locuaces de diversos lenguaraces. Pero qué se le va a hacer, oigan. Me encuentro con unos minutos disponibles al final del día, y esto, sinceramente, es lo que hay. Después de haber escuchado muy de mañanita, cuando la brisa húmeda y fresca aún se colaba por los resquicios de la ventanita, a Barbeito, pedir, rogar, impetrar a la clase política española unidad, comunión, fuerza para que no se nos cayese a y entre todos la maltrecha medianía. Es la vieja España de Machado, la de las dos mitades, y el corazón helado. Y pasan las horas mustias, como jardín sin flor, y el circo marchito carente de alegría. Ya declinando la tarde, la claridad, y la vida de un viejo día, oigo a Camacho, Ignacio, el de Marchena, suplicar a ese pillo leonés, afincado en Moncloa, que se deje ya de tanto rezo, que se deje ya de tanto llanto, porque, sino se pone manos a la obra, el entuerto provocado, no lo va a desfacer ni el tato. Aviados, vamos.

Esto es todo amigos: tengan y pasen buenas noches. Y, mañana, nos vemos otro rato.

03 febrero 2010

Lección por aprender, efecto

Gobernar, rectificar: ¿visos endebles de sabiduría tardía? Presupuestos mojados: mucho mejor que cuando estaban secos. Promesas electorales son meras expectativas. Propuestas reformadoras: ¿ideas sin forma definida? Terca es la realidad cuando se empeña en afirmar que para la improvisación previamente se requiere tener talento. De donde no hay, nunca ha podido sacarse. Cúmulo de despropósitos, de tropiezos, de incorrectas intenciones: legislatura cerrada por obras. La conveniencia de determinadas visitas, anunciados eventos y su inesperado significado: no importa el lugar, sino la compañía (pero sólo cuando se está enamorado). Abstenganse políticos con la agenda hipertrofiada de insustancialidades.


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Estas son las tres frases más chocantes con las que mis delicados ojos se han encontrado últimamente en las columnas de los periódicos, a cargo de David Trueba:

"Mantener debate sobre un asunto serio en la televisión se parece cada vez más a leer a Heidegger por los altavoces de un estadio de fútbol"

"Que los cines cierren los lunes es como si los conductores de máquinas quitanieves hicieran huelga en el mes de agosto"

"Ver a Adolfo Suárez hacer el amor con su mujer es tan desasosegante como imaginar a tus padres haciéndolo"

02 febrero 2010

Formalidades

Gran parte de la tarde en un velatorio. Familiar lejano, poco recordado, casi un desconocido. Múltiples saludos a familiares de cuya existencia nada sabía. Sofas cómodos, luz tenue, el periódico local abandonado en el rincón de una mesita. No para de llegar gente. Mi espacio se va haciendo más pequeño mientras mi ignorancia crece. No hablan, murmuran: alborotador silencio, dadas las lóbregas circunstancias. Amigos, vecinos, más familiares. Lo que es la vida, descubren. No somos nada, se quejan. Mi tía se acerca, me mira, y me dice: la vida es cuento. Tiene mucha razón. Un cuento corto, a veces doloroso, pero bonito. No sé dónde leí que la muerte en la vejez es una llegada a puerto. La de un joven, como comprenderán, un naufragio. Mi padre sigue presentándome a más familiares. Llegan mis hermanas. Más saludos, más condolencias. El dolor es verdaderamente curioso: al compartirlo no disminuye. La gente entra y sale, y vuelven a entrar y a salir. Las solemnidades sólo son elegantes y sobrecogedoras en las películas. También ocurre con el amor. En la sala hace calor. Hablan del muerto. Quizá su alma también estaba en la sala, merodeando; escuchando sentimientos sinceros, mentiras piadosas, verdades como puños, falacias inoportunas. Las coronas grandes, hermosas. Un tanatorio se ha convertido en un gran negocio: nunca faltarán los clientes. Se entienden, pues, los lujos, los mimos, las atenciones. Pasados los primeros momentos, la gente comienza a olvidar a lo que allí ha ido. Habladurías de todo tipo. Incluso algún chiste. Supongo que para distender el ambiente, en mi opinión, ya de por sí bastante relajado. Se hace tarde. La gente aún no ha cenado, pobres. Miran el reloj: disimulo, enfado, tal vez sorpresa. Se consuelan, empero, con seguir viviendo. Hoy más que nunca. La muerte es un antiguo trámite. Conmueve que despues de tanto tiempo, quizá demasiado, aún no hayamos aprendido a sobrellevarlo.

01 febrero 2010

Mariano

Escribo tras haber escuchado a Mariano Rajoy, en lo de Carlos Alsina. Creo, sinceramente, que el gallego no se siente cómodo en el formato entrevista. Yo pensaba que lo que le inquietaba eran las cámaras, los focos, saberse enmarcado por los ojos listos, codiciosos y entusiastas de millones de españoles en el interior de la caja tonta. Pero no. O, al menos, así lo he inferido hoy. Mariano empezó algo tenso y dubitativo, como si escuchar el irónico acento del dueño de La Brújula no le tranquilizase, no le evocara los dichos anfibológicos de su querido y vetusto pueblo gallego; y estuvo evasivo en alguna pregunta. Por ejemplo, no dejó nada claro que él no sea partidario de retrasar la edad de jubilación. Pero sí afirmó, en cambio, que él (y yo también) seguiría más allá de los 65. Y dejó caer, cosa curiosa donde las haya, que le gustaría implantar un modelo de jubilación voluntaria, al rebasar los 65, equiparable al de los funcionarios: propuesta cabal, juiciosa, razonable, y, por ello mismo, con ninguna o muy pocas posibilidades de llegar a buen puerto. No le gustó, fíjense ustedes qué tontería, qué ejemplo más tonto de picarse por un quítame allá esas pajas, que Alsina le preguntase por qué no le había invitado el señor Zapatero a la oración-desayuno en América. Contestando, sin mucho entusiasmo, que eso era cotilleo, cosa irrelevante, asunto poco serio; olvidando, precisamente, que Alsina lo serio lo enfoca en clave de humor, y, lo hilarante, en un marco serio y riguroso, como corresponde al correcto e inteligente diálogo que, cada tarde, desde la 20 horas, mantiene el excelso locutor con sus agradecidos oyentes, agudos tertulianos e ínclitos colaboradores. Por lo demás, Mariano estuvo decente. Y vino a decir que el señor Zapatero no hace bien sus deberes. No es un estudiante esforzado, brillante y aplicado. Y, por eso mismo, suspende sus exámenes. Esta triste comparación que les traigo no debería tener la menor importancia, por supuesto. Si no fuera porque aquí, la gran putada, es que todos dependemos de sus calificaciones.