Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

Correspondencia: fjsgad@gmail.com
Mi foto
Nombre:
Lugar: León, Spain

En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

30 noviembre 2010

Anotaciones, sin mucho orden, sobre el llamado clásico

1. El F.C.Barcelona no había jugado así durante toda la temporada. El Real Madrid, tampoco. Es bastante improbable que ambos repitan su actuación.

2. Cristiano Ronaldo es un hombre anuncio que crea cierta animadversión en los adversarios. Pero a ver si Pep Guardiola, después de todo, va a miccionar colonia…

3. ¿Y Mou? ¿el gran e inefable Mou?

4. Lo mejor del equipo blanco, hasta el partido de ayer, había sido su defensa. Sus principales valedores durante toda la temporada, Carvalho y Pepe, ayer parecían muñecos de futbolín.

5. La ejemplar afición culé recibe y aplaude equipos visitantes con cantos de piedra en las manos.

6. Es cierto, sólo hubo un equipo en el campo.

7. El resultado no muestra la diferencia entre ambos equipos. Y tampoco entre ambos entrenadores.

8. Sergio Ramos se comportó como un niñato.

9. Piqué, es un niñato.

10. Hoy decía el director del diario de cabecera de Mariano Rajoy que no se puede ganar al Barça sin correr y presionar. El Madrid lo intentó andando.

11. A un equipo le salió todo. No suele pasar nunca.

12. A otro equipo no le salió absolutamente nada. Tampoco suele pasar nunca.

13. El partido no debió jugarse un lunes.

14. Visto el resultado la disculpa es, más bien, un chiste, pero vamos con élla: el penalti que se comió Iturralde sí habría cambiado el partido.

15. Dado que ya antes del partido estaba toda la mediocridad de los entrenadores nacionales echando pestes sobre Mou, hoy deben de estar verdaderamente felices. Por aquello del consuelo de tontos, vamos.

16. La experiencia nos dice que en los grandes encuentros, cuando los mejores jugadores de fútbol del mundo han de dar la cara, Cristiano Ronaldo ni está ni se le espera.

17. Insisto, a pesar de toda la baba periodística acumulada, y la que se acumulará, con el equipo de la ciudad condal: ayer ninguno de los dos conjuntos reflejó su trayectoria en la temporada. Los ínclitos arúspices deberían tomar buena nota de ésta para averiguar el color del futuro.

18 (y última). Me van a perdonar este largo tiempo de ausencia relativamente injustificada. Pensaba volver ayer, con una crónica risueña de la victoria del Real Madrid, pero ya ven lo que son las cosas. Y también lo que es la vida.

16 noviembre 2010

Ni sentir, ni estar, ni parecer, sino todo lo contrario

Hay realidades, circunstancias, hechos o momentos que nos desbordan. Aunque sean bastante predecibles. Y ante la incapacidad de afrontarlos, nos invade un estado de ansiedad generalizado que nos paraliza y nos inutiliza incluso para las labores más simples o gratas. Sean éstas necesarias o, por el contrario, absolutamente prescindibles. Eduard Punset asegura que esta situación se produce por efecto del estrés. Otros, como Enric González, opinan que puede deberse a razones más freudianas. En cualquier caso, y con independencia de la explicación teórica por la que se opte, a veces, simplemente, es necesario moverse. Dando igual el camino, el destino, los acompañantes, y hasta las circunstancias concomitantes a unos y otros. El quid, y además es lo más razonable, es no estarse quieto. Ni física, ni psíquicamente. Ergo, convengamos entonces, que la muerte podría definirse como la mera falta de movimiento. ¡Dejaríamos, por fin, de llamarla metáfora!

“Freud atribuía al principio del placer los impulsos más básicos: queremos conseguir el placer y evitar el dolor.

(…)

Sin embargo…

El doctor vienés consideraba que en situaciones de altísima tensión, cuando la realidad se hace insufrible, las personas esgrimen una pulsión opuesta a la del placer. Se trata de la pulsión de muerte. La persona (…) desea desaparecer, autodestruirse, convertirse en nada, para resolver una tensión que no es capaz de afrontar”.

Enric González, hablando, por supuesto, de fútbol.

Como yo.

10 noviembre 2010

El club (pendiente de bautizo)

Esta mañana, charlando con un viejo y querido amigo de la facultad, en un bar donde echamos de menos a una preciosa camarera que tiene dos cuencos grandes, hermosos, rebosantes y, como castizamente se decía, muy bien puestos, pusimos las bases de un pequeño proyecto que espero de todo corazón, y desde la razón, que se lleve finalmente a cabo. Comentando la novela de Galdós, y su posterior incidencia en la literatura y sociedad españolas, la conversación nos llevó por unos curiosos y agradables derroteros: qué novelas nos habían hecho llorar, soltar unos lagrimones gordos e ininterrumpidos. Yo recordé con cariño Los miserables, esa monumental obra de Victor Hugo, en la que a falta de diez páginas para el final, no habiéndose aún resuelto el nudo argumentativo, y después de disfrutar de 2.000 páginas, uno no puede hacer otra cosa que reblandecerse y sentirse sumamente dichoso por gozar del gusto de la diosa lectura. Y mi amigo y compañero, sobre todo para no salirse del autor sobre el que estaban cayendo las disquisiciones, me habló de Miau, y de la pena y dolor que inexorablemente se sienten, y que nos mueven a la conmiseración por la suerte que corre el protagonista. En ese momento, y aunque no venía mucho a cuento, recordé con especial satisfacción la lectura del Johnson de Boswell. Dije que había llorado tanto, si no más, como con cualquier personaje con el que de alguna manera me hubiese podido identificar en una novela. Lágrimas puras, nobles y sanas, entiéndanme: desconozco si son las que suele soltar cualquier mierda, que diría el más auténtico Pérez-Reverte. Además, en el susodicho libro, hubo una cosa que me había llamado especialmente la atención: las cultas reuniones, en forma de club, que Johnson y las más grandes firmas inglesas de la época llevaban a cabo con rigurosa periodicidad en alguna cervecería del Londres más literario. Qué cosas tiene esta vida. No estaba terminando de contar la anécdota, cuando mi amigo, como si me hubiese leído el pensamiento, dijo solemnemente: hagamos uno. Pero qué maravilloso placer, no me digan. Aún no está nada confirmado, pero se espera la presencia de profesores, doctores y doctorandos. Probablemente, y lo digo hasta con orgullo, un servidor sea el más tonto del grupo. Hablaremos de literatura, de política, de cine, de aquello que en el momento presente esté marcando el debate en la sociedad. Y, para ello, nos reuniremos una vez por semana en algún café leonés que ofrezca recogimiento y acogimiento a raudales a unos declarados esclavos, obsesos de la literatura. Las reuniones serán nocturnas. Habrá variedad de sexos y de posicionamientos ideológicos: sin atenernos a la reinante y preocupante paridad, por supuesto. ¡E incluso habrá permisividad con el humo y el alcohol! Quién puede dar más. Se me está haciendo la boca agua.

09 noviembre 2010

Influencias

La aceptación gratuita que tenemos de nosotros mismos choca frontalmente con la aceptación que los demás, como no podía ser de otra forma, tienen de sí mismos, dado que, si entre ambas aceptaciones, además, existe una proximidad espacial, social o sentimental, probablemente esa interacción de egos o caracteres narcisistas, imperfectos y asaz escuálidos, desemboque en una confrontación tan fútil como inevitable. Nos creemos hechos a nosotros mismos, pero suplicamos como experimentados indigentes opiniones, consejos o dispares puntos de vista sobre las cuestiones más íntimas y privadas, y que no atañen, o al menos no deberían, a nadie más que a nuestra propia persona. El resultado indirecto, indeseable e indeseado es que, exteriormente, nos van pulimentando, tallando y dando una determinada forma, en ocasiones, muy alejada de la que, en realidad, nos correspondería. Luego, claro, nos declaramos independientes, impermeables, ¡incluso únicos! Porque, en última instancia, cuesta aceptar que no somos un producto exclusivo y sofisticado, sino una copia más, tan deficiente como tantas, y con un valor sobreestimado cuya comparación seria causa asombro, un ligero rubor, cuando no un mayúsculo ridículo.

08 noviembre 2010

Aflicción

Algo triste, melancólico flota en el ambiente de los hospitales. Al entrar en ellos, sobre todo cuando se hace por urgencias, se contemplan decenas de historias con un final, por lo que se ve, muy poco deseable. Los operarios de las ambulancias charlan amistosamente con las enfermeras que, antes de llegar el cambio de guardia, han bajado un momento a tomar un poco el aire. Pareciendo que las tragedias, desgracias que se palpan en su entorno diario no fueran con ellos o, tal vez, que la fuerza de la costumbre, de alguna manera, haya conseguido inmunizarlos. En las ventanillas de recepción, próximas a la entrada, se adivinan largas colas cuyo obvio principio hace improbable averiguar donde acaban. Por todas partes hay gente impaciente y nerviosa que sólo quiere que la atiendan rápido, sin importarles casos más graves, ni mucho menos la relatividad de su impertinente incontinencia. Médicos y demás asistentes corren por los largos pasillos, si bien, con la suficiente delicadeza como para no comunicarse a voces. En un recodo veo a un hombre abandonado en una silla de ruedas, con cara de él no lo haría. Y no muy lejos del mismo, al lado de un gran cartel que señala la cafetería, observo una camilla, con sus ruedas, sus sabanas y, por supuesto, su poco flamante ocupante. Para muchos serán escenas cotidianas, no digo que no, pero al ocasional visitante no dejan de sorprenderle, y le imponen ciertamente un silente respeto.

04 noviembre 2010

De las lecturas del día

Sexo descriptivo. Me sorprendió leer que a algunos comentaristas el texto les parecía incluso pornográfico. Lo que dice mucho de sus lecturas; o lo que es peor, de su escasa imaginación. Es menester, pues, que tomen buen ejemplo de Antonio Muñoz Molina: que fantasea ingenuamente con poder coger algún día una teta con el pie.


.


Este impresionante comienzo en la columna de hoy de don Hermann Tertsch:

“«Insurgente» llamaba el locutor de una televisión española a los terroristas de Al Qaeda que asaltaron la iglesia de Nuestra Señora del Socorro en Bagdad en la víspera de la Festividad de Todos los Santos en Bagdad. Para después proseguir con el relato coherente que nos explicaba que fue el intento de rescate por parte de las fuerzas de seguridad iraquíes la causa de que allí murieran al menos 58 personas, la mayoría mujeres y niños. Para que nos entendamos, los responsables de la matanza hay que buscarlos entre quienes ordenaron liberar a los rehenes, sólo en segundo término por los «insurgentes» que los tomaron como tales”.

Una columna excelsa, como todas las suyas, y seguramente asaz incómoda para muchísima gente tan políticamente correcta.


.


Y, por último, dado que hoy no tengo tiempo ni para comentar con cierta ironía la última ocurrencia registral del okupa de Moncloa, muy esperada y necesitada por todos los españoles, les cuelgo un parrafillo que encontré en el blog de Arcadi Espada, y del que podríamos decir que ilustra perfectamente lo que en este orbe desalmado, insolidario y tan antisocialdemócrata se cuece, por desgracia, con demasiada frecuencia:

"En el mundo actual, se está invirtiendo cinco veces más en medicamentos para la virilidad masculina y en silicona para las mujeres que en la cura del Alzheimer. De aquí a algunos años, tendremos viejas de tetas grandes y viejos con pene duro, pero ninguno de ellos recordará para qué sirven"

03 noviembre 2010

Milan-Madrid

Escribo estas líneas completamente desahogado. Acabo de gritar como un poseso endiablado, enloquecido, fuera de control el gol del empate del Real Madrid de Mourinho, en el estadio del A.C.Milan, en el tiempo de descuento. Cada vez entiendo menos la querencia de ciertos periodistas fabulosos, como Enric González, por el denominado catenaccio. El fútbol italiano es soso, lento, trabado, y probablemente el más tramposo y rastrero del mundo. El Milan necesitaba la victoria como el comer. Y, la verdad, se puede decir que nunca salió a por el partido. Me esperaba un Madrid al contraataque y algo embotellado por el empuje de la escuadra rossonera y, curiosamente, fue el equipo blanco el que, a pesar de jugar a domicilio, tuvo que llevar la iniciativa durante todo el encuentro. Cosas de este deporte que, según los entendidos, son precisamente las que lo hacen grande, al final el equipo merengue pudo llevarse la primera derrota de la temporada. En el momento en que el Milan metió el 2-1, me tuve que frotar varias veces los ojos, e incluso darme pellizquitos de monja en el brazo, para no caer en la tentación de pensar que lo que estaba viendo lo estaba soñando. Cada vez que el equipo blanco recuperaba la pelota, los italianos se tiraban al suelo interpretando haber recibido un golpe durísimo, tener una lesión gravísima o, qué sé yo, haber sufrido un paro cardiaco. Un sinfín de triquiñuelas por parte de un conjunto de deportistas que, si bien se apreciaba su mucho oficio y que tenían la carrera bien aprendida, hay que reconocer que podrían haber triunfado cum laude en el teatro ligero, la comedia huera o la desprestigiada farándula. Al final, todos los intentos del histórico equipo italiano por entorpecer el juego, paralizar las jugadas de peligro, y engañar al árbitro, no obtuvieron el resultado deseado. Aunque estuvieron a punto. Y haya que reconocer que, después de todo, no se fueron con las manos totalmente vacías. Que, en honor a la verdad, era lo que merecían.

02 noviembre 2010

Y buenos, truco o trato, digo yo, curiosidad licenciosa

Ya se han quedado solos los muertos, en su imperturbable y desoladora tranquilidad eterna: sólo a la espera de más amigos, o de que les pongan más aniversarios. Ya se han quedado tristes y vacías las tiendas de flores, y han tomado un aspecto alegre, de vistoso colorido los campos santos. Ya los familiares se han olvidado de quienes les trajeron al mundo, de a quienes deben impagables favores, de a los que tanto amaron. Ya las tardes vuelven a ser cenicientas: han vuelto a trocar la vitalidad del otoño, por un presunto ahorro energético. Ya ningún malvado se acoge feliz y apresurado a sagrado, pues no hay temor a la muerte, ni al lecho sobre el que reposará el finado. Ya no hay respeto por el silencio imperecedero y elegante que se debería a todos los Santos, y se homenajean inoportunamente tradiciones que no nos pertenecen, festejos trasnochadores de brujas disolutas y borrachos alborotadores. Ya los pueblos vuelven a quedar silentes, lóbregos, llorones: hasta el próximo puente, las próximas fiestas, o las anheladas vacaciones. Ya las cruces volverán a llenar, sólo con sus sombras, el inalterable vacío de los cementerios. Ya llegarán tiempos en que muera la memoria de los hombres que aún guardan sus recuerdos: será una época oscura y desapacible, pero hecha a voluntad de quienes se dicen vivos, y no hacen otra cosa más que sumir en la más profunda inanición a sus lánguidas almas.


.


Siempre nos quedará la buena literatura.


.


Aunque sólo sea porque en contadas ocasiones la cultura sirve para poner a alguien determinado en su sitio: démosle a ésta una calurosa bienvenida, oigan.


.


Sin mucho rigor: prostituta, ramera, casquivana, arrabalera, lumi, concubina, furcia, fulana, hetaira, zorra, cortesana, meretriz, manceba, simplemente puta. Y hoy (siento mucho no ponerles enlace), nuestro querido Raúl del Pozo nos descubre un término tomado prestado del teatro de Ramón de la Cruz que, al menos para mí, era totalmente desconocido: potajera.

No te acostarás…