Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

Correspondencia: fjsgad@gmail.com
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Lugar: León, Spain

En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

28 abril 2011

En conclusión

Ahí van algunas sensaciones deportivas, y no tan deportivas, expresadas sin orden cronológico, jerárquico o ético alguno. El FCB no ha sido capaz de ganar al RM con igualdad de jugadores: sin duda, puede considerarse una de las claves de este Barça de Guardiola. Lo de la “mano negra” que hoy circula en los medios y que anoche sugirió el mejor técnico del mundo es una solemne majadería. Ahora bien, dadas las dotes teatrales del conjunto catalán, es probable que a estos muchachos les espere un prometedor futuro como artistas en otro tipo de eventos. El Madrid jugó muy mal desde el principio: ritmo de juego lento, pesado, trabado, aburrido hasta la saciedad. Pero no pasaba nada, porque el Barça, el poderoso y laureado Barça, estaba jugando exactamente igual de mal. El árbitro fue pésimo. No en vano, que diría Albert de Paco, fue elegido peor árbitro de la primera vuelta en la bundesliga. Y, vaya, creo que ha demostrado con creces estar perfectamente a la altura de su fama. A Pep le molesta, le irrita, e incluso le indigna que lo tuteen. Yo creo que, efectivamente, este chico mea colonia. Lo más inteligente habría sido que Mourinho no hubiese salido a dar la rueda de prensa tras el partido. Pero es que siendo el puto amo, al parecer, no tiene necesidad de hacer siempre lo más inteligente. Las palabras del técnico portugués, sobre todo teniendo en cuenta la media de lo que se oye en este mundillo, suelen ser juiciosas, ponderadas, lúcidas. Pero ayer, no habló él. Pep, en cambio, casi siempre habla muy bien. Sobre todo cuando su equipo gana y hace buen fútbol: es decir, cuando le van bien las cosas. Cuando le van mal… ya sabemos lo que micciona. Y aun siendo otro asunto, voy a ello: lo mismo ocurre con el Marqués don Vicente del Bosque. Compréndanme. No me gusta la gente tan buena, tan correcta, tan educada. Que nunca se sale de tono, ni mucho menos se sale del tiesto. Que no sabe expresarse sino con buenas y pulquérrimas palabras. Y es que, simplemente, no creo en la perfección. Todo el mundo tiene su tacha. Y, evidentemente, cuando alguien es demasiado bueno, exquisito y educado, hay algo que chirría, que no es natural, que finge como una de esas señoronas en la calle y reputas en sus camas. En cualquier caso, se aprecia, la gente no suele ver más allá de lo obvio. Y, claro, se suele conformar con lo que les ofrecen sus ojos en un primer, sencillo y superficial vistazo. Así nos luce el pelo a todos. Pero en fin, qué se le va a hacer. Me pareció una barbaridad que agrediesen a Miguel Porlán Chendo: un señor que, además, lo parece. Y además una agresión física, oigan: y el Barça queriendo hacer una queja formal porque no se regó el césped del Bernabéu y, por si ello fuera poco, queriendo denunciar a Mou porque exteriorizó sus inquietudes paranoicas. Esta forma de ser de Mou, sea dicho de paso, aparentemente dice mucho de su ego, de su irrefrenable narcisismo; aunque, claro, quizá también diga mucho de la inseguridad que tanto trata de disimular con su trabajado personaje. Pues el sensu contrario de lo que dije antes, es que tampoco puede haber alguien que, pareciéndolo, sea tan malo. De todos modos, ya saben: que uno sea un paranoico, no significa que no lo persigan. JM, asimismo, también dio, y lo dijo expresamente, la eliminatoria por perdida. Y, bueno, aunque todos nos lo imaginemos, eso no se dice. Porque aun sabiendo que sería pecar de ingenuo o iluso confiar en algo positivo, seamos serios, ese partido de vuelta aún tiene que jugarse.

27 abril 2011

Puertos inciertos

—¿Cómo explica que Perú se encuentre en la encrucijada de tener que optar por Humala o Keiko?

—¿De quién es la culpa de haber llegado a esa insensatez? Las fuerzas democráticas se dividieron, se destrozaron entre ellas y abrieron las puertas a los extremos. La enorme responsabilidad es de los tres candidatos (Alejandro Toledo, Pedro Pablo Kuczynski y Luis Castañeda), que representaban la continuidad del modelo que ha traído tantos beneficios a Perú. Su visión fue tan pequeñita, egoísta e insensata que muestra hasta qué punto todavía en América Latina cuesta discernir entre realidad y ficción. Una semana antes de las elecciones hubo un intento de gente de clarísimas credenciales democráticas para reunir a los tres. Fue inútil, ninguno estuvo dispuesto. Si se hubiera producido esa reunión y aceptado el principio de que había que hacer un sacrificio para impedir que se llegara a esa disyuntiva de extremos, el escenario sería otro. Ahora ya no tiene sentido llorar o lamerse las heridas. Hay un problema y hay que tomar una decisión: ¿Qué es preferible Humala o Keiko?


Mario Vargas Llosa, en la entrevista que publicaba el ABC el domingo pasado.


La política siempre ha hecho extraños compañeros de cama. Pero la situación actual, en Perú y donde no es Perú, comienza a ser verdaderamente preocupante. Ya nadie y en ningún sitio vota al mejor candidato, si es que hay alguno bueno, sino al menos malo. Salvo aquí en España, por supuesto: que votamos siempre para que no ganen los otros. Y los políticos, esas almas puras y llenas de auténtico altruismo, mientras, se dedican a airear porquerías ajenas, en vez de buscar necesarias soluciones. Sólo les preocupa alcanzar la poltrona o, en su caso, mantenerse en ella. Y, para ello, no escatiman elogios, no aprecian normativas, se exceden singularmente en las regalías. Este mercadeo indecente e incesante de intereses particulares, despreciando continuamente los generales, ha provocado que en algunos países comiencen a verse con buenos ojos a los hasta ahora denostados, marginados extremos. Haciendo cada vez más evidente el hecho de que a los políticos es más lo que les asemeja que lo que, en puridad, les distingue. Sin embargo, ¡también es sabido!, como tienen su público, y como de él depende el pan que comen, realizan ímprobos esfuerzos por subrayar todas y cada una de sus diferencias. Identificando de este modo tan elemental, inconsciente o deliberadamente, a las masas con sus peculiares e inmanentes cuitas. Movilización, agitación, odio cainita. La ecuación, en cualquier caso, está servida. Y la incógnita, paulatinamente, se está despejando.

26 abril 2011

Hay que irse a Zimbabue

Hoy por la tarde, dando mi habitual lección de mus a los amigos, quise saber qué opinaban acerca de la noticia del día: ¡será una creciente ola de hombres que violan a mujeres!, me contestaron. Y, bueno, en cierto modo, hay que comprenderlos: yo también pinché en la noticia pensando que se trataba de una errata. Aunque, claro, enseguida me desvelé, y recordé ese axioma periodístico que aprendí leyendo a Arcadi Espada, y que dice más o menos: “noticia es que hombre muerda a perro, y no que perro muerda a hombre”. En cualquier caso, y apartándome totalmente de la seriedad que merece el asunto, hay que reconocer que es algo absolutamente inaudito, cuando no absolutamente fantástico (pensarán algunos). Al parecer, estas ovejas descarriadas, insensatas y completamente salidas, ofrecían dinero a los machos-machos que se encontraban por la calle si accedían a mantener relaciones sexuales con ellas. Y, en caso contrario, ¡se los tiraban! Pero hombre, hombre, hombre. Y, vaya, tal y tan grande es la preocupación en el país, que las autoridades han recomendado al ciudadano masculino de a pie que no suba en coches con desconocidas. A mí, cuando era pequeño, sólo me aconsejaban que rechazara educadamente caramelos. Hoy día, ya crecidito, y dejando a un lado las distintas y riquísimas culturas que habitan el orbe, pienso que declinar ciertas ofertas raya obscenamente con la descortesía.

25 abril 2011

Semana en retazos

Llamadas que sólo aplazan una confrontación visual. Momentos mejores de lo esperado. El egoísmo impide ver que no sólo tu sales perdiendo. La comprensión, el apoyo tácito, una promesa como débito agradable. Un hasta luego no se ha de pronunciar nunca como un adiós. Y sosiégate, cuando entiendas que nunca es tarde para aprender. Un partido sólo es un partido: pero madre, madre. Justicia deportiva, como saben, según el cristal con que se mira. Por lo demás, hasta los mejores pierden los nervios, hasta los mejores hacen teatro, hasta los mejores se justifican con el árbitro, y hasta los mejores prueban alguna vez el sabor de la derrota (aunque se empeñen en travestirla). En cualquier caso, a quien verdaderamente se le escapo el trofeo de las manos, ¡literal y exclusivamente!, fue a Sergio Ramos. Para respeto reverencial (válgame lo que ya saben), exquisito y delicadísimo, el de Mourinho al saludar a Don Juan Carlos. Luego, claro, visten con ropajes de humildad a zorros más astutos a quienes queda demasiado grande el traje. Vendrán más choques de infarto, se recomienda refrenar el entusiasmo (no vaya a ser). No todos los jueves son buenos y santos, empero. La pequeña, humilde, pero preciosa procesión del encuentro en el pueblo, ya entrada la noche, se saldó con papones a remojo, escasez de paraguas, y un avispado Nazareno de pronta recogida mientras la Dolorosa aún no había hallado cobijo. Los judíos, a quienes seguíamos en silencio, a la intemperie. Al cura no lo tenía localizado. Y varias mozas con futuro de merecer, a mi vera, que era un sitio sin duda estupendo. Tras la tentativa procesional, menester dar cuenta de la limonada. Más dulce que la probada en la city. Me comenta mi padre que este encuentro antaño se celebraba a las seis de la mañana. Ya son ganas, digo sin ánimo contestatario. No faltaba un alma, me responde demasiado sincero. El viernes jarrea menos que el jueves, pero bastante más que el sábado. La procesión, no obstante, cumple (ahora bien, tras haber pegado un bocado al itinerario). Seguían a toda la muchedumbre (palabra bíblica donde las haya) varios nubarrones oscuros que amenazaban humedad a raudales. No sé si fue fruto de la improvisación o ya estaba previamente ensayado, pero los redobles incrementaron notablemente el tempo, y yo, que estaba viendo la comitiva desde un lateral, pude observar, no sin asombro, a todo un pueblo y a todos sus santos transcurrir delante de mis ojos a una velocidad realmente prodigiosa. Fue extraordinario. La Virgen, más que manto, parecía que tenía capa. Los papones asemejaban velocistas olímpicos. El solemne redoble de tambor, trocó a jota. Al cura volví a perderle la pista. Y, según me dijo mi hermano, casi accidentan al Cristo con urna y todo. La que se habría preparado. No obstante, llegó todo el mundo seco a la iglesia. Y, a Dios gracias, todos los Santos enteros. Después, más limonadas. Se esperaba un sábado pasado por agua, pero sólo estuvo frío, y, como dicen los novelistas, desapacible. Con tanto Madrid-Barça el partido contra el Valencia tenía el aliciente de un entrenamiento, pero mi padre lo vio y me comentó todos y cada uno de los goles. El que no se contenta es porque no quiere, que dicen. En el ensayo: el tema de presentación ya va, Fito excelente, los agudos de esa cumbia prometen intensas amigdalitis, no he de probar más en la salsa tumbaos de rumba catalana, ¿a ver si ahora al público hay que explicarle cómo se baila todo? Por la noche me voy a ver una orquesta. El teclas es mi primo. Buen muchacho que hizo empresariales aunque ahora viva de la música, como en su día su abuelo, su padre, algún tío y uno de sus primos. De casta le viene al podenco. Mi sobrino ya no teme los fuegos artificiales; y sus ojos estaban tan abiertos, que casi podía disfrutarse de la pirotecnia contemplando el reflejo que se mostraba bajo sus párpados. Sin embargo, cuando entró el sueño a la criatura, todos nos fuimos para casa. Y es que el que manda, manda. Ya saben.

14 abril 2011

Limpieza

Creo que en la vida hay que saber reconocer una derrota a tiempo. Lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible, ¿no? Pues eso. Yo la agenda, creo, ya la tenía bien repletica con las oposiciones y mi grupo de música ligera, normal, de andar por casa: una rumba aquí, una salsita allá, algo de rock… pero esto del jazz, es un mundo enorme, y muy, muy, muy complejo. Porque, obviedades a mí, una cosa es oírlo, y otra, muy distinta, vaya, interpretarlo. Cuando me lo propusieron, acepté con la intención de ayudar armónicamente, hacer alguna introducción, meter algún tumbao en algún tema de Latin jazz… pero claro, también hay que improvisar, y para improvisar, hay que saber muuuuchas escalas, y hay que saber muuuuucho de armonía (cosas pequeñas o no tan pequeñas que, la verdad, no había visto ni en clásico ni en ningún otro tipo de música en toda mi vida). Además, cómo no, se necesita tiempo, dedicación, cosas que, alguien habrá que me comprenda, no sólo no me sobran, sino que, si ello fuera posible, por las ganas me endeudaría bien a gusto y pediría un abultado crédito a la entidad financiera Chronos. El lunes llamo y lo dejo. Lo siento por quien de mi entorno inmediato lo sienta. A veces se cansa uno de sentirse culpable por todo y por todos. Se me han agotado las fuerzas de golpe. Sé que es pensar en caliente, tras un ensayo en que me han cargado con una cantidad de información más que abrumadora. Y oigan, vengo de hacer derecho, y de terminarlo bien y en el tiempo y modo más cristianos, que no es fácil, y de opositar, teniendo como preparador al mejor jurista de todo león, que habla el señorito que no se harán una idea. Vamos que, en cuanto a datos disparados por segundo se refiere, pensaba yo que en esta vida ya no me iban a sorprender. Pero je de je de je: acojonado me hallo. Y discúlpenme el vocabulario, de veras, porque no acostumbro ni en lo más privado a hablar de este modo tan inadecuado, pero es que me hallo ahora mismo totalmente sobrepasado. Mi madre me ha dicho que lo consulte con la almohada. Que ahora en caliente no estoy viendo el asunto con claridad. Pero no, no puede ser. No tengo tiempo de leer prensa, ni libros, y, claro, de revistas ni hablamos. No tengo tiempo de quedar con amigos. Ni con mujeres (pobrecitas). Pero lo peor de todo, es la cabeza. Me da vueltas toda ella. Y llevo una temporada que no sé ni donde tengo la mano derecha. Me cuesta horrores centrarme en el estudio. Y cuando por fin lo consigo, ya he perdido demasiado tiempo. Estoy mentalmente agotado. Y creo, sinceramente, que si no pongo freno por algún sitio voy a terminar reventando. Es algo más que una sensación. Me toca los bemoles (nunca mejor dicho) porque me veía capaz, porque es la música que más me ha gustado siempre, porque en León se cuentan con los dedos de una mano los pianistas que se dedican a este menester y, supongo que, no considerándome precisamente malo (ni me lo considero ni me lo consideran, vaya), quería entrar a formar parte de ese selecto grupo. Pero en fin. Que no. Espero no haberles aburrido. Mientras tecleaba me ha estado dando la sensación de estar hablando solo. Y, probablemente, así era. Y, probablemente también, así es siempre, o bastante a menudo, al menos. Estas líneas, supongo, deberían pertenecer a uno de esos diarios a los que solo tiene acceso el propietario. Pero como comprenderán, qué les voy a contar a estas alturas, no gasto de esos. Y aquí estoy, aireando mis penas, mis problemas y mis inquietudes con un amigo invisible, un público empático o antipático, o, quizá, lanzándolo todo a un pozo sin fondo. Pero qué difícil es decir no, carajo. Qué difícil es acostumbrarte a lo que no estás acostumbrado. Mirar las cosas desde un punto de vista distinto y distante del que te pide el cuerpo, y que encima entiendes que es el correcto. Qué difícil es gustar a todo el mundo (bueno, esto es una quimera, lo cierto es que es imposible). Qué difícil, qué pena, y qué inmensa rabia da no controlar todo lo que te rodea. Y sentir que hay cosas que se te escapan. Y que tal vez no vuelvan. Como ese tren que apenas se detiene, y que no te das cuenta de que era el tuyo hasta que lo has perdido. El tren como metáfora de un trabajo, de un sueño, de un buen amigo, o de la mujer de la que siempre has estado, estás y estarás enamorado.

Joder, qué difícil es vivir. Y, joder, qué difícil hacemos la vida.

Gracias por leerme, y gracias por aguantar mis impertinencias.

Buenas noches.

11 abril 2011

Qué alivio, qué sofoco, qué cierto

Políticos locales y regionales llevan un tiempo como alicaídos, cabizbajos, algo desvencijados. Y no es precisamente por el clima, siempre tan influyente en los estados de ánimo. Al parecer, tienen menos trabajo: durante una temporada no podrán salir en las fotos de los medios, tijera en mano, todos sonrientes, inaugurando alguna obra tan fastuosa como inútil cuya factura corra a cuenta de los ojos de nuestra cara. Se propone, como alternativa, que en la foto salgan quienes la pagan, en vez de los artífices de la idea. De ese modo, los vecinos estarían encantados. Y los contrariados dirigentes podrían dedicar el tiempo a pensar menos, a pensar mejor, o a pensar en algo que nos saliese más barato. Pensar es siempre gratis, pero no siempre sale gratis. Algunos deberían recordarlo.


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Se acerca un maratón de clásicos, ese término tan ampuloso como rimbombante. Blancos y blaugranas se preparan a conciencia para dejar contentas a sus respectivas hinchadas. Ambas plantillas rebosan juventud, coraje, talento, un presupuesto obscenamente inconmensurable. Las dos Españas de Machado se han quedado en dos modos de entender el fútbol, la vida, la filosofía aplicada al deporte (vale, me estoy pasando). Y se enfrentan, además, un míster que colecciona relojes de lujo y otro que aglutina una coqueta selección de jerséis de punto, los dos muy bien considerados. ¿Butifarra o cocido?, ¿señera o madroño?, ¿paseo marítimo o asueto por la Castellana? Las dos ciudades serán un espejo al que se asomarán, probablemente, casi todos los españoles: esperemos que la imagen resultante no defraude.


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Nunca creí que fuera a poner a este hombre en el apartado de la frase del día, pero ya saben que corren tiempos difíciles:


“Las personas mejoran, pero no cambian”.


Pipi Estrada, érase una vez un hombre a un comentario pegado.

06 abril 2011

Qué caracter, corpore sano, excusatio...

Que una mujer tenga que ser muy guapa para estar detrás de una barra, tener la paciencia que nunca le cupo a un Santo, y no perder nunca esa sonrisa de anuncios frivolizados, es algo que debería estar mucho mejor visto, y no digamos mejor pagado, en este país de notables palurdos cuya máxima expresión de gallardía, donaire e ingenio se concreta en un chistecillo de machitos, una pose de revista y un hígado a prueba de bombardeos regulares.

Pero a ellas les encanta, no obstante.

Y, a algunas camareras, también.


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El footing de hoy, bien. Aunque, tal vez, algo forzado. Me ha acompañado mi hermano, que se empeña en meterse en unos pantalones cuya cintura evoca esa asombrosa capacidad del ser humano para dar de sí determinadas partes del cuerpo (y sin esfuerzo aparente). El tiempo acompañaba. Aunque no había mucha muchacha con perrito faldero ni del que ladra paseando. Pedimos vez a la peluquera, que estaba leyendo ávida un número del Muy interesante. La verdad es que en los ocho años que llevamos cortándonos el pelo allí los miembros masculinos de la familia nunca la hemos preguntado por su nombre. Pero, en cambio, todos nos hemos puesto de acuerdo: cada uno la llama de una manera distinta. Ella se lo toma con filosofía. Porque a ver si por una vez el cliente no va a tener razón. Sin embargo, aunque decir no dice ni esta boca es mía, sus miradas son siempre bastante significativas. Al salir, eché un vistazo al estanco, que linda como bucólicamente con la pelu. La hija del estanquero ya se ha puesto primaveral. Y a su padre se le arruga graciosa pero preocupantemente la pituitaria cuando olfatea buitres en derredor. Empero, es tan fresca y simpática esa muchacha que, probablemente, en un futuro no muy lejano, al hombre que cace haga olvidar que también goza de suegro. El río, por cierto, estaba hermoso como nunca, pero tan sucio como siempre. Aunque en él había algo nuevo que refulgía: como se acercan las elecciones, el señor alcalde ya nos ha abierto las pasarelas que comunican ambas orillas. Nuestro dilecto Paco, que será de los pocos alcaldes que se da sólo la importancia que cree merecer, es un primor. Seguro que cuando lo echen del Ayuntamiento, y lo digo sin ninguna mala leche, en las próximas elecciones, volveremos a verle pasear sus perritos y recoger sus delicadas deyecciones; y, vaya, si por un casual al ilustre corregidor de repente le entrasen ganas de hacer pipi en el parque y a ello se prestase, cual esos entrañables señores mayores, probablemente depositará religiosa y felizmente, sin rechistar, o sea, los trescientos euros que ahora nos cobra a sus conciudadanos por realizar las micciones inoportunas al aire. Pero volvamos al troting que, como diría Fulgencio Fernández, ya me esnorté. Mi pariente en segundo grado de consanguinidad y un servidor creíamos haber empezado con un trote bastante ligero. Pero una mujer entrada en edad, y también en abundantes grasas, que había comenzado el recorrido más tarde que nosotros, nos adelantó con una pasmosa tranquilidad que denotaba su total desprecio por mellar el henchido orgullo de la siempre socarrona juventud. Miré a mi hermano no sin preocupación, pero a él no le debió de parecer lo que se dice indigna la situación. Poco después, y ya habiendo perdido totalmente de vista a la señora que nos había adelantado, nos encontramos con un hombre, también con perrito, que, más que razonable, tenía un parecido verdaderamente extraordinario con don José María Fidalgo, posiblemente el último sindicalista serio y coherente en lo que queda de ese vestigio romántico hogaño tan lleno de trepas. Ahora bien, cualquiera pregunta si es o no quien parece. Y más, yendo a esa velocidad, sin duda, y a todas luces, totalmente desproporcionada. En cualquier caso, no muchos jadeos deportivos después, terminamos el ejercicio tras una sola primera vuelta no exenta de inquietudes físicas y metafísicas ciertamente preocupantes. Y voy a hacerles una pequeña confesión, de éstas que no llevan penitencia aparejada: el otro día fui yo quien marcaba rumbo y ritmo; pero hoy… puedo conceder y concedo que acabé pidiendo la hora.


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Me van a disculpar la regular irregularidad. Pero me hallo en un difícil momento armónico; ya dudo, y creo que hago bien, hasta de mi oído. Y eso que estoy descubriendo las perversiones de la Mixolidia, que es realmente malvada, embaucadora y hechicera. Tiene todo el gusto, aunque a mí a veces no me sabe absolutamente a nada. Paciencia, que venden los sabios (¿será de la que les sobra?)

04 abril 2011

En limpio

Lo mejor de todo es que partiendo de cero el crecimiento (casi) siempre está asegurado. Y da un gusto enorme, además de nada obsceno, sentirse como una esponja seca que, paulatinamente, se va humedeciendo a medida que adquiere nuevos conocimientos. El saber sí que ocupa lugar, ¡por supuesto!, pero, desgraciadamente, son demasiados los que ignoran cuál. Además, tengo que decir, que si hay algo en esta vida que cada vez cobra más importancia, es, sin duda, la humildad. Dado que cuando creemos saber, menos conscientes somos de nuestra propia ignorancia. Por ello, no hay que tener ningún miedo a preguntar. Quiero decir, a preguntar nada absurdo. Quién sabe, a lo mejor la duda no es tan estúpida, antes la han tenido otros, o la respuesta no es tan obvia. El silencio es vil enemigo del aprendizaje, pero también lo es de la confianza. Aunque, vaya, tampoco es malo ser cauto: la valentía es sinónimo de estulticia, y no conviene abusar de ninguna de ellas. Lo malo, son siempre, y desde hace mucho, los extremos meridianos: nunca se huye de ellos lo suficiente.