Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

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Lugar: León, Spain

En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

31 julio 2010

Cerrado por vacaciones

Estas líneas las debía de haber escrito mucho antes, pero la indolencia climática es lo que tiene. La mitad de este mes no he estado en León, o he llegado a horas lo suficientemente intempestivas como para no actualizar el blog, y ni siquiera mi propia vida. Y ahora, llega Agosto: cuando la gente más descansa es cuando más trabajo. Hace un momento, mientras me dirigía hacia mi peluquera de confianza, a ponerme al día de los chismes del barrio, me quedé mirando el afán, la gula, casi el ansia con que la gente cargaba sus maleteros en chancletas, con sus gorritas de sol, sus maletas de piel de gamuza, sus biquinis y triquinis de rayas, y también estampados, y desde luego con una talla bastante más pequeña de la que correspondería, supongo que fiel reflejo de los estragos del año. Y me dije, aquí, no va a quedar ni el tato. Y yo, qué quieren que les diga, tampoco. Estaré todo el mes en el pueblo: un destino ameno, cercano, desde mi punto de vista absolutamente necesario. Sólo pisaré León cuando toque varios días seguidos y no me quede más remedio que dormir aquí, alejado de los míos. Si en esos días me levantara con tiempo, y fresco y despejado, les escribiría una pequeña crónica de mis andanzas como músico; aunque, sinceramente, lo veo poco probable. Claro que también existe la posibilidad de que consiga una conexión decente por aquellos lares, me conformaría con un ratito minúsculo, y podría escribir en un breve paréntesis unas pocas líneas; aunque pienso que también es poco probable: tendría que ir con el portátil a sentarme en el portal del ayuntamiento, ¡y qué iba a pensar el alcalde de mí! Con lo que bueno, casi con toda seguridad, hasta el día uno de Septiembre, no tendrán más noticias mías. Espero volver, y que ustedes vuelvan, con muchas ganas. Ha sido un año relativamente largo, duro y difícil. Aunque es evidente que vendrán tiempos mejores, y desde luego también peores. Hay que tomar la vida según viene. Y no es un consejo, es simplemente la única posibilidad que hay.

Pasen un buen verano.

Y gracias, como siempre, por leerme. Su atención me alimenta.

27 julio 2010

Cuestión de raza

La evolución de las especies: “Cerca de la playa me cruzo con un grupo de jóvenes alemanas y un español. Ellas son altas, lácteas, fuertes, limpias, impresionantes de salud y estado de bienestar. Es decir, son muy bellas, y acaban de despertarse. El español habrá cumplido los 35 años. Es bajito, tiene el pelo y los ojos negros, y unas largas patillas que acaban en culata de pistolón”.

Arcadi Espada, al que Dios mantenga de vacaciones mucho tiempo.


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Mis últimas visitas al cine me han sumido en un curioso estado de perplejidad. Por ejemplo, este tráiler: un compendio del Zorro, de los héroes de Dumas, ¡del castizo Curro Jiménez!…



Si el cine español ha hecho todo esto con un escritor: qué no harían con un héroe.


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Más cine español: Sara Carbonero interpretará a una presentadora de informativos. Creo que aún no se sabe si lo será de la sección de deportes. Y si tendrá un novio futbolista. Al respecto, bien puede decirse que la realidad, en ocasiones, supera a la ficción. Y que hay que ver cómo se meten nuestras actrices en sus papeles. Hasta mezclarlos con sus propias vidas. Y hacerlos indiscernibles.

Por lo demás, la humanidad lleva siglos haciendo de sí misma. No puede costarle mucho trabajo, a nuestra querida reportera.

23 julio 2010

En el cine

¿Qué pueden tener en común John Woo y James Mangold?

Noche y día. Buen reparto. A medio camino entre la saga Bond y la comedia romántica. Un agente secreto de manual con cierto atractivo físico, peculiar e irresistible encanto para el sexo caprichoso y esa necesaria pizca de soberbia y ternura, mezclada pero no agitada, se encuentra con una muchacha experta en motores, atrevida, algo ingenua, siempre simpática y algo coqueta, al menos, lo suficiente como para meter en la misma bolsa con rebuscados carburadores un secador indispensable. La acción es rápida y divertida, atrapando al espectador desde sus primeras escenas, aunque el final, descafeinado, soso y desde luego predecible, desdiga un poco la línea general de la película. La nota exótica la pone la incultura mayúscula del director, con algún antecedente demasiado cercano y obsceno. ¿Qué puede hacer pensar ahí afuera que quemamos los Santos que veneramos? Pues, evidentemente, lo mismo que para visitar La Giralda, a primeros de Julio, haya que tener sumo cuidado con los encierros de San Fermín.

21 julio 2010

Ausencias, peso pluma, pero qué menos

José Luis Rodríguez Zapatero, este año, no va a ir a Rodíezmo. Y nuestra Leire de España, según parece, tampoco. Aunque no se sabe muy bien si lo hacen porque no quieren, porque no pueden, o porque realmente no les han invitado. En cualquier caso, es una verdadera lástima. Porque ya nos habíamos acostumbrado a esas entrañables estampas que nos llegaban de los dirigentes socialistas hermanados con los líderes sindicales, con esos pañuelitos al cuello, y esos pacíficos y sosegados puños en alto. Aunque, la verdad, nunca se llegaba a entender si querían dar una imagen de líderes consecuentes con sus actos y fielmente comprometidos con los valores democráticos unánimemente aceptados o, por el contrario, pretendían realizar un llamamiento que sólo el espíritu de Pablo Iglesias sabría decirnos a qué demonios podría obedecer.


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El mundo, como sus habitantes, está interconectado. China-USA, USA-Reino Unido, Francia-Alemania, potencias nucleares, potencias emergentes, potencias comunistas, ¿potencias socialistas?…y en medio de todos ellos, España. País que, como saben, es diferente. Nación (¿de naciones?) genuina, auténtica, impredecible. Siempre dialogando, intercediendo, con ese hálito comunicativo que la caracteriza. Lo importante, como nos decían de chicos, es participar. Da igual que siempre nos confundamos de bando, y de propuesta, y por supuesto de momento. El quid está en llevar la iniciativa, aunque no se sepa de qué; ¡en poner ideas sobre la mesa!, aunque se desconozca para qué; y, en fin, en que se nos oiga, en que se nos atienda, en que se nos observe…

-Doctor, me siento ignorado, incomprendido, despreciado, solito en la vida

-Que pase el siguiente


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Sueldo de mileurista pelado, su aplicación práctica:

1. Chalet, o en su defecto piso nuevo (en zona céntrica)

2. Coche también nuevo, a ser posible de firma, de gran cilindrada, que los caballos no se sujeten

3. Comidas y cenas fuera de casa, pero nada de comida basura que tengo una digestión incómoda

4. Vacaciones fuera del país, y varias veces al año, dejemos lo nacional para los fines de semana

5. Renovación de vestuario estacional, con independencia de su necesidad

6. Los caprichos de los críos

7. Los caprichos de los progenitores de los críos

8. Salir de copas con frecuencia

9. Ir a esos sitios tan de moda en los que embadurnan a uno de barro y otros mejunjes inclasificables (y luego vas y lo cascas)

Que en España hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, evidentemente, es un invento de algún desaprensivo.

20 julio 2010

Lo correcto

Si hay algo que verdaderamente me molesta de los políticos es que además de no escribir nada más que mentiras lo hagan con faltas de ortografía. En la prensa leonesa, el domingo pasado, una tal Natalia Rodríguez Picallo, portavoz del equipo de Gobierno del Ayuntamiento de León, comenzaba así:

“Poco se conoce la vida municipal sino (este si no se escribe separado) se entiende porqué (este por qué es separado, aunque sí lleva acento ortográfico) se toman en estos días una serie de decisiones trascendentales para el sostenimiento de la viabilidad de la institución, y por ende, (lo correcto sería escribir: institución y, por ende, del desarrollo) del desarrollo y el progreso de la ciudad de León. O como (este cómo, mejor con tilde) conociéndolo (sería conociéndola, por aquello de la concordancia del género que nos enseñaban a todos en la escuela, de muchachos), el oportunismo político es la base de las propuestas a las que nos tiene acostumbrados el PP municipal”


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“Alguna vez habrá que rendir homenaje público al PP por los servicios prestados como chivo expiatorio de «todos» los males de la democracia española” Eduardo San Martín, en su columna de hoy.

16 julio 2010

Por contraste

Cada vez está más claro que las cosas en esta vida son como uno las quiera ver. Este párrafo que les copio, por ejemplo, podría haber salido de la pluma de una mente infantil, de la de un joven sin experiencia ni conocimientos suficientes, o, simplemente, de la de un ciego (no tanto sensorial como social). Claro que también podría ser calificado de jocoso, y mover a una hilaridad impropia de gente civilizada, sino fuera porque lo firma un catedrático, y la situación es verdaderamente caótica:

“Nuestro presidente de Gobierno, con tan buena fortuna en su vida política anterior, se ha encontrado con lo peor que le puede suceder a un gobernante de izquierdas: topar con una crisis capitalista para la que solo hay remedios lentos, injustos y de derechas. ¿Qué es lo que ha hecho Rodríguez Zapatero en tal tesitura? Podría haberse marchado a su casa, como sugerían algunos, pero ello supondría una rendición impropia de alguien con su currículo. ¿Dejar la presidencia a un compañero de partido? Es obvio que con ello nada se resolvería, pues desgraciadamente la crisis no es cuestión de personas. ¿Por qué no confiar una vez más en la buena estrella, aguantar hasta las próximas elecciones, rezar a Pablo Iglesias, que seguro que está en los cielos, para que la crisis empiece a desaparecer y esperar que el Partido Popular, que no ha rayado a gran altura en la oposición, coseche otro fracaso en las urnas?”

Me temo que sólo el hombre que escribió estas palabras podría sacarnos de dudas sobre a qué se refiere exactamente cuando habla de la buena fortuna en la vida política anterior de Zapatero, ¡el currículo del presidente!, ¡¡confiar en la buena estrella!!, ¡¡¡ o rezar a Pablo Iglesias!!!

Yo apuesto, y se admiten sugerencias, que estaba plasmando por escrito los remedios de la izquierda para sacarnos de este embrollo: quizá ineficaces, pero tremendamente justos y ecuánimes.

Madre, madre: pero qué tropa.


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Este artículo que firmaba don Ignacio Camacho en la Tercera del domingo pasado, como saben, la Tribuna más prestigiosa de la prensa española, merece ser leído en voz alta, a ser posible ante un público selecto, o al menos que no rebuzne. Se ruega una entonación y cadencia adecuadas. El mejor artículo de la semana, y de lo que llevamos de mes, bien lo merece.

15 julio 2010

Paquito


14 julio 2010

Tuyo estimado

Tengo la suerte, la fortuna, la enorme dicha de ser leído por mi familia. Y en algunas ocasiones, no me lo van a creer, incluso les interesa y les gusta lo que escribo. La situación me hace verdaderamente feliz. Y no presumo más de ella, sencillamente, porque hoy la gente sólo presume de tonterías. Y, hasta cierto punto, es razonable ir con las modas. Quien escribe se describe, reza el dicho. Tras un texto hay una personalidad, una vida, unas circunstancias a modo de aliño de ensaladas. Y termina por importar, por tener relevancia, no tanto el qué sino el cómo. Esas formas, esos detalles que nos susurran al oído mucho cuidado o adelante, por el contrario. Quién me iba a decir a mí, un muchacho existencialista que se tenía por hecho a sí mismo, inimitable y espléndido, que el estilo, y lo que ello conlleva, podría ser hereditario, genético, un rasgo inconfundible de la familia. Les voy a colgar un fragmento de una carta del hermano de mi abuelo a su cuñada. La encontré el otro día en el desván de mi abuela, junto con otras muchas. Data del año 1956. Mi tío abuelo, creo que en alguna parte ya les he hablado de él, era un hombre muy sabio. Fraile agustino destinado en Manila, doctorado en teología, biología y lo que antaño se llamaban clásicas. Hablaba cuatro idiomas. Y fue profesor de la Universidad de Pensilvania, a la que, según nos contaba mi abuela, incluso tenía que acudir armado. Mi padre me repite a menudo que le habría encantado charlar conmigo. Pero yo, seguramente, me habría sentido abrumado en su presencia. A pesar de compartir con él esa fiebre por el saber, esa inquietud intelectual enfermiza que me constriñe a devorar cuanto pasa por delante de mis ojos. Mi tío solía decir que cuanto más leía y estudiaba más dudas tenía. Y es que el saber es inabarcable, por inmenso y por las limitadísimas aptitudes humanas. Da pena, pues, ver a tanto tonto suelto sin remoto conocimiento de la condición que ostenta. Cuando leyó mi hermana la carta, antes de pasármela, me dijo que si no hubiera estado firmada habría asegurado que la había escrito yo. Pero cuando la leí, la aclaré que, probablemente, sólo nos asemejábamos por los lazos de la literatura. Quizá nadie los vea, pero existen: como tantas otras cosas que importan en la vida. Aunque quién sabe.

“Mi querida cuñada: por fin se te curaron los sabañones con las brisas cálidas del estío y el fresco medicinal de Llamas de la Ribera. La pluma apareció en tus manos blanquecinas y un poquito ateridas; el corazón vibró ante el impulso de la sátira de mi epistoleja; la inteligencia femenina despertó de su letargo y acuciada por el amor propio y la vanidad innata en la mujer al ser pinchada en las fibras más delicada de su corazón, dio a luz una carta simpática, humorística, irónica y muy agradable. Me causaste una satisfacción plena. Enhorabuena por ella y otra muy, muy enhorabuena para el día 15 de Agosto, tu fiesta. Si en la madrugada del día 15 oyes cantar un pajarito a tu ventana, si el aroma de los perales y manzanos penetran en tu cuarto; si el suave murmullo del riachuelo vecino susurra en tus oídos; si el rey del gallinero entona un especial qui, qui, ri, qui…no te olvides que aquel canto, aquel aroma, aquel susurro y aquel quiquiriquí vienen cruzando los espacios de tierras muy lejanas y recónditas; y que, en ellos, está escrito en escritura invisible un “felicidades” de tu cuñado simultáneo con un abrazo de lo más cordial.

Creo que tu carta me ha hecho un poco poeta hoy. Pero lo que te digo no es ni la ironía de la otra, ni el reproche que llevaba, ni el juego de palabras: es la verdad y el sentimiento que poseo al correr de la maquinilla. Natural y espontáneo, sincero y verdadero. Sé que lo siento porque te hará sentir y te llegará al corazón y te hará llorar de alegría…”

13 julio 2010

Políticamente correcto

“La bala le entró por la letra A de Petraeus. Fue en 1991, durante unas maniobras en Fort Campbell, Kentucky. Un soldado tropezó y su M-16 disparó una ráfaga que alcanzó al general. El proyectil pasó a un dedo del pulmón. David Howell Petraeus fue operado y se recuperaba en un hospital militar. Una mañana, harto de la inactividad, se quitó los goteros, saltó de la cama y le dijo a los médicos que hacían la ronda: «Estoy listo para irme de aquí y lo voy a demostrar». El general se puso a hacer flexiones en el suelo. Cuando llevaba cincuenta, le dieron el alta. Así es el nuevo comandante en jefe de las tropas de Estados Unidos y la OTAN en Afganistán”. XL semanal.

Este hombre asaz extraordinario, duro e incluso simpático es el sustituto del general Mc Chrystal. Será el encargado de poner en orden el avispero afgano y a salvo el trasero del hombre más poderoso del mundo (en gráfica expresión bastante americana). Su peculiaridad, entre otras, es que tiene una idea de la guerra muy curiosa, y que no tuvo reparo en plasmarla, en su día, en su tesis doctoral: si no puede con el enemigo, únase a él. Como ven muy original, muy novedosa, muy ocurrente. Al parecer, se gana a los espíritus rebeldes con una estrategia que no se le había ocurrido a nadie antes que a él: los soborna. Bueno, el artículo dice que los pone a sueldo, pero acéptenme a Paul como animal de compañía. Lo que hay que ver, oír y leer. Claro que, si el general acepta el punto de vista de nuestra Carmen de España, o sea, que estamos en una guerra que no es una guerra, al final, va a resultar que el nuevo comandante de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad, David Petraeus, se está tomando demasiadas molestias.


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“Iker Casillas ha tenido que aguantar desde que nació hasta ahora mismo ciertas incomprensiones trogloditas que no entienden todavía el tiempo que estamos viviendo. Su beso de verdad a Sara Carbonero no es una anécdota. A mí me supo a gloria, como si lo hubiera dado yo mismo”. J.J Armas Marcelo.


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Estoy leyendo La noche de los tiempos, de Antonio Muñoz Molina. Está escrita, como no podía ser de otra manera, magistralmente. Pero no me acaba de gustar. Por alguna razón, la comparo mentalmente con El séptimo velo, de Juan Manuel De Prada, y la primera no sale precisamente bien parada del lance. A mi entender, y por supuesto además del argumento, difieren, como corresponde a sus tendencias ideológicas tan firmemente arraigadas, sobre todo, en la descripción de las escenas de sexo. En el libro de JMDP suponen una experiencia mística, onírica, irreal, inasible, como la descripción de un cuadro magnífico que no estás viendo; en el libro de AMM, en cambio, la cosa pinta algo más cruda: referencia a felaciones, a gozosas eyaculaciones (sin eufemismos) y a unos muslitos jugosos, juguetones, jóvenes y firmes. ¿Es ésta, acaso, la delgada línea roja que define tendencias, decide destinos y trocea en dos mitades el género humano? Pero hombre, hombre. Las formas, en la literatura y en la vida, marcan la diferencia. No se puede tener la prosa quizá más fluida, elegante y depurada del actual panorama plumífero, y estropearla con palabras lacerantes, rudas, chabacanas, malsonantes. La buena literatura ha de ser, necesariamente, ambidextra. No es cuestión de pudibunda pacateria, sino sólo de presencia.

12 julio 2010

España, siempre

España ha ganado el Mundial de las vuvuzelas, de los jabulanis y de los reporteros más dicharacheros. Los muchachos de Vicente Del Bosque salieron con ese aire de futbolistas soberbios y espléndidos que habían desplegado contra la selección alemana. Y los primeros quince minutos de partido, todo hacía presagiar que iban a exprimir pero que muy bien a la nueva naranja mecánica. Pero entonces los futbolistas holandeses, que en algún momento debieron de pensar que ellos también eran finalistas, decidieron frenar el ímpetu, el juego y el entusiasmo que estaban mostrando los españoles con golpes, patadas y demás chalaneos de sus más que particulares dotes artísticas. Esta circunstancia nada excepcional en un terreno de juego cuando se enfrentan dos contendientes tan obscenamente desiguales, dio lugar a una pequeña batalla campal en la que, al final, la lógica, la calidad y sobre todo el esfuerzo de un trabajo muy bien hecho tuvieron su extraordinaria y tan esperada recompensa en la consecución de la Copa de las Copas.

Ha hecho muy bien el pueblo español en haberse echado a la calle. Pues vivimos tiempos demasiado difíciles y delicados como para esperar a celebrar las alegrías a que lleguen años algo mejores. Por eso, al finalizar el seguidísimo encuentro, las ciudades y los pueblos de todo el país se fundieron en un clamor al unísono de aplausos, vítores y variopintos toques de trompeta. España había ganado. Era campeona del Mundo. Esa Copa que antaño levantaban brasileños, alemanes o italianos, por fin, la iban a levantar los nuestros. Con ese orgullo y desparpajo tan característico de nuestra genética más castiza y arraigada.

España, y los españoles, somos diferentes. ¡Desde luego! Por eso, y a modo de ejemplo, repitieron más veces el beso de Casillas a la Carbonero que el gol de la victoria de don Andrés Iniesta: probablemente el mejor futbolista del planeta. Esto, seguramente, no habría sucedido en ningún otro rincón del orbe. Pero qué quieren: pinchando el morbo lo que tanto y tan bien pincha.

Entre el miércoles y el jueves de esta semana tendrá lugar el debate sobre el Estado de la Nación que, como todos saben, no le interesa absolutamente a nadie. La gente, cada vez más, pasa de los políticos y de sus repetitivos soniquetes: todos son iguales y todos buscan lo mismo: la poltrona cómoda, la saca abundante y el buche lleno. Quizá por esa razón, aunque la malicia nos hace pensar en otras cosas, el presidente Zapatero ha situado ese debate en el lugar del calendario en el que lo ha situado. Qué va a importar más a los ciudadanos, ¿el paro, la rebaja del despido y los alumbramientos del Constitucional o buscarse un buen chiringuito a mediados de Julio donde comentar los éxitos más sonoros de nuestros futbolistas? Bien y muy bien lo sabe el de León nacido en Valladolid, por supuesto. El gran problema, sin duda, es que lo desconozcamos nosotros.

07 julio 2010

Nuevas burbujas, cumpleaños, animales de compañía

“Los regalos hacen amigos y los amigos hacen regalos. Esta idea del antropólogo Marshall Sahlins recoge el sentido esencial de toda relación social, la reciprocidad. Alcanzadas las condiciones que permiten un nivel de vida más alto, más renta no implica mejor salud, bienestar o felicidad. Estos tres objetivos se logran tras reducir la desigualdad dentro de una sociedad, según Wilkinson y Pickett.
Las sociedades desiguales son disfuncionales. Perjudican a todos, no sólo a los más pobres. Degradan las relaciones familiares, producen delincuencia juvenil, dificultades de integración, bajo rendimiento escolar, obesidad, mortalidad infantil, embarazos adolescentes, entre otros efectos. De hecho, las tasas de enfermedades mentales del conjunto de la población son cinco veces mayores en los países más desiguales que en los menos desiguales, las personas tienen hasta cinco veces más probabilidades de ir a la cárcel, seis veces más de ser obesos y seis veces más probabilidades de verse envueltas en un homicidio.

Las menores tasas de desigualdad corresponden a Japón y a los países escandinavos. Las más altas a Estados Unidos, Portugal y Reino Unido. España se sitúa a mitad de camino, junto a Francia, Alemania y Canadá.

Se ha comprobado que la desigualdad es la causa de los problemas sociales y de salud, no a la inversa. En los países desarrollados avanza la desigualdad y, con ello, una nueva “burbuja social”
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Carlos Balado, en el suplemento Empresa de ABC, claramente mejorado respecto a su anterior formato; cosa distinta a lo ocurrido con el suplemento D7, hoy Los domingos de ABC, que se ha devaluado notoriamente: ¿el paradero de Marchante, Pericay y Puíg? Me han dejado desoladamente cojos los fines de semana.


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Ayer nos recordaba Google el 103 aniversario del nacimiento de la gran artista mexicana Frida Kahlo. Y hoy me he estado entreteniendo un rato ojeando este curioso cuadro clínico, en uno de los primeros enlaces que nos ofrece el buscador: los de Mountain View, desde luego, muestran una muy particular jerarquía en el orden de aparición de resultados.



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La prensa deportiva llega a su clímax. Y lo hace, como acostumbra, de forma ciertamente incontestable: “El infalible pulpo… pronostica que les vamos a meter la del pulpo”.

Un pulpo infalible, y yo dudando hasta de mi nombre.

Al menos, tienen el detalle de alegrarnos la vista con alguna de estas señoritas. A esta Letizia Ortiz del país vecino que les cuelgo debajo, por ejemplo, con cierto aire a una prima mía, algo lejana, ya la había yo echado el ojo hacía tiempo.


05 julio 2010

El partido

Este fin de semana, como es lógico y natural, concretamente en uno de los bares del pueblo, estuve viendo a la Selección Española de fútbol. Podía haberla visto en casa; pero un partido de cuartos, y no digamos un partido de cuartos de la selección española, como la propia Sevilla, tiene un color especial. Pensaba, pobrecito de mí, que apenas estaríamos mi padre, el dueño del bar, y el menda. ¡Cómo lo echaban en abierto! Pero claro, se me había olvidado que la fiebre de la roja se había extendido como las fragancias de la mujer de mundo lo hacen allí por donde ésta pisa. Y así, en el bar estaban, como aglutinados, un porcentaje nada desdeñable de toda la población del pueblo. Como mi señor padre y yo habíamos llegado un poco tarde, porque nos entretuvimos con un vecino del barrio que estaba sentado en la plaza, como haciendo guardia por si venían los malos y se llevaban la iglesia, tuvimos que ver la primera parte de pie, sujetando la barra, y adoptando esa fingida postura de comodidad y gratitud por la vida que se adopta cuando uno, precisamente, no está lo que se dice ni cómodo ni agradecido. Había muchas muchachas, de esas guapas, frescas y pizpiretas que uno se pregunta de dónde carajo habrán salido. Es sabido, y casi olvidado, que las hembras, como las delicadas florecillas del campo, están mucho más vistosas en esta época del año. Pero no me imaginaba yo que iba a estar el patio tanto y tan bien guarnecido. Ya comenzado el partido, es decir, cuando las pupilas del personal andaban distraídas en algo que estaban echando en la tele, yo me puse a observar, que es algo que está muy bien pero que pagan verdaderamente mal, y me dejé llevar por ese espíritu contemplativo que Dios, mi padre o vayan ustedes a saber quién me ha dado. La mayoría de la gente iba vestida de rojo, como los futbolistas; pero, a diferencia de éstos, también llevaban la cara del mismo color. ¡Una tomatina humana!, dirán ustedes; pues no. Sólo aficionados especialmente comprometidos con el equipo de Vicente, que rima con gente y, si nos atenemos al dicho, con una temperatura determinada en las posaderas. No tenían vuvuzelas, cosa que agradecí todo lo que es de buen cristiano agradecer. Pero sí tenían, en cambio, banderas. Muchísimas banderas. Había banderas por todas partes. Yo creo que incluso quitaron la del Ayuntamiento y la pusieron debajo de la tele. En la segunda parte, mi padre, me abandonó. Entendiendo por tal, por supuesto, todo lo que un padre puede abandonar a su hijo llegada una determinada edad. Y lo hizo, además, por el cura del pueblo. Gran aficionado, por otra parte, agárrense los machos o lo que tengan a mano, al Deportivo de la Coruña. El fútbol tiene estas cosas: crea vínculos allí donde nadie sensato, juicioso o de raciocinio moderado crearía ninguno. ¡Pero qué se le habrá perdido al cura en la Coruña, vamos a ver! Y pasaba el tiempo, y las cervezas, y los vítores incoherentes… y España que no marcaba. Desasosiego colectivo, que diría un sociólogo leído ¡Y van y pitan un penalti contra los nuestros! El acabose, oigan. No se cayó el bar, porque creo que era física y estructuralmente improbable que se cayese, pero fíjense. Qué disgustos. Y qué llantos. Y cómo se comían las uñas (creo que eran las uñas) las muchachas. Y cómo se agarraban la camiseta: suplicantes, devotas, desesperadas. Y los muchachos las miraban con el rabillo del ojo a ver si se confundían, frescos iban, y les agarraban a ellos. Pero no cayó la breva, vaya. Para desconsuelo grande de los mozos. Y menos mal que estaba Iker, no me digan. Y entonces va el árbitro, justo a continuación, ¡y pita un penalti a favor de España! Sin tiempo para la recuperación ánimica de la muchedumbre. Y, como en el chiste, ¡en la repetición lo falla! Hay que fuckyourself, que diría mi querida y admirada Rosa Belmonte. Menos mal que ahí estaba Villa: el guaje, que le dicen. Y la Carbonero, con esos labios como frambuesas y esos ojos de reportera que se ha echado un buen novio. La cosa, al menos eso parecía, se arreglaba. Pero Paraguay seguía apretando, y corriendo, y jugando un buen fútbol. Sus caras dibujaban un poema épico, un sentimiento lírico, un denodado y sobrenatural esfuerzo: como en ese anuncio que rodaron en vísperas vestidos de marineritos (para mofa socarrona de los Manolos, que cada día se creen más esplendidos y fenomenales, aunque, realmente, cada día tengan menos gracia). Y bueno, seamos honestos, hay que decir y reconocer, aunque sea por lo bajini, que es como se dicen y reconocen las cosas en España, que menos mal que el partido no duró ni diez minutos más, porque, la roja, sin ánimo ni ganas de malmeter, casi no moja.

01 julio 2010

Estival, aspiraciones vanas, de la tele a la Zarzuela

Llega mi hermana a tomar café algo triste, angustiada, poéticamente cariacontecida. Asegura que estando en el Retiro, disfrutando de las brisas y terrazas madrileñas, la han comido, casi literalmente, los mosquitos. Como insinuando que los insectos de la capital fueran más selectivos que los del norte. O como si tuviese la previa certeza de que sólo iban a picar a los chulapos y las mozas de los madriles. Sin darse la pobre por enterada de que el mosquito de la gran villa engorda y sobrevive con la sangre provinciana.

Y no sólo el mosquito, claro.

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Ser imprescindible: ingenua creencia. Tomar la humilde aportación de nuestra presencia como algo totalmente distinto a lo que verdaderamente es. Preguntarse por el impacto de nuestro vacío es sobrentender que nuestra ausencia lo va a provocar. Cuestionar el signo de ciertos acontecimientos por nuestra participación en ellos supone otorgar influencia a lo imperceptible.

La tristeza y la alegría, aun en grupo, son estados exclusivamente individuales. Se comprenden y se comparten, pero nunca se pegan, aunque muchas veces lo parezca (mi profundo pesar por Punset y su inquebrantable fe en las neuronas espejo).

¿Y qué van a hacer sin mí?

Quiá, pregúntese, mucho mejor, qué va a hacer usted sin ellos.

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Este extraordinario ejemplar de mujer

Más este otro no menos extraordinario

Suman esa eterna pretensión nominal femenina