Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

Correspondencia: fjsgad@gmail.com
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Lugar: León, Spain

En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

30 septiembre 2008



El vídeo es un ejemplo notorio de lo que no se debe hacer cuando uno sale de casa: nunca se discute con desconocidos. Así, por ejemplo, este fin de semana, de farra, ante la exteriorización verbal de una señorita, por lo demás apetitosa, afirmando no tener a bien darme dos besos, con esta carita que tengo, y al ser yo, si bien cada vez menos, un hombre de argumentos y porqués, y, por lo tanto, inquirirla por las razones del desafuero, me espetó un solemne: “yo, no beso a desconocidos”. Una pena, tan clarita la chica, ¡con lo que me excita la ironía rebuscada! Obviamente, me fui en busca de literatura.

En consecuencia, debo entender que la gente que acude a la tele buscando nuevas emociones, algunos incluso dinero, no han pasado por experiencias similares. Pero no sólo eso. Me asombra la baja estima en que se tienen los protagonistas del vídeo. Ambos renegaron parcialmente de los insultos recibidos, y, por tanto, para ambos, la parte restante fue bien recibida. Esta actitud rocambolesca, sólo encuentra explicación, si se entiende que la parte libre de objeciones no era una ofensa al género, sino una precisión del mismo.


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Mi querido amigo Julián, un enamorado de lo audiovisual, me pasa una peculiar versión del Pater Noster. Es una lástima que el vídeo enfatice tanto el deje. Al perder la naturalidad, me ha impedido ponerle nombre y apellidos.

29 septiembre 2008


Tiempo, ser, finalidad. El fin de semana y sus noches pasan, por desgracia, a la vertiginosa velocidad a la que pasa la vida. Un continuo suceder monótono ni siquiera exacerbado por el consciente conocimiento de lo efímero de nuestra existencia. Es duro pasar por la vida innominado, silente, diminuto. Pero esta característica es tan común a los mortales como su propio ser. Ser gotita en el océano no es motivo de orgullo, y ni siquiera pertenecer al mismo. La insignificancia y la falta de reconocimiento pesan como grandes losas. No hay nada que sea incapaz de suscitar en los demás su aprobación o rechazo que verdaderamente merezca la pena. Para bien o para mal, necesitamos, continuamente, ser examinados. Nos vanagloriamos cuando el resultado de esa prueba es positivo. Y buscamos desesperada e inútilmente el olvido, añoramos pasar desapercibidos, cuando no se ha estado a la altura. Hay quien ignora, de un modo o no deliberado, el resultado. Pero es extraordinariamente difícil encontrar a alguien que desconozca haber estado sometido al mismo.

“Estamos tan acostumbrados a disfrazarnos para los demás, que al final nos disfrazamos para nosotros mismos”. François de La Rochefoucault.

28 septiembre 2008

La diferencia cualitativa entre las mejores plumas de la prensa actual es verdaderamente asombrosa. Sólo así se explica que don Ignacio Camacho, en su columna de hoy, dé sentido a la literatura, mientras que, doña Maruja Torres, tan laureada en su círculo de amistades, sin escribir un buen artículo, además, lo remache de este modo: “La intervención del osado corresponsal en Caspolandia y la eficaz retransmisión de su trabajo obtuvieron de mí una respuesta no muy civilizada, pero sí apaciguante. Me saqué un moco de la nariz y lo pegué en la pantalla”. Resulta muy curioso que esta forma tan poco elegante de culminar la mediocridad de su producto, pueda ser etiquetada de ingeniosa y hasta atrevida por alguien. Siempre he defendido que la escritura es uno de los espejos más nítidos del alma. Y, para desgracia de algunos, también lo es de la educación que nuestro interior atesora.


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El maestro Ussía nos recuerda que nadie es poeta en su tierra. Además de quién es, y cómo piensa, el que manda.


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Estupendo e interesante artículo en El País. Aunque muestre notoriamente esa característica tan castiza de utilizar nuestra agudísima, permítaseme utilizar el superlativo como recurso irónico, mirada crítica en horizontes lejanos, teniendo tan a mano los nuestros. España, este país de baladrones.

27 septiembre 2008


Se ha ido. Nada puedo opinar sobre su calidad artística, porque nada de él he visto o recuerdo. Pero sí tengo presente los reiterados comentarios de mis queridísimas hermanas sobre ese temple, esos ojos, esa mirada.

"Esta es la vida que elegimos. Y una cosa está clara, ninguno veremos el cielo". Paul Newman.

26 septiembre 2008

Aun en los tiempos que corren, bien se puede suponer que no haya persona de espíritu y alma caliente que no se sienta encandilada por la música que legó Celia Cruz. La, sin lugar a dudas, reina de la salsa. Ya han pasado 5 años desde su muerte y, como dice el poeta, parece que fue ayer. Su sola presencia en los escenarios infundía respeto y magisterio; pero, sobre todo, alegría. Esa alegría que sólo son capaces de transmitir los oriundos de la isla de Cuba. Haciéndolo como sólo ellos saben: a través de la música. Pienso que el día en que Cuba se abra al mundo, éste se va a quedar sorprendido del enorme talento, sobre todo artístico, que esconden sus entrañas. Y Celia fue, sin lugar a dudas, uno de sus mayores exponentes. A pesar de vivir extramuros de la isla durante casi toda su vida, con lo que tira la tierra. La gran cantante de salsa tuvo una biografía de novela, de artista, como en realidad le correspondía. Pero como lo cortés nunca quita lo valiente, ésta, tampoco estuvo exenta de dolores y amarguras. Sus padres, como personas de bien, querían que Celia hubiera sido profesora. Pero el destino, fuente de inagotables caprichos, le guardaba otro tipo de menesteres. La voz de su juventud, hasta su vuelco profesional, dio ropa y calzado a sus hermanos, no sobrados de ellos, precisamente. Y en torno a los años 50, cuando el mundo aún se presentaba al mundo en blanco y negro, Celia Cruz entró a formar parte del gran elenco de artistas de el espectáculo de cabaret, con gran probabilidad, más famoso del mundo: Tropicana.

No hace falta decir que Tropicana, aún hoy, es uno de los emblemas de Cuba. Los artistas más talentosos y renombrados que han salido de aquella tierra, previamente, han pasado por el fantástico trance de actuar a la luz de las estrellas, sintiendo sobre su piel, por su cercanía, la suave brisa del mar Caribe. Rodaje de lujo que, inexorablemente, ha marcado el devenir artístico de la sentimental historia musical cubana. Por su suelo, por ejemplo, han pasado virtuosos de la talla de Tito Puente, Bebo y Chucho Valdés, Paquito de Rivera o, como no, Celia Cruz.

La Guarachera de Cuba, como se la conocía en las islas, dotaba a sus temas de un gusto especial. Su salsa era caliente, con ritmo, pegadiza. Tenía retazos con marcadas reminiscencias tradicionales. Y, probablemente, se trate de la salsa más pura de cuanto aquella maravillosa tierra nos ha llegado. La salsa de Celia transmitía el auténtico sabor de Cuba. El verdadero sabor de la música salsa.





Quizá la salsa de Gloria Estefan, con una voz más cuidada y educada, sea más elaborada, conste de mejores arreglos y tenga una esencia más contemporánea y comercial. Pero su ritmo es más pausado, más audible, sí, pero menos bailable. Falto del nervio necesario para hacer vibrar la cintura, como naturalmente corresponde a este tipo de música. Aunque tenga buenas y grandes excepciones, claro.



En cualquier caso pienso, con permiso del tempo dado, que la diferencia entre ambos estilos estriba en el tumbao. Que es, por antonomasia, el acompañamiento musical de piano en este tipo de ritmos. Aunque ya he escuchado a algún desaprensivo, en ingenua pretensión de modernidad, prescindir del mismo. El tumbao, en la música salsa, no es mero deuteragonista, sino el encargado de darle impulso y hasta nombre a la misma. En Gloria Estefan, el tumbao siempre ha estado como en un segundo plano, dando más relevancia a los metales o incluso a las cuerdas. En Celia Cruz, en cambio, el tumbao ha sido imprescindible. Y los seguidores de su música, como no podía ser de otra manera, se lo agradecemos profundamente. Para gustos colores, dice el dicho, y creo haber dejado claro el mío. Por cierto, ¿quién diría que sobre gustos no hay nada escrito?. Buen fin de semana. Gracias por leerme.

25 septiembre 2008

Lapidario

El poético comienzo de ayer de Los hombres de Paco:

“En la vida, el final de un camino, no es más que el principio de otro”
“La vida es aquello que nos sucede, mientras tratamos de hacer otra cosa”


Hoy, en la columna de Martín Ferrand:

“…De ahí que la sabiduría popular -tan fina, tan resignada- tenga dicho que administrador que administra y enfermo que se enjuaga, algo tragan”

Diálogo en el Pleno de ayer, en el Congreso:

Ayala: “usted ha filtrado todo lo que le ha interesado: el cambio de avión, las conversaciones, las averías, posibles errores humanos, el vídeo, etcétera. Y siempre en el momento oportuno para tapar la verdad”.

Magdalena Álvarez, farruca: “¿Cómo se atreve a decir que yo he dado el vídeo? ¿Cómo se atreve a decir que hablar en el Parlamento es una filtración?”

“Usted se atreve a decirlo aquí, ¡pero dígalo fuera y verá cómo le pongo en los tribunales para que demuestre si yo he dado el vídeo o no! ¡Dígalo fuera!”

Solbes, ese pariente de Pinocho:

“nosotros no hemos negado nunca la crisis”

Aznar, el negacionista, buen amigo del primo de Rajoy:

“el cambio climático es un mito; la comunidad internacional debe prestar mayor atención a otros asuntos más preocupantes que el aumento en unos grados de la temperatura global".

Sobre el embarazo de R. Dati: “se trata de una total y completa falsedad”


PD: disculpen el estado de los reproductores Goear. Es de buen cristiano suponer que terminarán arreglándolos. De momento, siguiendo la propia recomendación que hicieron a sus usuarios, he cambiado el código de inserción HTML en uno de los últimos reproductores que había añadido; pero no sólo no se ha arreglado, sino que de un modo inquietante ha desaparecido todo vestigio de su presencia anterior. De ahí que el reproductor de cabecera del blog no lo haya cambiado, y no piense hacerlo, hasta que verdaderamente lo arreglen. He dicho. Buenos días.

24 septiembre 2008

La relatividad humana. Por algún tipo de razón misteriosa hay determinadas imágenes que en alguno de nosotros provocan sensación de miedo, pavor y auténtico terror, mientras en otras personas, no necesariamente de distinta cultura, lo que causan es admiración. Esto es, precisamente, lo que me ocurre con las serpientes. Me encantan. Y devoro cuantos documentales y revistas del ramo, bien ilustradas al respecto, se me presentan. Aunque he de decir que jamás metería una de ellas en casa. Y que si alguna vez la vida me llevara a algún paraje en que coincidiese con alguna de ellas, en su hábitat natural, con verdadero entusiasmo, pondría mis pies en polvorosa. Porque creo no descubrir nada si afirmo que una cosa es verlas a través de la tele, las revistas o las vitrinas de una tienda de animales y, otra, muy distinta, es verlas al natural. Algo muy parecido me ocurre con otra de las muchas especies exóticas que habitan el planeta, las mujeres. Al natural, también son otra cosa. Pero en fin, continúo, que me pierdo y sé lo que les aburren mis manidas cuitas al respecto. El pasado Domingo en el programa de Iker Jiménez, que desde que lo promociona el diario El País lo nombro con absoluta tranquilidad, hicieron un interesante experimento, no sé si llamarlo extrasensorial, en que los voluntarios se introducían en un habitáculo de cristal, aislado, y, dentro del mismo, además, se les aislaba auditivamente, por medio de cascos, y visualmente, a través de una cinta de tela que cubría sus ojos. El experimento medía el pulso de los voluntarios. Y trataba de averiguar si éste sufría alguna alteración cuando la persona se veía sometida a algún peligro, a pesar de ignorarlo. Es decir, a pesar de no sentir, si eran capaces de captar ese peligro a través del presentimiento. Pues bien. Aunque no vi el experimento completamente, si tuve la oportunidad de observar que cuando se introdujo en el habitáculo un hombre con una serpiente, y éste se puso con la misma frente a la voluntaria, ésta, a pesar de no ver nada, sufrió un incremento considerable de pulsaciones. Sencillamente, fascinante. El experimento partía de la idea, o superstición, que siempre ha existido sobre la supuesta capacidad del ser humano para averiguar que estamos siendo observados, o amenazados. Algo parecido a esa atribución arbitraria que realizamos, sobre el tipo de comentarios que vierten sobre nosotros, cuando nos zumba uno u otro oído. El caso es que en la noche de ayer me puse a buscar imágenes ordinarias de serpiente, primero, y, posteriormente, alguna un tanto chocante:


En la imagen de arriba, por ejemplo, observamos a un grupo de incautos, creo que de National Geographic, agarrando a una criatura de más de 7 metros de largo, cual si fueran salmonetes. Siento no especificarles de que especie se trata. Lo primero, porque no entiendo mucho de animalitos. Y lo segundo porque tratándose de la misma imagen, en una parte se hablaba de una Pitón, y en otra de una Anaconda.

He aquí un hombre jugando con una cobra, cual si fuera el látigo del mismísimo Indiana Jones.

En esta, claramente, vemos a un micólogo que, en temporada de setas, se introdujo en el bosque y, al parecer, encontró una muy grande. Fuera de bromas, madre mía, madre mía.


Una mujer que no sabe elegir a sus amantes. Envidia me da el culebrín, por cierto.

¡Un encantador de serpientes! Sinceramente, pensaba que no existían más allá de la literatura de Las mil y una noches. Este es de Marruecos, pero encontré abundante información gráfica al respecto.

Una criaturilla de 8 años jugando con el animalillo, como los de aquí juegan con un perrito. No me vayan a comparar, claro. Qué mundo éste.

Esta imagen parece ser que se trata de un montaje. ¡Una serpiente que se ha tragado una oveja!. Vamos, hombre, con ese tamaño, si fuese una vaca o un caballo me lo creería, pero una oveja…Si bien, la pongo porque me recuerda a una de las ilustraciones más famosas de El Principito.

Y por último, mi preferida, por su naturalidad. La serpiente en su estado salvaje, furiosa, fascinante. Y miren los aldeanos, ni que estuviesen acariciando un minino

23 septiembre 2008

ETA ha vuelto a matar. Expresión de su único lenguaje. Su único modo de comunicarse. De llamar la atención. De tratar de demostrar que, pese a las apariencias, no se extinguen sus ideas, ni sus partidarios, ni su propia vida. Toda forma de violencia es deleznable, pero aquella que mide su peso en vidas humanas es, sencillamente, inhumana, propia de gente sin civilizar, de seres sin el entendimiento necesario para convivir con sus semejantes. Es difícil digerir que un Grupo de fines y mentalidad tan anacrónica, sea capaz de llevar a cabo estas atrocidades y salir, prácticamente, impune. Haciendo tambalear los mecanismos de los que tanto se jacta el Estado de Derecho, y que resultan tan inanes cada vez que los terroristas entran nuevamente en escena. Impunidad, muchas veces otorgada, en obscenas negociaciones con nuestros representantes políticos. Dándonos la impresión, en cada nuevo asesinato, de que, una vez más, todo ha sido en balde. Todas las muertes. Todas las muestras de buena voluntad para acabar por fin, y de un modo pacífico, con la lacra del terrorismo. Es una auténtica desgracia, además, que la sociedad tenga que vestirse de luto para que acuda en auxilio de nuestros políticos el entendimiento, el sentido común, la obviedad de que sólo hay un camino, una solución, un modo de hacer las cosas. Que, desde luego, no es la negociación. Ni la concesión de prerrogativas políticas y beneficios penitenciarios. Ni la audiencia de propuestas que flagrantemente conculquen nuestra Carta Magna. Ni el ominoso soslayo que supuso no ilegalizar a tiempo ANV, esa misma mujer con distinto vestido.

Juzguen ustedes mismos el camino a seguir, y luego observen cual se toma. No se asusten.



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El hombre y sus obsesiones. Llevo unos cuantos días dando vueltas a una de las mías: la mujer. Cuando era más joven, y leía poesía, creía, sencillamente, que el mundo estaba mal repartido. Y me hacía eco de aquello que repetían en todas las aldeas: Dios da pan a quien no tiene hambre. Sólo así encontraba una explicación razonable a que mujeres simpáticas, hermosas e inteligentes fuesen a parar al lado de verdaderos imbéciles. Y, muchas veces, ¡fuesen desdeñadas por ellos! Pero las ideas de juventud no duran mucho más que un buen postre. Y con el tiempo, y la observación, se llega a ciertas conclusiones.

La primera toca al hombre. Pienso que éste, respecto a la mujer, no es más que una persona que piensa una cosa y dice otra. Y recalco la exclusividad en la utilización de este comportamiento, sólo ante un género determinado.

Por otra parte, tenemos a la mujer, que, al contrario que el hombre, utiliza sus oídos; quiero decir, ¡oye y escucha por ellos!

En suma, tenemos a una mujer que absorbe aquello que sale de la boca del hombre, con puntos y comas. Y que se lo cree todo, con puntos y comas. No dando importancia, aunque parezca mentira, a la diáfana incongruencia entre palabras y actos: “él me dijo...”; “lo escuché...”. Y sanseacabó. Con el paso del tiempo, ese viajero infatigable, se quejarán del hombre que les ha tocado en suerte, como si ellas no hubiesen tenido nada que ver. Pudieron hacer caso a aquel chico que las amaba en silencio, con hechos, no con palabras, y lo sabían. Cuya admiración era silente, no demostrativa, y lo sabían. Pero prefirieron quedarse con el que les vendía la moto. Y, tal vez, también lo sabían. Completen el refrán: “…no pica”.

Quizá la edad no haya mejorado mi comprensión del bello sexo pero, al menos, agradezco que tampoco la haya empeorado.

22 septiembre 2008

Principiando...



21 septiembre 2008

Estudiar entumece los músculos de la mente en término inmediato, aunque a medio y largo plazo este aparente óxido se troque en fortaleza, en seguridad, en una agilidad mental nunca antes soñada. Pero el fantástico movimiento ulterior de la mente provocado por el estudio, choca frontalmente con el sedentarismo corporal inherente, ordinariamente, a cualquier actividad de índole intelectual; existe una extraordinaria complejidad para compaginar la salud mental y física como parte de una misma moneda. Por esta razón, no hay mejor remedio ante un atasco mental considerable, que dedicarse a esa práctica a la que ya hace siglos, los peripatéticos, atribuían ingentes beneficios para la salud mental.

Al pasear me encanta respirar el aire puro; ver a la gente disfrutar de este mundo que, en el fondo, aún no está totalmente pervertido; observar los juegos de los niños, poco antes de que pierdan inexorable e indefinidamente su inocencia; oír las conversaciones, en muchos casos eruditas, de los ancianos; disfrutar de las miradas curiosas de esos bebes ávidos de conocer los secretos que los rodea.

Desgraciadamente, como todo en esta vida, tiene un precio en tiempo. Y aunque es una de las pocas cosas que uno mismo elige su valor, es tremendamente injusto utilizar el mismo en cosas verdaderamente absurdas, habiendo cosas tan absolutamente necesarias.

20 septiembre 2008

Me habían hablado de esta maravilla a prueba de hombres serios. Mi naturaleza, de ordinario escéptica, no quería creérselo. Y, por lo tanto, tomé precauciones. Me preparé a conciencia. Puse todos los medios a mi alcance para mantenerme serio durante todo el vídeo. Mientras tecleo estas líneas aún tengo el labio mordisqueado, dolorido, casi insensible. Pero, al final sucumbí. Y fue un placer.

19 septiembre 2008

Los hombres de Paco

Dicen que no hay mejor receta contra el tedio prolongado que una buena dosis de risa. Relaja los músculos, la mente y predispone a afrontar cualquier actividad de un modo sosegado, tranquilo, sereno. Y, desde luego, ¿qué mejor modo de darse un atracón de la misma, que ver un capítulo de estos entrañables y peculiares policías? Han vuelto. Y lo han hecho con su mejor receta: el humor. Bien es verdad que no se trata de un humor inteligente, irónico, ni, mucho menos, elegante; pero, en cambio, es más prolongado, no termina haciéndose pesado y, sobre todo, llega a todos los públicos. Porque, ¿de qué sirve una serie hilarante, que no todo el mundo pueda comprender? Con Los hombres de Paco ocurre lo contrario, bien sea por la naturalidad de sus personajes y la sencillez de sus diálogos, o bien sea por la puesta en escena, descargada de inútiles artificios, es capaz de hacer reír desde una ingenua criaturilla, sin suficientes datos para el entendimiento lógico, hasta una persona intelectualmente desarrollada que sea capaz de ver, ¡integramente!, el programa de Eduard Punset sin realizar un solo bostezo. Pues ya saben ustedes que hay determinadas dicciones capaces de aletargar las temáticas, por otra parte, más interesantes.

A pesar de que en las series, al contrario que en la vida, lo mejor son los comienzos, reconozco que la primera temporada casi, casi, no la vi. Sin embargo, cuando se viene de estudiar férreamente los entresijos de las disciplinas jurídicas, y el zapping, uno de esos motores que mueven o detienen el mundo, ha querido pararse en una parodia de reconocimiento policial de sospechosos, observando, ya no recuerdo si con sorpresa, que éste lo realizaban invidentes, qué menos que exclamar: ¡la madre que me parió!

En cualquier caso, no todo son flores, claro. La serie tiene un particular ingrediente que hace a unas personas seguirla, si es que cabe, con mayor fe y a otras, ciertamente insensibles, les resulte empalagosa. Me estoy refiriendo, cómo no, a la relación sentimental, por llamarla de alguna manera, entre Lucas y Sarita. Lucas, es el típico guapetón que encontramos a diario dirigiendo el tráfico. Quizá un poco, pero muy poco, más guapo de lo habitual. Aunque siempre causa un gran placer, bastante corriente, ver a un policía con los huevos de un torero. Y perdonen, mi educación me impide escribir el sustitutivo natural, y castizo, de huevos. Sarita, tan mona, es una niña repipi, repija y malcriada. Una petarda, vamos. Una petarda amiga del perro del hortelano. Las continuas dificultades de esta relación, que recuerdan leve y casi inapreciablemente la estructura novelesca de un best seller, siempre tan originales, han conseguido enganchar a un selecto público, de bastante mal conforme, y aún no ahíto de culebrones, deseoso, e incluso esperanzado, de que dicha relación llegue a buen puerto. ¡Como si todo barco tuviese un rumbo fijo!

Pero en fin, ya les digo que quitando lo ñoño, que no es poco, es una serie buena y recomendable. Salvo para algún estirado que se vea en la imperiosa necesidad de hablar mal de todo aquello que gusta a la gente. Que haberlos haylos, claro.

El último capítulo de la temporada pasada dio un “tuto”, como dice el chiste, de muerte, a unos cuantos seguidores. Todo parecía indicar que Lucas, el macizo, moría tras la explosión de una bomba; por tanto, saldría de la serie uno de sus protagonistas; y, por tanto, se finiquitaría su relación con Sarita, la maciza, por otra parte. Entonces, e inevitablemente, se piensa: hummm, una apuesta arriesgada. Y de hecho era tan extraordinariamente arriesgada, que, al final, no se produjo.

Por supuesto un servidor, que además de leer Los ensayos de Michel de Montaigne en sus ratos libres, ve a estos artistas, y no me vengan con el “dime de que presumes…”, el día siguiente se puso a buscar, como hombre a hembra, foros y páginas que pudiesen imprimir, aun tenuemente, una luz en el lóbrego pozo en que tan desdichado final había metido a tantos y tantos de sus seguidores. Nada. Si acaso, lo encontrado imprimía mayor misterio al asunto.

Como resultado de estos pensamientos, profundos y claramente trascendentales para el devenir de la sociedad, pase un verano absolutamente inquieto. Pero el verano pasó, y Lucas volvió. Se habrían creído ustedes que, incluso en las series, la policía es tonta. Se zafó, cual como soñaría Julio Salinas ante un defensa, de la bomba. Y, además, todo parece indicar que se casará con Sarita, la pija maciza. Sin embargo, y ya para acabar, me van a permitir una pega. Una parte fundamental de este primer capítulo, ¡ya lo había leído!. El señor Lucas tiene que estar supuestamente muerto, pero, necesariamente, tiene que acudir a su propio entierro; entonces lo ve, o lo intuye, la mala malota, en el interior de un coche en que, por supuesto, están las lunas tintadas. Pues bien, en Te daré la tierra, de Chufo Llorens, tiene lugar una escena cuando menos aproximada. Una joven judía es repudiada por su propia gente por no cumplir las rigurosas normas por que se rigen. Pero, desdichas del destino, muere su padre. La joven, por supuesto, acude a darle el último adiós bajo riesgo de ser prendida. Para evitar tal desgracia, acude camuflada en el interior de una gran vasija. Y, otra vez, el malo malote, la ve.

¿Plagio? ¿Casualidad? Ya ven que no se puede leer. Está todo escrito.

18 septiembre 2008

¿Contradicción humana o debilidad de la carne?

“Me encanta el hombre bien leído. Creo que es porque no soy lo bien leída que me gustaría”. Eso está muy bien, es cosa muy buena. Precisamente, opino lo mismo.

“He tenido sexo en los cincuenta estados. Varios de esos 'acontecimientos' ocurrieron durante un viaje por carretera que hice cuando era más joven”. Ciertamente, cada uno, en su individualidad, no sé si llegarían a ser un acontecimiento, ¡pero en los 50!, sin duda alguna.

17 septiembre 2008

Uno de los grandes placeres dados cada mañana a través de la prensa radica en las noticias de índole científico que aderezan sus páginas con asiduidad rigurosa y que, últimamente, tanto vinculan a la sociedad y sus comportamientos ordinarios. La ciencia. Materia de la que me declaro un completo ignorante. Lo cual no quita para que muestre creciente interés por todo lo concerniente a ella, claro. Dónde si no, uno va a averiguar de dónde sale la infidelidad masculina. Que no es de la entrepierna, como yo pensaba. Ni de esa tendencia generalmente extendida al hombre de medir a la mujer por sus ínclitas cualidades morales, intelectuales y empáticas: el, icto oculi, tamaño del busto; la redondez y firmeza de sus glúteos; la longitud y rectitud de sus piernas; la suavidad de sus cabellos; o el contoneo cual minino de sus caderas. Todas estas circunstancias, pensaba este ingenuo, conforman el interior que tanto adora y busca el hombre en la mujer desde que carne y pecado son, prácticamente, sinónimos. Pero esta sociedad, ciertamente inquieta, ha trastocado este pensamiento de carca machista: la culpa de la infidelidad la tiene la vasopresina. Ahí es nada. Un componente de nuestro DNA que, aun tan chiquitito, tutea la influencia que las interacciones sociales provocan en nuestra persona. ¡Con la ciencia hemos topado! Aunque díganme, si no es molestia, ¿quién puede ser el alma chula que, además de echarle la culpa a esta variante genética, la utilice como justificante de su casquivana conducta?. Si saben de algún caso, por favor, no duden en ponerme al corriente.

16 septiembre 2008

Deben de ser mi juventud, mi ingenuidad y sobre todo mi frágil memoria las que hagan que no recuerde un presidente del Real Madrid más inepto que el que actualmente ocupa el cargo. Dicen de él que es uno de los mejores abogados de Madrid. Y no digo que no lo sea. Sí, en cambio, que es un hombre ciertamente despistado; una persona de una locuacidad sin parangón; alguien que, desde luego, no cumple su palabra. Sus conocimientos jurídicos le deberían servir para gestionar los caudales del club, por lo menos, de un modo más diligente que el de sus predecesores. Por el contrario, la merma, y consiguiente despilfarro, del dorado caudal en las arcas blancas es verdaderamente escandaloso, obsceno. Puede prometer y promete, pero no cumple, al menos cuando hace falta. De sus iniciales promesas electorales llegó una, tarde y lesionada. El resto se evaporaron con la facilidad con que acude el olvido a la mente del amante que, momentos antes, ha prometido amor eterno. Entiendo que las promesas electorales son una conspicua engañifa en todos los campos a que se aplican, a pesar de la evidente efectividad mostrada a la hora de captar votos y embaucar al personal. Claro que si va bien, a qué cambiarlo.

El señor presidente se gastó en un equipo campeón, al año siguiente, más de 20.000 millones de las antiguas rubias, para obtener idéntico resultado, menos ajustado, sí, pero ni un ápice más valioso. Y este año, que sí necesitaban fichajes para cubrir posiciones que ocupa algún veterano, sólo ha traído un holandés cuya mujer, seguramente, acapare en la temporada más instantáneas y portadas, ¡deportivas!, que el propio jugador.

Y la gloria de Calderón sigue creciendo. Me entero por el periódico El Mundo, que el presi se ha pasado los necesarios turnos de espera -en favor de familia, amigos y allegados- para ser socio del Real Madrid, por su real arco de triunfo. Y oigan, por mucho que he buscado, no he encontrado ni una sola imagen subiéndole el color a la cara. Sin duda, el señor debe ser de buena cuna.

A Mijatovic, que es el pan que se trajo bajo el brazo Calderón, más le valdría dedicarse a la venta de gominas, espumas para el pelo, lacas y otros productos pegajosos similares que continuar como director deportivo. Los clubs europeos se han dado cuenta de que es una ganga. Y no hay persona por la que pregunte el montenegrino, aunque su categoría sea la de utillero, que no se encarezca cientos de millones.

El Real Madrid se ha convertido en un club ninguneado por jugadores propios y extraños, y por equipos con un presupuesto con el que el Madrid a penas cubriría el gasto en toallas. ¿Dónde queda el orgullo de jugar en el Madrid? Y lo peor de todo es que se lo dice un hincha de toda la vida, que ha crecido disfrutando de los logros de este equipo. Admirando a quienes han portado esa camiseta blanca, impoluta y refulgente. Pero qué penita dan ahora. Y permítanme que no hable de Robinho: me caliento.


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El maestro Saramago ingresa en la blogosfera. Es una noticia sensacional. Además de ser un placer, un lujo y una suerte contar con su pluma en el ciberespacio. Al alcance de cualquiera que quiera sacudirse su propia ignorancia (me incluyo el primero), aunque sólo sea momentáneamente, durante la lectura de sus artículos. Su blog, menos mal, se traduce al español y al inglés. Y veo, con cierta sorpresa, que da a sus párrafos un uso más comedido que el utilizado en sus libros. Esto último es un alivio. Hay libros más exiguos que alguno de sus párrafos.


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Excelente artículo de Basilio Baltasar. Parece ser que Juan Cruz está en apuros. Es increíble que los escritores del PEN club gallego exijan al canario haber moderado las preguntas, e incluso las respuestas, a George Steiner. ¿Desde cuándo se moldean las opiniones a gusto del destinatario? Ley del talión: los gallegos, deberían haber respondido con otro artículo que contrarrestase el punto de vista del eximio intelectual europeo. Otra cosa, claro está, es no poder. Exigir, sobre todo en España, siempre es más fácil. O tempora, o mores.

15 septiembre 2008

Incidencias sociales









Anecdotario: buscando imágenes de Heidi, puedo afirmar que he visto mujeres hermosas.

14 septiembre 2008

El tonto de la cuchara. Uno de tantos, por otra parte.

12 septiembre 2008







Qué gran placer, pero qué gran placer, tener a gente como Arcadi Espada. Accesible. A mano. A disposición del ratón. Se echaba en falta su ser. Había avisado que no se le esperase en menos de dos semanas, y, desde entonces, ya parecían haber pasado dos años. Como ese “ya nos veremos” de la mujer. Tan ambiguo. Tan misterio. Y, para ellas, tan necesario. Nos cuenta que está en tierra de osos. Buscándolos. Aunque en realidad, para un escritor, sólo es un dato meramente anecdótico. No importa tanto el plato como su condimento. Intrigado sobre la posibilidad de un vis a vis con la bestia, pregunta a un especialista qué hacer: “De hecho me gusto mucho que rápidamente los planes de respuesta incluyeran la expresión: “Demuestre que es un hombre”. E incluso: “Salte para hacerle creer al oso que es usted más alto y más grande”. Con todo esto el oso debería dar media vuelta. Pero aún me gustó más que los planes incluyeran la resignada, inexorable, pero hermosa advertencia final. Si no se va, y sobre todo si le oye murmurar, gruñir y exaltarse, está usted en peligro. Coja lo que tenga a mano (piedras, ramas, su propio cinturón) y encárelo. Lance la primera piedra, como libre de culpa. Si lo convence de que no podrá comer de usted, el oso se irá”.

Habrá pocas cosas en esta vida que produzcan tanto gozo, felicidad y placer inefable como la música. Decía el dicho, sobre la misma, que amansa a las fieras. Ni lo niego ni lo confirmo, pues no lo he probado con ninguna; pero, en cambio, sí puedo afirmar que funciona con las mujeres, aunque no con todas. Qué le vamos a hacer. No todo iba a ser perfecto. En cualquier caso, desconozco la explicación que aclare por qué determinadas melodías nos tranquilizan, otras nos exasperan, algunas nos alegran el día y otras motivan nuestras aptitudes. Podría afirmarse que tiene que ver con razones culturales, pero la música, como expresión artística, y aunque la mente también juegue un papel importante, se escucha, se toca y se siente con el corazón, aunque suene a topicazo. La música une almas dispersas, dulcifica nuestros sufrimientos, fortalece amistades y nos muestra a quien nos rodea. Se trata de uno de los instrumentos más precisos que existen para averiguar las afinidades con otras personas. En ocasiones, nos dice más acerca de quien tenemos al lado que todo lo que esa persona nos haya podido contar. La música, en fin, mide la salud, el vigor y la fortaleza de nuestro espíritu. De ahí que conozcamos, en número no desdeñable, a jóvenes en su senectud y a ancianos bisoños.



M-Clan, les tengo dicho que soy un hombre de debilidades, es uno de esos grupos cuya música tiene la virtud de tocar al personal deliberadamente la fibra. Bien sea por el fantástico nivel musical de sus componentes, la sencillez de sus letras o la extraordinariamente buena elección de los acordes utilizados, la armonía resultante de sus canciones es un auténtico bálsamo para el espíritu, un acicate para salir hacia delante. Su cantante, Carlos Tarque, tiene una voz íntima, especial, muy delicada; como el suave tacto de la piel sobre la seda. Y en ocasiones, el eco de su voz, quiere recordarnos el timbre de Fernando Olvera, cantante de Maná. Aunque sin lugar a dudas, el fuerte del grupo es ese sabor latino, acústico y sensiblón, que hace saborear con verdadero placer cada uno de sus temas. Les dejo con uno que tiene nombre de mujer. Me encanta. Pasen un buen fin de semana. Y gracias por leerme.


11 septiembre 2008

La importancia de llamarse Ernesto

No hay ocasión que lea información sobre este personaje que no termine sorprendiéndome. Personaje que no me causa simpatía alguna. Ni él, ni los consumidores del extraordinario merchandising que su figura ha desarrollado. Esto es lo peor. Personas que, consumiendo una serie de artículos, creen consumir unas ideas. O peor aún, creen comprenderlas. No hay juventud, en ninguna época, que no haya sentido la llamada de la revolución. Esa lucha, siempre romántica, y siempre justificada, frente al orden establecido. Pero toda revolución acaba, si es que alguna vez ha llegado. Y tras ésta, quedan sus protagonistas. Poca es la gente que se pregunta el fin que tuvo la revolución. Y, mucho menos, qué acaeció en ella. Lo importante sobre todo es que en la misma participaran jóvenes guapos, fuertes, con grandes ideales. Y, esa falacia, que muriesen por ellos. Mucho menos importa que, por los mismos, también matasen.

Camisetas, pulseras, hebillas, tatuajes en zonas más o menos íntimas, libros más o menos buenos, ahora, también películas. He ahí su reminiscencia. Su realidad.

Permítanme la digresión. Hay dos disciplinas que me repatean. La razón: creen tener respuestas para todo. Aunque es curioso que, en última instancia, tampoco sirvan de mucho. Una es la economía. No hay suceso que se escape a sus tentáculos. Jamás he escuchado a los economistas reconocer su culpa, que no tenían razón. Sin embargo, cuando llegan cambios de ciclo, como pomposamente los denominan, y, entonces si que es necesario que hablen y aporten soluciones, en vez de soltar pendejadas, se callan. No aparecen. Sólo se escucha, si es que es posible, su silencio. La otra disciplina es la sociología. Disciplina que se desmorona cual castillo de naipes cuando han de afrontar casos concretos. Pero en fin. Las especialidades, en nuestros tiempos, sirven, sobre todo, para no mantenerse callado, aunque, como digan en mi tierra, se esté mucho más guapo:

"Ya no interesan los héroes de una pieza, son los personajes ambiguos los que atraen a las nuevas generaciones".

"La imagen del Che forma parte del santoral interclasista posmoderno de muchos jóvenes, junto a otras celebridades que funcionan como iconos románticos. Pero no creo que sea capaz de movilizarlos hacia la izquierda. Las cosas han cambiado mucho y los héroes actuales de la juventud ya no son de una pieza, les interesa más la ambigüedad moral. Ahí está Darth Vader, el lado oscuro de la fuerza”.
(Respecto a la negrita: ¡madre, madre!).

Sobre los jóvenes occidentales: "no creo que pueda interesarles nada de cuanto tenga que ver con la guerrilla y con ideas de la vieja izquierda tradicional. Están más próximos a los movimientos antiglobalización o a las ideas ecologistas”.

Podría tratarse de Suso de Toro, pero es Enrique Gil Calvo, sociólogo, y pensador a la postre.

10 septiembre 2008

Mc Cain y Palin, un guiño a los republicanos.

Las elecciones norteamericanas son un acontecimiento verdaderamente extraordinario. No sólo para sus habitantes, que también son, o se creen, extraordinarios, sino para el resto del mundo. En algún artículo leído en estos días, aunque la pretensión no es nueva, me ha parecido entender a su autor la utópica idea de que en las elecciones americanas debería de participar todo el mundo. Personalmente, no la comparto. Por una razón muy simple. No me gustaría, por ejemplo, que decidiesen el destino de los españoles los ingleses, los rusos o los propios americanos, porque tengo la convicción de que el propio electorado español ya está lo suficientemente confundido a la hora de elegir a sus gobernantes, como para que les otorguemos esa decisión a personas que ni entienden nuestra sociedad, ni van a sufrir directamente los estragos de su inepcia. A sensu contrario, pienso que es toda una extravagancia considerar una especie de sufragio universal mundial para las elecciones norteamericanas. A pesar de la notable influencia económica, estratégico-militar e incluso social dependiente del resultado electoral que se dé en las urnas.

Pero si de algo sirven las elecciones de Estados Unidos, además de para demostrar al mundo esa necesidad de su sociedad de convertir en espectáculo todo lo que la rodea, es para mostrar el depauperado escaparate ideológico del resto del orbe. En España, verbigracia, nuestra clase política no tiene inconveniente alguno en explicitar sus preferencias al respecto. Preferencias, ¡mucho ojo!, por supuestas similitudes ideológicas. El protocolo político debería de dictar suma cautela dado que el resultado electoral es absolutamente imprevisible. Por el contrario, nuestros dirigentes han exhibido sin rebozo, además de su propia ignorancia, sus favoritos en tal trascendental lance. Por poner un ejemplo carismático, Pepe Blanco, y sin ánimo de influir en la campaña (jaja), no tuvo ningún inconveniente en decir, qué digo decir, en pronosticar, que el ganador de las elecciones iba a ser Obama. Lo dijo ya hace bastante tiempo. Cuando el hombre pegado a un eslogan arrasaba en mítines y sondeos demoscópicos. Raza y género. Se exportó al resto del mundo, o el resto del mundo quiso exportarnos, que el ganador de la pugna demócrata sería quien ostentase el cetro mundial. Sobre todo por parte de la prensa socialdemócrata se quiso vender la entelequia de que Obama, su preferido, sería el preferido de los americanos.

Pero esto no es exactamente así, claro. Porque resulta que Mc Cain fue un soldado; un héroe de guerra torturado. Resulta que el pueblo estadounidense le admira porque su posición, al contrario que la del actual presidente, no le fue otorgada por herencia, sino a través de la lucha diaria y la escalada personal. Resulta que, a pesar de cómo nos lo vende Prisa, no es tan ultraconservador, hasta el punto de que despierta ciertos recelos entre los republicanos de pro. Y porque resulta que quiere acabar con la plasmación de la conculcación de los derechos humanos en tierra democrática y civilizada: Guantánamo.

Ante esto, los especialistas en política internacional (echen un vistazo) de nuestros diarios más prestigiosos, alegan argumentos de verdadero peso. Dado que el señor Mc Cain no es tan reaccionario como les habría gustado, y que sus 72 años y sus continuos achaques hacen dudar, incluso a gente tan optimista ante la adversidad como los socialistas, que resista saludablemente la primera legislatura, y, por tanto, gobierne quien él designe como vicepresidente, buscan sus flaquezas en sus partidarios más cercanos. El chivo expiatorio es claro, diáfano, notorio, perspicuo, meridiano: Sarah Palin. Desconozco, por auténtica ignorancia, si existe algún precedente histórico en la vida de un político al que se le hayan puesto tantas trabas en su carrera por su pasado, presente y eventual futuro. Tomando como base el centrismo de Mc Cain, se dice que Palin fue elegida para silenciar a las masas republicanas más fetén. Sin embargo, pienso que esto debilita a sus propios detractores, le achacan que en su juventud militase en un partido a favor de la independencia de Alaska. Leyendo a algún baluarte de la causa socialdemócrata nacional, como Ignacio Escolar y Lluís Basset, director de Público y director adjunto de El País respectivamente, no puedo menos que sorprenderme ante posturas verdaderamente absurdas. Son partidarios del aborto. Y son partidarios de la abolición de la pena de muerte. Perdónenme, pero a esto el diccionario lo denomina incoherencia, incongruencia, y, mi dilecto, y antiguo, profesor de filosofía del derecho, lo llamaba antinomia. En cualquier caso, y sin entrar en el anterior debate, me parece increíble que tachen a la señora Palin de ultraconservadora por dar a luz a un hijo con síndrome de Down. A mí, sinceramente, me parece encomiable, dado, además, que por el estatus de su madre es improbable que jamás le falte nada a la criatura. A nuestros socialistas, en cambio, les debe de parecer una aberración. Aunque estas actitudes, desgraciadamente, tampoco es que reciban mucha ayuda por parte de las plumas liberales, a excepción de Juan Manuel de Prada, que, aun solo, todavía no he leído ni un solo argumento de peso que melle mínimamente sus posturas, tan nobles entre tanta vileza. La misma cerrazón han adoptado las privilegiadas mentes progresistas con el conocimiento del estado de buena esperanza de la hija de Palin, de 17 añitos; ¡preferirían que abortase!

Sinceramente, creo que la única actitud que se le puede echar en cara a la señora Palin, es la de predicar con el ejemplo. Algo que, en mi opinión, a la gente de izquierdas, al menos a nuestra gente de izquierdas, le es completamente ajeno. Mucho ateismo, aconfensionalidad y enseñanza pública, pero los nenes al colegio privado de curas que les aconsejaron los amigos del club de golf, en fin.

Aunque eso sí, señora Palin, si de verdad quiere ganarse al electorado joven, por Dios, y a pesar de su conocida inquina hacia los medios de contracepción, no mencione nada relacionado con la abstinencia sexual. Sumará al acto, además de una merma cuantitativa de votos, el placer en la población bisoña de contravenir el dictamen de un político, y provocará auténticas bacanales.

08 septiembre 2008


José Pardina, arrellanado




¡Siempre Chronos! Por cuestiones de tiempo, que no de prioridades, ya hacía bastantes entradas que no me pasaba por el blog de José Pardina, el director de Muy. Su blog es, cómo no, muy interesante; muy ameno. Pero, al menos hasta la fecha, no sabía que el señor director gustase de joyas de este quilate: “las empresas editoras son como las personas y sólo los comienzos difíciles generan productos resistentes a la adversidad; cuando vienen mal dadas, la recompensa nunca está garantizada y la autodisciplina y el esfuerzo son fundamentales para salir adelante”. Vida y literatura, tomen nota.

07 septiembre 2008

Leyendo el blog de Quiñonero, estupendo, por cierto, me encuentro con esta fantástica viñeta del dibujante Máximo:

Fabulosa, aun sabiendo lo extraordinariamente difícil que es callar y escuchar las opiniones ajenas. Así como apartar nuestra infatigable y molesta locuacidad. Y, simplemente, aprender del otro. Saber que no sabemos todo. Vivimos con la convicción de tener siempre la razón. Sobre cualquier tema. Y la defendemos a capa y espada. Inamovibles en nuestra postura. Entonces, ¿para qué discutir?, e incluso ¿para qué hablar?

Una de las máximas que me acompañan en esta vida desde hace algunos años, y que aprendí en el blog de Benito Peral, no me cansaré nunca de enlazarlo, expresa una postura a adoptar en nuestras relaciones sociales verdaderamente encomiable: “tenemos dos oídos y una boca, pues escuchemos dos veces, y hablemos una”. Sabia la naturaleza. Pero claro, esto es verdaderamente complejo. Existe una creencia implícita, arraigada en el costumbrismo español, de la que ya daba buena cuenta Larra en sus artículos, consistente en que dar la razón al otro implica tácitamente demostrar la ignorancia propia. Como consecuencia, y en un alarde de estulticia sin precedente en ninguna otra parte del orbe, defendemos cerrilmente todo aquello que sentimos que resta credibilidad o valor a nuestras opiniones, cuando, en realidad, lo que sucede es que las refuerza o enriquece. Creo que es a Leonardo di Ser Piero da Vinci a quien se atribuye aquello de “quien de verdad sabe de qué habla, no encuentra razones para levantar la voz”. De haber nacido en nuestra querida tierra, es bastante probable que esas palabras jamás hubieran salido de su boca. Y tengamos en cuenta que Leonardo no era, precisamente, un dechado de educación. Era un genio. Un ser magnífico. Y, como tal, mostraba su desdén a muchos de sus coetáneos, como al gran Miguel Ángel, de cuyas desavenencias se hace eco un ensayo biográfico sobre el genio que leí ya hace tiempo, intitulado El vuelo de la mente, de Charles Nicholl, y que les recomiendo encarecidamente.

La idea de esta entrada me la ha dado el último post de Juan Cruz, y su siempre sensible pluma. Enlazo el texto entero, pero no me resisto a transcribirles un par de frases a tener en cuenta: “la verdad no tiene dueño”; “dentro de todo sí hay un pequeño no, y dentro de todo no hay un pequeño sí”. Espero que les sean de provecho, a mí, estas cosas, siempre me sirven. Buenas tardes. Y gracias por leerme.

06 septiembre 2008

La parroquia

Sergio Ramírez, el monaguillo.

Ayer a las dos de la madrugada, una hora menos en Canarias, tras el preceptivo ensayo previo a un día de verbena, que es lo que hoy toca, me metí en la cama con el delicado aroma de la radio de fondo. La emisora elegida para transportarme al mundo de los sueños fue Onda Cero, que, casualmente, es la misma con la que me despierto. Sobre todo este verano, en que ha tenido como tertulianos a Arcadi Espada, Javier Caraballo y otras ínclitas piezas maestras del redil periodístico actual. La experiencia ha sido tan maravillosa como despertar con el melifluo canto de los pajarillos en los amaneceres rurales; es una verdadera lástima que ya haya acabado. El verano, digo. Y, también un poco, las deliciosas provocaciones mañaneras del catalán.

Como íbamos diciendo, pues sí, uno pone la radio, también, para huir de la mediocridad televisiva un viernes de madrugada, aderezado normalmente de films con abundantes y extraordinarias escenas de alcoba, formalmente inalcanzables para el español de a pie, cuyo imaginario erótico se reduce a un metesaquing en un momentiquing, y ¿qué es lo que se encuentra?, pues, como se habrán imaginado, el típico programa de llamadas de gente ávida de tener sus minutos de gloria: La parroquia.

Cuando escuché el nombre del programa, pues era mi primera vez, ejem, pensé que RadioMaría había ocupado la frecuencia de Onda Cero, cosas más raras se han visto en los tiempos que corren. Temor, por llamarlo de alguna manera, que pronto se vio disipado al escuchar la voz de sus presentadores. Los locutores de radio suelen tener una voz encantadora, persuasiva, atrayente. No es poca la gente que enciende el aparato de radio sólo por escuchar un timbre de voz determinado. No es mi caso, claro. La experiencia, que es lo que hace a uno, me ha llevado a conocer mujeres, no muchas, ni muy buenas, con una voz preciosa y dulce y sugerente, y, en cambio, con una presencia física totalmente contradictoria con lo que mis oídos presentían. Por el contrario, he conocido mujeres bellas, con b, cuya presencia era cautivadora, y al acercarme a las mismas a preguntarles qué hace una chica como ellas en un lugar como ese hablando con un tipo como yo, me he dado cuenta de que su timbre sería la envidia del camionero más fornido y viril de la famosa M-30.

Así pues, aun desencantado con las voces de mi entorno, me encontré con un peculiar programa de radio. La presentadora, pongámonos en la hipótesis, era una adorable criaturilla, alegre, risueña, feliz incluso. Disculpen que omita el nombre, pero no lo recuerdo, ni me ha perecido verlo en la web, y no estoy, ni por tiempo ni por ganas, para excursiones en Google. El presentador, Sergio Ramírez, el monaguillo, y su semblante de colibrí, bien podía haberse dedicado a la retransmisión de partidos de fútbol en directo. Acostarse cansado buscando una voz profunda y sosegada que lo relaje a uno, y encontrarse con una voz de pito inquieta que parecía estar narrando un gol en directo en cada frase pronunciada, bien es para levantarse y salir a dar un paseo a la luz de la noche. Pero en fin. Me quedé donde estaba.

Los temas a tratar, eran ciertamente interesantes: juguetes de nuestra infancia y el primer beso. Lo de los juguetes puede pasar. Es más, pienso que de alguna manera, aunque varía la forma del juguete, seguimos jugando toda nuestra vida. Claro que no deja de sorprender escuchar a un hombre de más de medio siglo reconocer, con cierto orgullo, que todavía le da al Mecano; creo que es algo extraordinariamente ejemplificador de lo compleja que puede llegar a ser la naturaleza humana. Y, sinceramente, le deseo al hombre que no tenga, con frecuencia, disputas familiares con los hijos, ¡o con los nietos!, por la posesión de las piezas en cuestión.

El otro tema, el primer beso, me pareció verdaderamente obsceno. Más cuando la gente, consumidora de buena literatura, se puso, sin vergüenza propia, a describir la escena vivida o ficticia, ¡sin omisión de babas!. Mirando mi propio retrovisor, creo que llamaron auténticos, o no tanto, profesionales, pues estas cosas son casi una ciencia; llevan su tiempo Y los testimonios, en honor a la verdad, me dieron la impresión de ser demasiado húmedos para tratarse del primer beso. Abundaban los lengüetazos por doquier, con rosca, profundos, sin pausa. No me pareció escuchar nada sobre los mordisquitos, y el morboso juego que dan, sobre todo para aquellas personas verdaderamente apasionadas por la exploración de determinadas zonas. Tampoco percibí nada, tal vez despiste, sobre la extraordinaria insistencia en que se había de incurrir para llegar a tal puerto. Pero en fin. Ya saben que cada uno cuenta su vida como cree que ha sido. Pongan la radio y aprendan. Lo que sea.

05 septiembre 2008

04 septiembre 2008

He aquí una mujer muy guapa...



He aquí un hombre muy...



He aquí la razón por la que hoy no escribo: Santiago González y Protactínio. Me han pisado, y no saben cómo se lo agradezco, de un modo fabuloso la entrada.

03 septiembre 2008

Me entero, como casi siempre, con retraso de que a nuestra querida Letizia la han tocado, perdón, retocado, las narices. Lo primero que pensé, qué malo, es que las otras tampoco le quedaban tan mal. Y que, en esta vida, hay gente mucho peor parada. La verdad es que después de tantos años presentando el telediario, sinceramente, no me había fijado en que tuviera alguna imperfección nasal. Y considero, sin batirme en duelo con nadie, que tenemos una futura reina joven, guapa y muy preparada. Además se da la circunstancia, fundamental en los tiempos que corren, de que queda muy bien en las revistas. En cualquier caso, según informa la Casa Real, la operación se realizó por motivos respiratorios. Y seguramente, a pesar de alguna malicia introducida en la noticia, así fue. La vida y sus instituciones evolucionan. Atrás quedaron los siglos en que monarcas del más variado pelaje lucían esplendorosos sus afiladas o retorcidas napias, aun a costa de su salud. Y es que ser de la “nobleza”, ya no es lo que era.

02 septiembre 2008

El jueves asistí como telespectador, compungido, al adiós de Maldonado. Sin duda, muy emotivo. ¡40 años dándonos las buenas noches! Se ha ido un padre, no el hombre del tiempo. Su despedida fue seria, formal, elegante, como él mismo; habría sido íntima, incluso, de no haber sido retransmitida. Sólo pongo una pega, cariñosa y minúscula: el tono metódico de su mensaje. No conseguí, y eso que puse gran empeño, diferenciarlo del utilizado para darnos el parte meteorológico a diario. Y es probable, mera conjetura, que en su casa tampoco noten la diferencia. Durante todos estos años hemos creído que nos hablaba el hombre del tiempo. ¡No, mil veces! Nos hablaba José Antonio Maldonado.


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Hummm, el final de columna de Ignacio Ruiz Quintano:

"Umbral, en sus memorias:

-Había una diferencia entre el tonto útil y el compañero de viaje. El tonto era efectivamente un tonto, pero resultaba útil para alguna misión, o por tonto, o porque se lo hacía. El tonto útil (a los comunistas) era la burla del sistema, pero no corría peligro. El compañero de viaje marca una categoría intelectualmente superior. Se trata del intelectual que, sin militar oficialmente, prestaba su firma, su presencia o su obra a la causa. Yo fui tonto útil y compañero de viaje".



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Ignacio Camacho, ayer, primero de Septiembre, cargado de perlas:

“La mejor manera de superar el síndrome postvacacional…es pensar que este año hay mucha gente que daría cualquier cosa por volver a su empleo. Porque lo ha perdido…

…a millones de ciudadanos les va a dar igual hoy que den las siete, las ocho o las diez de la mañana, porque no tienen dónde ir a sufrir el presunto estrés de la vuelta al trabajo. Y ese sí es un estado que conduce a la depresión, a la angustia, a la desesperanza, porque un desempleado -y no digamos un parado de edad madura- es lo más parecido que existe actualmente a un cadáver civil, a un zombi agarrado a la cuenta atrás del subsidio y con el péndulo de la hipoteca gravitando sobre un porvenir sin horizonte definido…

Pero más siniestra es la cola del INEM, y cada vez hay en ella más gente ansiosa de contraer ese síndrome que esta mañana da jaqueca a quienes tienen la fortuna de padecerlo”



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Salvo la última idea, ubicada en la última frase, del último párrafo: buen artículo. Aunque hay que decir que ese estropicio final, probablemente, es lo que ha permitido que se publique en El País.